La editorial Drácena, pese a llevar pocos años en el mercado se ha posicionado como una de las editoriales más interesantes del amplio espectro literario español. Hemos querido charlar con Nacho Wilhelmi, uno de sus responsables, para conocer un poco más de este interesante proyecto editorial.

 

Pese a ser una editorial joven, sois ya una editorial de cierto arraigo y solera… ¿Cuántos años lleváis en el mercado?

En ebook desde 2012 y en librerías desde finales de enero de 2015.

 

¿Y como surge la editorial Drácena?

Nació en la primavera del 2012, cuando nos reunimos cuatro amigos en un café de la calle de Belén, de Madrid. Entonces, solo pensábamos editar en ebook y, luego, en impresión bajo demanda. Pero un par de años más tarde, contactamos con Diego Hidalgo Schnur, y con su magnífico apoyo y de algunos amigos que vinieron con él, Drácena no solo se convirtió en una editorial capaz de estar presente en las librerías, sino que también comenzamos a crear y a asentar nuestro actual catálogo. De modo que se puede decir que, para el gran público, Drácena nació con la llegada de Diego Hidalgo, en las Navidades del 2014 a 2015.

«Rescatamos y editamos originales escritos en lengua española sin importarnos de dónde vengan, y solo atendiendo a criterios estrictamente literarios»

Tenéis una filosofía muy especial…

Sí, bueno. Como dice en nuestra web, rescatamos y editamos originales escritos en lengua española sin importarnos de dónde vengan, y solo atendiendo a criterios estrictamente literarios; es decir, al universo y al peculiar castellano con que el autor sea capaz de recrearlo. Eso en cuanto a la ficción, pues también editamos ensayo, aunque, por supuesto, sobre originales concebidos y escritos en español. En cambio, hemos desestimado hasta ahora editar poesía y textos dramáticos.

 

Contadme de algún libro que os haya sorprendido por la buena acogida

Pues uno de un autor consagrado, Sergio, del argentino Manuel Mujica Láinez, inédito en España hasta que lo publicamos, y otro título de un autor muy joven, La Moneda, 11 de septiembre —sobre el golpe de Estado del General Pinochet—, del chileno Francisco Aguilera. Y, por supuesto, no podemos olvidar la buena acogida de Para parar las aguas del olvido, de Paco Ignacio Taibo I; en gran parte gracias a las recomendaciones de los libreros, a quienes tanto debemos, por otra parte.

 

Y por el contrario alguno que os haya sorprendido por su nula acogida…

Nos resultó muy curioso que Los cuadernos de un amante ocioso, del español Gastón Segura, que había contado con una asombrosa acogida como blog, apenas si tuvo resonancia en el mercado una vez puesto en las librerías. Pero ahí está, defendiéndose.

Venga, si se habla de literatura hay que soñar… Imaginad que tenéis a vuestra disposición todo el catálogo mundial, ¿Qué título elegiríais para Drácena?

Sin duda, Oficio de tinieblas de la mejicana Rosario Castellanos; es un texto apabullante. Y todavía porfiamos por editarlo.

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¿Con que autor hubieras dado media vida por ser sus descubridores?

Es bien fácil: Gabriel García Márquez.

 

Recomiéndanos un libro de vuestro catálogo.

Ah, pues todos. Pero nos gustaría escoger la Trilogía bananeraViento fuerte, El Papa Verde y Los ojos de los enterrados— del enorme, además de merecidísimo premio Nobel, Miguel Ángel Asturias. Son tres novelas que, sobre su gozosa lectura, resultan imprescindibles para entender el estrago que han causado las multinacionales en Hispanoamérica.

«Si tuviera que reciomendar uno de nuestros libros, quizás elegiría la «Trilogía bananera» de Miguel Ángel Asturias»

Y la pregunta que siempre se hacen los lectores… ¿Qué lee un editor profesional?

Todo lo que pueda; y en nuestro caso, todo lo que podemos escrito en nuestra lengua. O sea, tanto originales que nos llegan desde los lugares más insólitos del mundo, como títulos descatalogados en España e Hispanoamérica, en busca de originales que merezcan la pena recuperarse por su calidad literaria y su incólume interés.

 

¿Cuál creéis que es el mayor problema de la edición en España?

El exceso de títulos. Por ejemplo, pongámonos en el caso del librero, parte indispensable pero muy maltratada de este negocio; se ve totalmente sepultado e incapaz de exhibir en su —muchas veces— modesto espacio la enorme cantidad de títulos que recibe cada semana y, muchas veces, libros maravillosos pasan desapercibidos entre tal avalancha de novedades.

 

Hablado del exceso de títulos, ¿Qué opinas de los libros autoeditados?

Comprendo las motivaciones de los autores cuando recurren a la autoedición, pero pienso que los libros deben pasar por un filtro que determine su calidad literaria y, por tanto, si merecen ser expuestos públicamente a los lectores. Ese papel le corresponde al editor, o por lo menos eso es lo que procuramos hacer en Drácena; ante todo, defender y ofrecer una calidad literaria tal que al lector le merezca la pena invertir un tiempo en la lectura de nuestro título.

¿Os afecta mucho el problema de la piratería literaria?

La piratería afecta, no sólo al mundo literario, sino a toda la industria cultural y de una forma muy negativa. Y, en la parte que corresponde, también nos afecta, evidentemente.

 

Una medida indispensable para la producción editorial española es…

Creemos que debería elevarse la exigencia literaria en los títulos de creación que se editan. Sin duda, esto reduciría el número de novedades anuales, pero resultaría muy beneficioso a la larga para nuestra lengua, pues elevaría el gusto y la exigencia de los lectores que se van incorporando. Y, por supuesto, también impondría un mayor esfuerzo estilístico e imaginativo a los autores. O sea, resultaría muy beneficioso para toda la comunidad lingüística de este y de aquel lado del Atlántico.

 

¿Cómo afrontáis la postpandemia?

Como antes de la plaga; deseando ofrecer al lector español la mejor literatura que caiga en nuestras manos, siempre y cuando el original haya sido concebido en castellano.