¿Que tienen en común un Príncipe Saudí, un banquero londinense, un jugador de baseball de las grandes ligas americanas, un especulador inmobiliario sudafricano y un rico ganadero argentino? Pues su saneada situación económica… y su amor por las carreras de caballos. Y es que desde los Rothschild hasta Griezmann, desde la Reina de Inglaterra hasta los dueños de Chanel compiten en la pista por tener el caballo más veloz y más resistente. Porque hay cosas que no dependen del dinero, o que no solo dependen del dinero. Tener en tu cuadra al ganador del Derby de Kentucky o de la World Cup de Dubai es un placer y un orgullo por el que pugna gente para los cuales el dinero, la relevancia social o los bienes materiales ha pasado a segundo plano. Y así todas las grandes capitales tienen un hipódromo, el cual es uno de los centros sociales. En París, el histórico recinto de Longchamp acoge algunas de las mejores carreras del mundo, al igual que el majestuoso Hipódromo de Ascot cerca de Londres cuyo el inicio de su principal meeting ha sido históricamente el pistoletazo de salida para la temporada veraniega de la aristocracia inglesa. Y que decir de la mítica pista de Epsom, donde se disputa la carrera más famosa del mundo, el Derby de Epsom, prueba a la que la Reina de Inglaterra jamás deja de acudir, y de cuyo nombre se ha tomado el término todos los duelos regionales de casi todos los deportes.

“Desde los Rothschild hasta Griezmann, desde la Reina de Inglaterra hasta los dueños de Chanel compiten en la pista por tener el caballo más veloz y más resistente”

Y, como no podía ser de otra manera, Madrid no iba a ser la excepción. Situado a pocos kilómetros del centro de la capital, circunstancia realmente anómala por tratarse de recintos que necesitan una gran cantidad de terreno, se encuentra el Hipódromo de la Zarzuela. Su construcción se inició en 1935 para sustituir al Hipódromo de La Castellana, pero al desatarse la Guerra Civil su finalización tuvo que esperar. Una vez finalizada la contienda, de las obras solo quedaban un montón de ruinas y tuvo que empezarse casi de cero, terminándose sus obras en 1941. Pero el Hipódromo de la Zarzuela no solo es uno de los principales pulmones verdes de la capital, donde viven y trabajan más de 300 personas, sino que es fundamentalmente un verdadero “Teatro de los Sueños”, un auditorio realmente especial. Así, sus tribunas están catalogadas como una de las más importantes y significativas obras de la ingeniería civil de su época. Obra del Ingeniero Torroja, su voladizos son un verdadero referente técnico y es visitado habitualmente por estudiantes e historiadores. Y es que el hipódromo madrileño esta catalogado como Monumento Histórico Artístico. Pero si el recinto es imponente, más fascinante resulta todavía la actividad que alberga. Porque si las carreras de caballos desde la antigüedad se han denominado “El Deporte de los Reyes”, no es solo por su vinculación a las clases más pudientes, sino fundamentalmente por su excepcional espectacularidad, que hacían que el resto de los deportes y diversiones palidecieran a su lado. Plástica y emoción; la vida en los dos minutos que dura una carrera.

“El Hipódromo de la Zarzuela no solo es uno de los principales pulmones verdes de la capital donde viven y trabajan más de 300 personas, sino que es fundamentalmente, un verdadero «Teatro de los Sueños», un auditorio realmente especial”

Un día en las carreras en el Hipódromo de Madrid es algo “diferente”. Puede gustar o no gustar, pero es un espectáculo único. Para empezar es un recinto integrador, moderno con una oferta familiar donde se conjugan cuidadas praderas de césped al aire libre donde los niños corretean entre castillos hinchables, pinta caras o paseos a caballo para los más pequeños, con una oferta gastronómica variada y de primer nivel en sus cuidadas terrazas. Pero el turf (anglicismo con el que se denomina a todo el entramado de las carreras de caballos) es algo más que ocio. Es velocidad, riesgo y espectacularidad, y sobre todo, glamour y apuestas. Porque en el turf lo que no es leyenda es vulgaridad. Un espectáculo que consigue congregar desde lo más granado de la aristocracia y del mundo de los negocios, con verdaderos expertos en caballos apasionados por el juego. Un micromundo fascinante y uno de los pocos espectáculos que aúnan a un acontecimiento social un reto deportivo. Políticos, empresarios, aristócratas y aficionados “de toda la vida” comparten grada, donde se crea un vínculo entre aficionado y caballo difícil de describir. Los caballos no solo tienen un dueño físico sino cientos de aficionados que han apostado por el, y que durante ese día pasan a ser parte de la cuadra, siendo “su caballo”. Y ese vínculo trae otro más duradero. Se empiezan a conocer los caballos, sus virtudes y defectos, su forma de ser, sus manías… porque cada caballo es un mundo por descubrir, y en los que los aficionados se sienten reflejados, creando filias y fobias. Porque el turf es como la vida, para lo bueno y para lo malo.

Políticos, empresarios, aristócratas y aficionados “de toda la vida” comparten grada en el Hipódromo de la Zarzuela, donde se crea un vínculo entre aficionado y caballo difícil de describir

Hace años se estrenó una película que en momento tuvo bastante éxito, cuyo título era “The Game”. Protagonizada por Michel Douglas, giraba alrededor de un extraño y fascinante regalo que se le hace a un multimillonario, y cuyo apéndice era “¿Que le regalarías a un hombre que lo tiene todo?”. Pues bien, si en vez de una película se tratara de un obsequio en la realidad, la respuesta sería fácil; un caballo de carreras. Uno de los animales más perfectos y armónicos de la naturaleza, que el hombre ha ido seleccionando durante siglos y que han fascinado a los habitantes de todas las culturas.

Bienvenidos al Hipódromo; bienvenidos al mayor espectáculo del mundo.

*El Hipódromo de la Zarzuela esta ubicado en el Km 8 de la A6. Se celebran carreras todos los domingos a partir de las 11.30 a.m., finalizando la temporada de otoño el domingo 3 de Diciembre