Laura Grani
Hubo un tiempo en el que la Ribera del Duero, tierra privilegiada de vinos maravillosos, no tenía tanto renombre como región vitivinícola. Lo que pasó allí en los años ’80 fue una verdadera revolución. En una área que como muchas otras en España producía en su mayoría vino a granel, unos cuantos visionarios empezaron a organizarse y a creer que se podían elaborar vinos de altísima calidad en otros lugares como La Rioja, Francia o Italia.
La DO Ribera del Duero nace en 1982 y , desde ese momento, no ha parado de ascender en la elite del mundo vinícola. Entre los que vislumbraron el potencial de la zona, estuvo Florentino Arzuaga, un empresario con mucha visión, que vino para crear un gran proyecto, elaborar grandes vinos y, junto a su familia, ser parte de la Ribera para siempre.
Una dinastía con raíces fructíferas
La dinastía Arzuaga Navarro tiene ahora en los hijos de Florentino y María Luisa unas raíces que han fructificado. Ignacio se encarga de bodega y viñedos, mientras Amaya, una de las diseñadoras de moda más vanguardistas e internacionales que ha tenido España, se encarga de la oferta enoturística que incluye el delicioso Hotel Spa Arzuaga, que, a su vez, esconde una verdadera joya en su interior, el restaurante Taller que cuenta con una estrella Michelin.
Bodega Arzuaga se encuentra en la que se denomina la Milla de Oro de la Ribera y posee algunos de los mejores viñedos de este paraíso vitivinícola. Si Florentino tuvo aquella intuición que le llevó a apostar por uva de producción propia, adquiriendo viñedos en el valle y en ambas laderas, Ignacio ha heredado ese patrimonio genético privilegiado.
Al día de hoy la familia es propietaria de más de 150 hectáreas, plantadas con los mejores clones. Acompañar a Ignacio cuando visita sus viñedos es emocionante. Se percibe claramente ese entusiasmo y devoción que solo los bodegueros de pura cepa saben transmitir.
Cada viña tiene su personalidad, su terroir, su momento vital. La clave es saber lo que esa viña será capaz de ofrecer, en esa posición, con ese suelo, esa exposición. Hacen falta años de pruebas para conseguir que cada vitiño encuentre su lugar y mimos infinitos para que produzca el mejor resultado posible. Ese “resultado” son esos vinos que nos hacen suspirar, reír, soñar.
Arzuaga apuesta por uva de producción propia o de productores que cumplan unos requisitos muy estrictos. El concepto es “bajo rendimiento”, la producción de la cepas se tiene que mantener incluso por debajo de los límites puestos por la DO y el riego está reducido al mínimo, pues, al final, cuanto más “sufran” las cepas, más delicioso será su fruto. El objetivo y la filosofía de esta bodega histórica es elaborar grandes vinos, y no van a decepcionarnos.
Una colección de vinos que no va a pasar de moda
La colección de vinos de Bodegas Arzuaga Navarro tiene unas características recurrentes como rasgos familiares: son vinos con estructura, elegancia y rotundidad perfecta, la vejez les hace grandes, al mismo tiempo tienen un corte moderno, sin exceso de concentración y muy buen beber.
El Arzuaga Reserva Especial, por ejemplo, desde su salida al mercado, no ha parado de ganar premios. Solo se elabora en las mejores añadas y desde la primera, 1996, se elabora de una forma tradicional en viñedos muy viejos y con una pequeña parte de albillo, una variedad blanca que aporta un puntito de acidez, finura y elegancia a la tempranillo.
Complejo y elegante con frutas rojas, arándanos, grosellas, picotas y hasta flores. Opulento e ideal para carnes, caza, setas, guisos.
Complejidad y elegancia
El toque sensual y elegante lo da el tinto Amaya, elaborado con uvas procedentes de viñedos centenarios y un pequeño porcentaje de albillo. Armonía finísima de fruta y madera, en la boca es terciopelo.
El Gran Arzuaga es el vino más exclusivo de la bodega que reúne en sí la expresión de los Arzuaga Navarro. Corte moderno, vino potente, goloso y sedoso con una complejidad que cautiva y perdura. Hemos percibido balsámicos, minerales, cedro y hasta caja de puros en esta verdadera joya ideal para platos “fuertes”.
La Planta es el todoterreno de la bodega, con 6 meses en barrica, conserva mucha fruta y es extremadamente fácil de disfrutar, con todo y todos. Su nombre lo toma de la espectacular finca de la familia, donde se crían en libertad cientos de ciervos y jabalís.
Una mención aparte merece el proyecto que la familia ha empezado en La Mancha, donde se elabora el vino homenaje al fundador: Pago Florentino. Potente y gastronómico, es un muy buen inicio en tierras lejanas. Este tempranillo manchego ha conseguido la distinción de Vino de Pago por las características de su terroir y promete conquistar muchos paladares.
También nos ha enamorado el Arzuaga Rosae, un rosado de color delicadísimo con una boca intensa y larga, bastante difícil de encontrar en un rosado. Elaborado con la primera uva que cada año entra en bodega, tiene una acidez y estructura que lo perfilan perfecto para cualquier momento del día, igual que las burbujas.
Con sus vinos y la oferta enoturística que incluye en Hotel Spa, el restaurante Taller y el restaurante de comida tradicional, Bodegas Arzuaga Navarro se sitúa entre los mejores destinos de la Ribera de Duero.
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