Laura Grani

Hace unos años, en 2015, se celebraba en Madrid la primera edición del Salón de los Vinos Radicales. Fruto de una tendencia clara que se ha ido definiendo en el mundo del vino español, este salón se ha convertido ya en una cita ineludible para toda alma curiosa, amante del vino. En la sede del COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid) se han dado cita, un año más, un nutrido grupo de viticultores inquietos, bodegueros revolucionarios y multitud de bebedores exigentes.

Todos estos “radicales” reivindican vinos auténticos, que respeten la identidad del paisaje y saquen partido a la singularidad de suelos y microclimas, recuperando prácticas ancestrales y, también, innovando, aportando diversidad y riqueza, con esfuerzo, inspiración y pasión. En muchos casos hasta podemos hablar de una pasión heroica ya que las condiciones de trabajo en algunos paisajes pueden ser durísimas. Además estos vinos tan auténticos no siempre están en sintonía con las tendencias del mercado.

En esta edición han participado 34 bodegas y pequeños viticultores procedentes de distintas comarcas vinícolas del territorio español (Ribeira Sacra, Penedès, Montsant, Priorat, Cava, Alella, Castilla y León, Manchuela, Mallorca, Rioja, Méntrida, Cebreros, Castilla la Mancha, Ribera del Duero, Barbastro, Pago Calzadilla, Terra Alta, Calatayud,  Valencia, Bizkaiko Txakolina, Massís del Garraf, Bierzo, Alicante, Tacoronte Acentejo, Rueda), que en su conjunto reflejan la riqueza y diversidad del actual panorama de vinos auténticos en este país.

La cata inaugural de esta edición se titulaba Vinos Dorados, Rueda en tonos sepia, esta cata puso en foco la identidad de los vinos de crianza oxidativa de esta comarca castellana, que representan una tradición histórica, pero que a punto estuvo de extinguirse como consecuencia del éxito de los fragantes blancos jóvenes de verdejo que han ganado protagonismo en esta región en las últimas décadas. Los vinos dorados de rueda pasan por una fase de crianza única, bajo velo de flor y en damajuanas que se dejan al aire libre para que el vino se oxide. Son vinos de color que va del amarillo oscuro al marrón dorado. Sus características los hacen únicos, son joyas enológicas que habría sido una pena perder.

 La cata estuvo guiada por José Antonio Navarrete, sumiller de Quique Dacosta Restaurante (Denia, Alicante) y ganador en esta edición del premio Radical del Año y Federico Oldenburg, escritor vinícola, miembro del Sindicato del Gusto e impulsor del Salón de Vinos Radicales. El crítico y winestar Santi Rivas, de Colectivo Decantado, hizo las veces de presentador.  

En las mesas se podían encontrar vinos absolutamente singulares desde algunos de crianza biológica, oxidativa, elaborados, fermentado y embotellado en barro, vinos naranja (macerado con sus pieles), vinos de hielo, variedades recuperadas hasta elaboraciones ancestrales, una fiesta para los sentidos.

Nunca perdáis la curiosidad ¡Nos vemos en el próximo Salón de los Vinos Radicales!