“Aun mas raro que el amor verdadero, es la amistad verdadera” – Jean de la Fontaine 

Las palabras de Jean de la Fontaine sobre la amistad pueden definir muy bien la que se estableció entre Johanna Schopenhauer, la madre del conocido filósofo y Wolfgang Goethe, el gran escritor que todos conocemos. Y leyendo  la correspondencia de Johanna con su hijo Arthur  Schopenhauer, podremos conocer como poco a poco se forjó esta amistad que surgió de la simpatía y el conocimiento mutuo en las pequeñas cosas de dos personas excepcionales  que compartían muchas inquietudes en común .

Es fácil conocer al carácter de alguien por la lectura de su  correspondencia, porque  cuando se redacta una carta normalmente  se escribe de forma espontánea, pensando que solo va a ser su destinatario quien la leerá. Las obras de Wolfgang Goethe son muy populares , las de Johanna Schopenhauer  sin embargo  son muy poco conocidas fuera del ámbito de la cultura alemana. 

Desde  luego  ser la madre de un filósofo de la talla de Schopenhauer es algo que puede condicionar la existencia, sobre todo si como él, también se escribe.

Por eso quizás debamos conocer más detalles sobre la biografía de  Johanna Schopenhauer, su nombre de soltera era Johanna Henriette  Trosiner, nació en Gdansk (Polonia)  en 1766 en una familia acomodada,  y desde muy joven mostró interés por los idiomas, los viajes y la pintura . Quiso desplazarse a Berlin para estudiar, pero  su padre no se lo permitió. Contrajo matrimonio de conveniencia  con el rico comerciante Heinrich Floris Schopenhauer  casi veinte años mayor que ella, con el que se trasladó  a vivir a Hamburgo y del que  tuvo dos hijos Arthur el filósofo y su hermana Adele, también escritora con la que Johanna convivió hasta su muerte. 

En 1805 Su marido Heinrich, falleció en un extraño accidente  al caerse de un granero, que se interpreto como un suicidio por su carácter depresivo. Es en este momento cuando Johanna decide cambiar drásticamente su vida, abandona la entonces provinciana Hamburgo y se va a vivir junto con su hija Adele a la ciudad de Weimar, donde entonces se daba cita la intelectualidad alemana del momento

Su  nuevo  estado  civil y su solvencia económica  le permitió hacer lo que siempre había deseado, ser independiente, escribir, pintar, estudiar italiano  y vivir rodeada de amistades intelectuales . Intenta   hacerse un lugar en el ambiente literario de su tiempo, que era entonces privativo para los hombres y logra finalmente ser la primera autora alemana que adoptó la escritura como profesión y forma de vida .

Comienza a reunir en su casa a todo el círculo intelectual de Weimar y es entonces cuando conoce a Goethe y comienza su amistad con el .

El maravilloso optimismo y el  carácter abierto de Johanna Schopenhauer que se desprende de  la lectura de sus cartas , así como su pensamiento tan avanzado  para su época, fue lo que probablemente hiciese que Goethe, que era ya una figura muy importante en los círculos intelectuales de entonces, se acercase a ella y se interesase por todo lo que hacía, creándose en muy poco tiempo entre ambos  una  estrecha y franca amistad.

Podemos saber de primera mano como fue su primer encuentro por la lectura de una carta escrita por Johanna a su hijo, el 19 de octubre de 1806 :

“Me anunciaron la visita de un desconocido, me dirigí a la antesala  y me  encontré un hombre apuesto y de grave apariencia que no cuadraba con las descripciones que me habían hecho de Goethe, por lo que mi alegría y mi confusión fue enorme porque no estaba preparada para recibir su visita….. cuando me hube tranquilizado un poco tenía mis manos entre las suyas y ambos nos dirigíamos a la sala de estar”

Cuando Johanna y a Wolfgang  se conocen, él  tiene 57 años y  es el principal representante del clasicismo de Weimar, había ya escrito sus obras más  importantes, de ahí el gran respeto que  Johanna sentía por el aún sin conocerle. Ella entonces contaba 40 años,  acababa de quedarse viuda y quería disfrutar de una vida de mujer independiente. 

Los dos tenían  en común su carácter lleno de inquietudes muy diversas que iban  desde la ciencia  a la literatura pasando también por la pintura, pero sobre todo ambos  compartían  una manera muy semejante de entender la vida, alejada de los convencionalismos sociales de la época. 

Por todo esto las relaciones de amistad entre Goethe y Johanna se establecieron rápidamente y de manera muy espontánea,  como se desprende de la lectura de la carta que  ella escribe a su hijo relatándole su primer encuentro. Su amistad comienza en los tiempos convulsos de la guerra franco prusiana, cuando los franceses atacaron la ciudad de Weimar.

Goethe había tenido varios intentos frustrados de casarse que no prosperaron, pero finalmente y   a consecuencia de lo que pudiera acontecer en la guerra, decidió hacerlo en secreto  con la que era su amante desde  hacia años Christiane  Vulpius, la madre de su hijo Julius August Walther.  Christiane pertenecía a un estrato social inferior y  no era bien aceptada en sociedad .

Goethe nada más conocer a Johanna  debió captar   enseguida su  carácter abierto cercano y totalmente diferente al de  las otras mujeres  de la sociedad burguesa en que se desenvolvía,  por ello decidió  que  fuese precisamente  ella  la primera que conociese a su mujer sirviéndose de su reciente  amistad para poder introducirla en sociedad .

Así en   otra carta escrita  a su hijo Arthur escrita el 24 de octubre de 1806, Johanna  describe como se desarrollaron estos acontecimientos en el salón literario de su casa de Weimar: 

“Goethe apareció por la tarde con su mujer en mi casa y me la presentó , la recibí como si no supiera quién había sido antes, de sobra advertí cuanto le gusto a Goethe mi comportamiento , las damas que estaban conmigo al principio estuvieron formales y distantes , pero luego terminaron siguiendo mi ejemplo. Goethe ha depositado en mi toda su confianza y yo no le voy a defraudar , mañana les devolveré la visita “

Estos encuentros en casa de Johanna  se realizaban en condiciones difíciles , Weimar acababa de rechazar el ataque de las tropas francesas y los suministros escaseaban , pese a todo ella quiso mantener estos encuentros artísticos en su casa todos los domingos y los jueves por la tarde , y podemos tener una idea bastante exacta de como se desarrollaban por la lectura de otra carta que escribe a su hijo el 24 de octubre de 1806  en que el dice:

“Procuro mantenerme alegre y animada , todas las noches en estos días aciagos reúno a mi alrededor a mis conocidos y les sirvo té y pan con mantequilla, no se encienden mas luces que las permitidas. Tomamos té , charlamos, contamos historias, reímos,  nos confiamos nuestras penas , quien tiene ganas canta y toca el piano en la habitación contigua y a las ocho y media se marcha cada cual a su casa , ceno a las nueve en punto y a las once me voy a la cama .Así es como he vivido desde que pasaron los primeros días de terror , apenas salgo de casa, pero como ves, no lo necesito  “

Las visitas de Goethe a las tertulias en  casa de Johanna se sucedieron un día tras otro haciéndose su amistad cada vez más estrecha . 

Tanto Wolfgang como Johanna tenían  como afición común la pintura , para Goethe pintar era consustancial a su obra, y  Johanna que había tomado lecciones de pintura antes de casarse, volvió a retomar esta actividad con entusiasmo al enviudar .

Johanna sabía de la necesidad de dibujar de Wolfgang, por ello le facilitaba el que pudiera realizar esta actividad en su casa durante las veladas que organizaba . 

Y el 28 de noviembre de 1806 en una carta a su hijo le comenta de nuevo  :

“Goethe se siente muy a gusto en mi casa y viene muy a menudo, he dispuesto para el una mesita con útiles de pintura en una esquina, de manera que cuanto le place se sienta allí y traza de memoria pequeños paisajes a vuelapluma, son tan solo bosquejos pero están llenos de vida y de autenticidad “

Y en la carta continua describiéndole físicamente :

“Su apariencia es magnífica , el porte esbelto y hermoso, la pose erguida , siempre viste de negro o de azul oscuro con los cabellos exquisitamente empolvados como conviene a su edad .Cuando habla su magnífico rostro de ojos castaños muy claros dulces y penetrantes , se embellece de manera increíble y no me canso de mirarlo .Deberá rondar los cincuenta años (tenía entonces 57) y pienso en lo bien parecido que habrá sido de joven .Habla de todo contando mil anécdotas entretenidas sin pretender abrumar a nadie, es modesto como un niño, aunque sin querer infunde respeto en todos”

Y también de  las palabras de Johanna podemos saber algo más acerca del carácter  y la delicadeza de modales de Wolfgang  y de como ella  valoraba esas pequeñas muestras de cariño, que son tan importantes en la consolidación de una amistad, y le escribe de nuevo a su hijo:

El otro día cuando le acerqué su taza de té   para que no se le enfriara, como se acostumbra a hacer en Hamburgo, me besó la mano . Me sentí muy azorada, incluso los que estaba cerca de mi me miraron con cierto asombro, pero Goethe logra que hasta la cortesía más sencilla se convierta en algo especial y majestuoso” 

La conexión entre ellos era extraordinaria,  y en  algunas ocasiones  era solo Johanna  quien lograba  vencer la reserva inicial de Goethe para participar en la reunión del salón,  esto se lo refiere también  a su hijo escribiéndole en la misma carta: 

Cuando Goethe llega a mi casa, siempre parece estar algo taciturno y confundido hasta que identifica a todos los presentes, y luego toma asiento junto a mi , un tanto retirado para poder apoyarse en el respaldo de mi silla y yo soy la primera en conversar con él , tras lo cual se anima y se vuelve extraordinariamente afable”

Y como en esas amistades verdaderas de las que habla La Fontaine, las pequeñas cosas pueden llegar a ser  algo muy  importante porque sirven para  estrechar aún mas los lazos de amistad entre los amigos , Johanna hace saber a su hijo en sus cartas, la  íntima alegría que experimentaba al poder compartir con Goethe estas cotidianidades tan triviales  de la vida, que tanto unen a las personas, escribiéndole:

“Cuando Goethe se marcha ya de casa, de noche enciende una pequeña linterna de mano y vuelve tranquilamente a su casa ¿Te imaginas a a Goethe con la linterna? 

 Y continua diciéndole:

“ Era jueves y en la velada no se leyó nada, pero se tocó mucha música ; cuando la mayoría de la gente se fue a la habitación contigua donde se encontraba el piano me quede a solas con Goethe y se puso a charlar conmigo de lo bien que quedaría una pantalla para la estufa, y enseguida hizo un esbozo con un par de trazos y me prometió que me ayudaría a montarlo ¿ Quien habría podido imaginar este Goethe?

Me gustaría tener mas tiempo o menos pereza de la que tengo para escribir y llevar un diario donde anotar todas estas impresiones que me son tan cercanas y queridas, hoy  por ejemplo Goethe ha estado muy entretenido pegando mis recortes florales sobre la estufa mientras contaba mil anécdotas “ 

Las relaciones entre Johanna y Goethe se interrumpieron cuando ella por motivos económicos tuvo que abandonar Weimar e irse a vivir a Bonn.

Su carácter  animoso, tan contrario al de su hijo Arthur, hizo que entre ellos existiesen diferencias  insalvables en la manera de concebir la propia  existencia, por lo que a partir de un cierto momento sus vidas tomaron caminos muy diferentes, porque ambos  tenían posturas irreconciliables

A partir de 1814  Johanna  llevó una vida  totalmente desligada de la de su hijo, al que no volvió a ver y del que no recibió ningún tipo de  ayuda, viviendo solo  de sus ingresos como escritora.

No obstante se ganó muy bien  la vida con la literatura y sus obras completas fueron publicadas bajo el título “Vida joven y viandante “ por la prestigiosa editorial Brockhaus en 1830. Murió en Jena en 1838.

Durante toda su vida Johanna recordó con mucho cariño esos días de cercanía y amistad con Goethe,  al que tanto admiraba y que tanto enriqueció su existencia, porque le conoció en  momento  más crucial de su vida, cuando nada más quedarse viuda decidió  cambiar de vida y mudarse a Weimar. 

 Y quizás fuese precisamente esta  amistad tan cercana y verdadera con un gran hombre, que según La Fontaine es aún mejor que el amor verdadero,  lo que le ayudase  a tomar la decisión  vivir contracorriente  y convertirse en una mujer escritora libre e independiente.

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Doctora en CC Biológicas, licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Oftal- mología. Autora del libro La patología ocular en la pintura a través de la historia clínica oftalmológica editado por la Sociedad Española lde Oftalmología. Autora de numerosos artículos sobre oftalmología y pintura. Ha impartido diversas conferencias sobre la influencia de las enfermedades visuales en la pintura en lugares como el Museo del Prado, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, la fundación Caixa Fórum y el Colegio Oficial de Médicos de Madrid.