Laura Grani
Salta a los ojos que la calle Leganitos de Madrid se está convirtiendo en el epicentro de la China town capitalina. En los últimos años se han abierto todo tipo de comercios asiáticos. De arriba a abajo está salpicada de restaurantes, bazares, salas de juego y tiendas de manicura y masajes (dicen que algunos muy felices). El bullicio es evidente y entre todo destaca un restaurante que siempre está abarrotado y, en el exterior, muestra una notable cola de clientes esperando mesa. ¿Cuál es la clave de su éxito?
El sitio que todos quieren probar se llama Shangrila Dim Sum Bar, tiene una decoración agradable y ofrece una de las mejores relaciones calidad-precio entre los restaurantes chinos de Madrid. Además de ser uno de los chinos más auténticos esconde una bonita historia. Los artífices de esta apertura son unos empresarios de origen chino, segunda generación en España, y propietarios del grupo Hermanos Shangrila, que hace unos años se hicieron cargo de la renovación y apertura de otro chino clásico, en Malasaña.
Un local con mucha historia
En esta ocasión, la casualidad les ha hecho topar con el local donde en 1963 abrió el primer restaurante chino de Madrid. En esa época, detrás de los fogones, estaban tres jóvenes cocineros chinos procedentes de Hong Kong con un concepto de lo más exótico en aquellos tiempos. Los misterios del lejano país se revelaban a través de la decoración, el personal y, sobre todo, las especialidades del establecimiento. La conexión de Shangrila con el pasado no termina aquí. Muchos recordamos otro restaurante chino mítico, el ‘chino del parking de Plaza de España’, un local sencillo del que nunca se supo el verdadero nombre, que se hizo famoso sirviendo comida exótica en un pasillo sombrío del parking. Desapareció tras la remodelación de la plaza, pero todo vuelve. El que era su propietario y cocinero está ahora detrás de los fogones de Shangrila, reuniendo en la carta la esencia de la culinaria más tradicional del país del Dragón.
Shangrila Dim Sum Bar, está especializado en dim sum, pequeñas empanadillas al vapor, rellenas de verduras, gambas o carne de cerdo y ternera, tan tradicionales de la cocina china y que en Shangrila están elaboradas de forma artesanal por el propio cocinero del restaurante.
Mucho más que dim sum
Aparte de los dim sum (que también lo sirven en sopa), la carta ofrece una gran variedad de salteados: de pollo, ternera, gambas, con hortalizas típicas del gigante asiático como loto, espárragos, col y berenjena chinas, entre otras; también sopas y tallarines en multitud de variantes, y exquisitas costillas de cerdo y pato asado. En el apartado picante, destacan las sartenes de pollo, ternera, gambas o calamares con verduras, cerdo salteado con puerro y casquería como los callos de ternera.
Las recetas, caseras y con una base tradicional, muestran un toque personal: los tallarines chinos con salsa de la casa parte de la receta de la abuela de uno de los propietarios, al igual que la sopa de tallarines caseros o el dim sum triangular de fécula de patata relleno de carne. Todos los platos tienen su origen en la región de Qingtian, famosa por sus campos de arroz con peces.
Sin duda, la decoración sencilla y coqueta, el recetario tradicional y sus precios imbatibles conforman una experiencia gastronómica que vale la pena. Eso sí, es recomendable reservar para evitar una larga espera.
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