Hoy el Atlético de Madrid se juega la final de una competición menor, de una competición que no vale nada, de una competición que a nadie interesa. Eso al menos es lo que dicen aquellos que no han vivido lo que una vez la Europa League fue para nosotros.
Porque muchos olvidan nuestro pasado, lleno de baches y derrotas. No recuerdan que es lo que nos hizo lo que somos ahora y que ya lo decía Sabina: ¡Qué manera de subir y bajar de las nubes! ¡Qué viva mi Atleti de Madrid!. Que el Atleti es final de Champions y final de Europa y que Neptuno merece un homenaje de los que sólo nosotros entenderemos.
He dormido mal y mi cabeza hoy solo piensa en rayas rojiblancas, así que disculpen si no me explico. ¡Qué sí! ¡Qué lo sabemos! Hemos perdido dos finales de la Champions frente a nuestro enemigo, ese que dice no considerarnos un rival digno y que nos da una palmadita en la espalda de falso amiguismo cuando las cosas nos van mal.
Estoy de acuerdo con Gabi cuando, en unas declaraciones que no he parado de escuchar los últimos días decía: “Hoy te diría que la Europa League es una mierda, pero me ha dado mucho”. No es la competición que queremos jugar, pero sí la que debemos ganar. Y efectivamente nos ha dado mucho. Tanto que nos enseñó que los triunfos, por pequeños que sean han de ser celebrados.
La Champions nos puso los pies en la tierra, de golpe y en seco. Y sigue siendo nuestro objetivo, porque somos un equipo fuerte y unido. Un equipo que aprende y enseña. Un equipo que aplaude más fuerte cuando el resultado es negativo y un equipo que llora, sí, cuando la fortuna, el mal juego y algún que otro señor vestido de amarillo nos recuerda que no siempre se gana, pero sí se aprende.
Y sin más me despido recordándoles que hoy el Atleti juega una final. Aplaudan y griten porque hoy el Atleti juega una final. Sufran y salten porque hoy el Atleti juega una final. Nos vemos en Neptuno…o no.