Año 1963. Con un desconocido actor americano como protagonista y acompañado por un equipo de rodaje hispano-alemán, un joven director italiano muy influenciado por el Péplum comienza a rodar o mejor dicho intenta rodar (los decoradores se acaban de llevar parte del atrezo por falta de pago) una película que interpreta de una manera muy sui generis los grandes western americanos. En ese momento nadie es consciente, pero se puede decir que se está produciendo una revolución en el cine europeo. La película se titularía “Por un puñado de dólares” y acababa de nacer el spaghetti western.
«En ese momento nadie es consciente, pero se puede decir que se está produciendo una revolución en el cine europeo. La película se titularía “Por un puñado de dólares” y acababa de nacer el spaghetti western»
“Por un puñado de dólares” no fue el primer wéstern por Italia, pero sí el primero que se distribuyó fuera de sus fronteras, y aunque la crítica se mostró fría ante este nuevo género, la película rápidamente obtuvo un gran reconocimiento por parte de los espectadores lo que daría lugar a dos películas más (“La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”) que conformarían la conocida como “Trilogía del dólar”. Así el personaje del “Hombre sin nombre” con su violencia, su parquedad en las palabras y su falta de escrúpulos comenzó a ser una referencia para muchos de los amantes de las “películas de vaqueros”. Y es que viéndolo con perspectiva “Por un puñado de dólares” fue una película realmente innovadora. Su exagerada violencia, la parquedad en los diálogos, esa falta de moralidad en sus protagonistas y sobre todo la manera de rodar los cruces de miradas mediante unos estáticos y profundos primeros planos, hicieron de esta película una verdadera reinterpretación tanto ética como estética del western, todo ello acompañado de una banda sonora tan acertada como original firmada por ese genio/artesano llamado Ennio Morricone. Peero junto a tanta originalidad, también había una parte de “homenaje” (como de esperar en un producto nacido de esa manera) a otros títulos… Así, el maestro Kurosawa demandó a sus responsables por el plagio (indudable) a su “Yojimbo”, siendo condenados los productores europeos a pagar el 15% de las ganancias del western, así como los derechos de distribución en diferentes países asiáticos. Por cierto Kurosawa afirmó tiempo después haber ganado más dinero por “Por un puñado de dólares” que por “Yojimbo”.
Y claro, un éxito así tiene sus consecuencias. Y si analizamos con calma la posterior carrera de los artífices de “Por un puñado de dólares” se podría decir que es un compendio de lo que fue más tarde la gloria de Hollywood. Así el citado Morricone, amigo de la infancia de Leone, sería el responsable de bandas sonoras tan reconocidas (y reconocibles) como “Érase una vez en América”, “La misión”, “Los intocables de Eliot Ness” o “Cinema Paradiso”, ganando dos Premios Oscar entre otra multitud de galardones. Por su parte este film fue sin duda el punto de partida para Sergio Leone de una gran carrera, tanto en la dirección como en la producción. A Sergio el cine le venía en la sangre, ya que su padre Vincenzo Leone fue un reconocido director de cine hasta que Mussolini le pidió opinión sobre un guion que el dictador había escrito y el bueno de Vincenzo no tuvo otra ocurrencia que decir lo que realmente pensaba… A partir de ese momento nunca más volvería a dirigir. El pequeño Sergio comenzará su andadura en el cine colaborando nada más y nada menos que con Vittorio de Sica con unos escasos 20 años en el “Ladrón de bicicletas”, y tras triunfar con sus spaghetti western filmaría la maravillosa “Erase una vez en América”, muriendo pocos años más tarde. Y si a Enzo y a su amigo Sergio esta película les supondría el comienzo de una brillante carrera que decir para el protagonista, Clint Eastwood, en ese momento encasillado en papeles de buena persona (en serio) debido a su papel secundario en la teleserie Rawhide. Clint firmó un contrato de 15 000 dólares y un Mercedes por once semanas de trabajo y tras ello su carrera despegaría hacia el infinito. Porque al margen de modas, modos y modernas invenciones, es indudable que es uno de los grandes tótems cinematográficos de los últimos 50 años, en todas las facetas del mundo del celuloide.
Además el spaghetti western, género que cautivo a una generación y cuya piedra fundacional fue “Por un puñado de dólares”, tiene una clara raigambre española, sobre todo madrileña, porque aunque por todos es sabido que bastantes de esas simpáticas y artesanas películas fueron rodadas en el sur de España, menos conocido es el hecho de que la principal localización de esos largometrajes fue la Comunidad de Madrid, donde se rodaron más de 200 títulos en poco menos de década y media, entre otras la citada “Por un puñado de dólares”. Y es que Golden City, el pueblo fronterizo donde se desarrolla esta película estaba situado en las afueras de Manzanares el Real (fue el primer pueblo del Far West construido fuera de los Estados Unidos) y el río tan presente en la trama no es otro que el Alberche. Pero esto solo sería el comienzo, ya que por ejemplo las otras dos restantes películas de la trilogía también se rodarían en plena sierra madrileña, en Hoyo de Manzanares “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo” junto a Colmenar Viejo.
«El spaghetti western tiene una clara raigambre española, sobre todo madrileña, donde se rodaron más de 200 títulos en poco menos de década y media»
Porque en la magia del cine hay mucho de sentimientos compartidos, y los spaghetti western son muy españoles, tanto por estética y esencia como por su falta de sentimentalismo. Y por supuesto, por sus localizaciones. Y es que de Colmenar a los Western, y del Alberche a Kurosawa, pocas cosas más universales que una buena peli de vaqueros. Y si está rodada en la Sierra de Madrid, más aún