Laura Grani
Rooftops, terrazas y, en breve, piscinas: la primavera-verano está haciendo la rueda en Madrid, cual pavo real en todo su esplendor, y todo el mundo quiere luz, sol y vistas.
Las vistas son muy importantes, porque el ojo busca alivio a la estrechura del invierno, queremos ver más allá de las paredes, suspirar de belleza e infinito.
Las mejores vistas de Madrid
En la Plaza de Santo Domingo, hay un lugar privilegiado que ofrece unas vistas 360º abarcando desde la Plaza de España y la Casa de Campo a sus espaldas, hasta la Plaza Mayor, el Madrid de los Austrias, la Catedral de la Almudena, etc. Hablamos de un hotel, restaurante y coctelería que, en breve, presumirá de piscina… ¿Qué se le puede pedir más a la vida? Hablamos del Hotel Santo Domingo y de su azotea, la Terraza del Santo Domingo, que ha proporcionado disfrute y resguardo al calorcito durante el invierno y que está a punto de descapotarse.
La séptima planta de este hotel alberga el restaurante, totalmente acristalado, que da acceso a una espectacular terraza, incrustada entre las lindezas del centro de Madrid y el cielo.
El jardín colgante más grande del mundo
El hotel y todas sus estancias han sido recientemente renovados así que, desde el restaurante, es posible ver un impresionante jardín colgante que ocupa las paredes del patio interior del hotel, reconocido en 2011 por el libro Guinness de los Récords como el más grande del mundo.
¡Una verdadera maravilla! Próximamente, el suelo del restaurante levantará la tapa que recubre una deleitosa piscina (reservada, ¡ay de nosotros!, a los huéspedes del hotel) y abrirá techos y paredes para dejar entrar la alegría solar.
Una propuesta gastronómica cuidada y una excelente relación calidad precio
La propuesta del restaurante es divertida y mantiene una excelente relación calidad precio. Una cocina cuidada e informal con una carta que empieza por los entrantes, entre los que destacan, por ejemplo, una gustosa Focaccia de atún rojo, la Fritura de calamar con alioli de cebollino crujiente al estilo de las mejores freidurías andaluzas, la ensaladilla rusa o unos divertidos Taquitos de cochinita pibil con cebolla roja encurtida.
Entre los principales nos encontramos, un Ossobuco al Marsala tierno y sabroso, Costillas a baja temperatura que se disuelven en la boca, Saltimbocca (que son escalopines a la italiana) con queso y salvia o dos pescados que siempre apetecen: Suprema de bacalao con sanfaina a la pimienta verde o Atún rojo con verduritas. Entre los postres nada como las Tres texturas de chocolate o Pan perdido, sopa de chocolate y espuma de leche condensada, sin duda, un viaje a la infancia…
Y para el tardeo, afterwork o como cada uno lo quiera llamar, la parte más alta de la azotea, para sentirse verdaderos hedonistas urbanos, mirando ese skyline infinito con un cóctel en la mano.
Te puede interesar: Restaurante Manolo 1934, cuando la segunda juventud llega a los 90