Su interpretación en el largometraje “Lugares a los que nunca hemos ido”, trabajo póstumo del director Roberto Pérez Toledo, le ha llevado a alzarse con uno de los galardones más emblemáticos en la 25 edición del Festival de Málaga. Desde las tablas hasta la gran pantalla, su presencia en el sector de las artes escénicas durante años le ha permitido adquirir multitud de conocimientos y herramientas que poder aplicar diariamente en su profesión. Hoy, en The Citizen, Pepe Ocio nos ofrece la oportunidad de hablar sobre la magia del audiovisual, la inmortalidad de los proyectos cinematográficos y el legado de un gran director de cine español.

¿Dónde se formó profesionalmente como actor? ¿Tuvo claro desde el principio que quería dedicarse a esta profesión?
Principalmente, aunque he hecho muchos seminarios y cursos, la formación completa la hice en el estudio Juan Carlos Corazza.
Cuando era pequeño, sí. Luego, estudié Odontología y empecé a trabajar como dentista y, cuando acabé la carrera, volví a sentir el impulso. Me puse a estudiar arte dramático mientras trabajaba como dentista para pagarme los estudios y luego, al poco de acabar arte dramático, empezó a salirme trabajo.
Desde el Festival Internacional de Cine de San Sebastián hasta el Festival de Málaga, ¿cómo ha sido la evolución de Pepe Ocio a lo largo de estos años y cuál es el género en el que encaja su interpretación?
Con el primer papel que hice así importante, que fue la peli “Camino”, fui al de San Sebastián y este año, al de Málaga. Entre medio ha habido un montón de cosas y la evolución ha sido irme dando cuenta más de hacia dónde quería ir. Uno empieza a trabajar y, claro, en la escuela no te enseñan qué tipo de actor quieres ser, te enseñan herramientas que puedas utilizar en el trabajo y a medida que tú vas trabajando empiezas a darte cuenta de qué te gusta más y qué te gusta menos, de dónde encajas más y dónde encajas menos. Ni siquiera, a veces, es una cuestión de gustos. No es que esté bien o mal sino de dónde encajas más. Por ejemplo, lo que más me ha sorprendido a lo largo de estos años es que en el teatro he encontrado un sitio que yo no esperaba. He desarrollado papeles increíbles con directores increíbles en teatros muy grandes que era algo que por ejemplo, a priori, no estaba en mis planes. De todo lo que he ido haciendo a lo largo de estos años, que en el fondo no han sido tantos para la edad que tengo, quizá el teatro es lo que más me ha sorprendido y también me ha seguido dando herramientas para actuar en cine y televisión.
Ahí da igual que sea drama o comedia, donde sea una actuación más de verdad es donde yo me encuentro más cómodo. Cuando la actuación tiene que ser un poco más… no sé cómo explicarlo sin que parezca ofensivo. No es que haya actuaciones de mentira, pero sí que hay tipos de productos que son un poquito más estereotipados y no me encuentro tan a gusto y, además, es que no me sale bien. Cuando he hecho alguna prueba o algún papel de ese estilo creo que no encajo bien porque me encuentro más incómodo.
¿Dónde se encuentra el punto de inflexión, el antes y el después, que ha marcado su carrera profesional?
Tengo varios, pero te diría dos. El primero fue la primera película que hice que fue “Camino”, ahí me di cuenta de que podía hacerlo porque era muy joven y acababa de terminar arte dramático. Y te diría que otro punto de inflexión fuerte fue cuando hice la obra “Lluvia constante”, que dirigió David Serrano y que yo protagonizaba con Roberto Álamo porque fue una sustitución y me la tuve que preparar en una semana. Ahí entendí, de alguna manera, que si eso salía bien no era capaz de hacer todo, pero sí era capaz de hacer muchas más cosas de las que yo creía, y salió bien. Yo creo que me dio mucha confianza y las cosas empezaron a ir mejor todavía a raíz de ese montaje.

Uno de sus últimos trabajos vino de la mano del director Roberto Pérez Toledo, ¿qué le ha aportado trabajar con este director de cine español?
Me aportó que es el director que más me ha sacado de mi zona de confort. Siempre me ha dado personajes que, a priori, otros directores no me han dado. Me ha ayudado mucho a conectarme con la parte mía más sensible, digamos. Luego, él trabajaba desde un lugar muy tranquilo que en audiovisual, tanto en cine como en tele, es menos común porque siempre pues hay prisas. Él enseñaba mucho a romper barreras, tanto físicas como emocionales. Te ayudaba mucho a que en el fondo, incluso trabajando si algo no sale bien, no era tan grave, a no tomarnos la vida tan en serio.
¿Recuerda algún consejo, alguna frase, que vaya a tener presente a partir de ahora?
He hecho dos pelis con él, “Como la espuma” y ahora esta última que es con la que ganamos en Málaga. Cuando rodábamos “Lugares a los que nunca hemos ido”, sobre todo ensayando, me dijo: “No te asustes, al final, todo te sale bien”. Generaba mucha confianza. De eso, por ejemplo, sí me acuerdo ahora. Había una parte muy difícil de lo que teníamos que hacer en la película y me dijo: “Pepe no te asustes, siempre te asustas y al final todo te sale bien”.
Tras su trato con Roberto Pérez, ¿diría que es importante la relación existente entre director y actor a la hora de abordar un proyecto?
Creo que es esencial. Hay un porcentaje muy alto del éxito, tanto en teatro como en audiovisual, que tiene que ver con la relación que tú tienes porque, según como nos entendamos, es más fácil que el proyecto salga bien. Él o ella tiene que traducirnos qué es lo que quiere y nosotros tenemos que ponernos en sus manos entonces si tú no confías es muy difícil que salga bien. Los directores tienen que generar en el actor confianza, relajación, disfrute, amor por el proyecto…Y los actores tienen que entregarse a todo eso para que su creatividad y su talento explote y haya esa sinergia. Si hay una mala relación que, por desgracia, muchas veces pasa aunque más que mala pues que no te entiendes tanto, siempre va en detrimento del trabajo, del resultado.
«Representa un poco un paso de la edad fatal, una madurez mal encajada y, sobre todo, una utilización del poder muy mal entendida»
¿Cómo trabajó el guion de “Lugares a los que nunca hemos ido»? ¿Qué fue lo que más le gustó de su personaje a la hora de interpretarlo?
Como son historias individuales, historias cortas y la mía eran veinte minutos en los que prácticamente no paro de hablar, pues ensayando mucho, como si fuera un poco teatro porque no había mucho tiempo para rodarla y es una película que tenía que tener muchísima verdad. Y la verdad, en mi caso, sale a raíz de la investigación y del trabajo entonces yo ensayé mucho con mi compañero, ensayé mucho en casa y ensayé mucho con Roberto. Ensayando, ensayando y ensayando y probando hasta que van saliendo las cosas y luego, como siempre, dejar que en los días de rodaje suceda la magia, lo que no ves.
Es un villano pero se profundizaba en su soledad y en su desgracia y entendías por qué era un villano. No era un estereotipo, no era como un malo que dices: ‘Uy, ¡qué hombre tan malo!’. Es así porque mira qué solo está o mira lo que le pasa. Todas las aristas que puede tener el personaje se muestran en la película entonces a mí siempre me ha interesado eso, mostrar la parte más humana. Vemos a un malo y un bueno, pero me resulta más interesante entender por qué alguien está así. Representa un poco un paso de la edad fatal, una madurez mal encajada y, sobre todo, una utilización del poder muy mal entendida.

Este largometraje, ¿hará reflexionar al espectador sobre la realidad que viven en su día a día?
Sí, porque no solo con mi personaje sino con los personajes del resto de compañeros, aunque sirve para cualquier edad, habla mucho de la crisis de los cuarenta. Pero, en general, habla de que cuando hay cambios en la vida y llegas a determinados puntos en tu vida, que yo creo que eso puede pasar a cualquier edad, en los que sabes que algo tiene que cambiar para seguir adelante, como si algo en ti tuviera que morir para que renazca algo nuevo.
«Hay algo de intentar que el espectador sea un observador de la realidad más allá de que esté viendo una película»
¿Cómo definiría el lenguaje audiovisual y la composición de las escenas empleado en la película por Roberto Pérez?
El lenguaje audiovisual, en esta en concreto, es supernaturalista y utiliza mucho primer plano. Hay mucha cámara en mano y primer plano. Hay algo de intentar que el espectador sea un observador de la realidad más allá de que esté viendo una película. Hay planos muy cerca, casi sin maquillaje, prácticamente yo no llevaba, entonces se nos ven las arrugas, las lágrimas…Hay algo de acercarse mucho a los sentimientos a través de la cámara. Juega mucho con la naturalidad del actor, de los personajes y por eso los pone en diferentes situaciones muy diferentes a lo que te puedes esperar según empieza su historia. Es como que en un periodo de tiempo el espectador puede ver al personaje pasar por varias situaciones en las que puedes entender mejor qué tipo de persona es.
¿Cómo ha sido compartir espacio de rodaje con actores como Francesc Corbera?
Francesc y yo nos conocemos desde hace muchos años. Él es actor en esta película y también es productor, fue quien junto con Roberto levantaron este proyecto justo cuando estábamos saliendo del confinamiento. La verdad que fue muy bonito porque nunca había trabajado con él y él, junto con Roberto, son el alma de esta película con lo cual, pues un regalo.
Recibió la Biznaga de Plata a la Mejor Interpretación Masculina de Zonazine. ¿Qué le ha supuesto como actor recibir este premio?
Primero, una sorpresa porque no me lo esperaba. Me lo dijeron al llegar allí porque te lo tienen que decir para que no te vayas. No hay nominaciones, el jurado elige y delibera. Yo no me lo esperaba. Una sorpresa, desde luego, lo primero. De hecho, cuando me dijeron que me lo habían dado yo les dije: ‘Os estáis confundiendo, yo soy Pepe Ocio’, les dije. Calcula dónde tenía yo la cabeza. Mucha alegría y, sobre todo, más allá de todo el movimiento que puede haber que es verdad que ves que te llaman directores, sobre todo, para mí lo que fue más sorprendente y que me sigue pasando es la cantidad de mensajes, llamadas y gente en persona que de forma supercariñosa se ha alegrado por llevarme un premio tan importante. Sobre todo, es el cariño y el agradecimiento de la gente, aluciné. Recibí más de cuatrocientos mensajes en un fin de semana, los conté porque a mí me gustan mucho los números, yo soy muy de ciencias entonces los empecé a contar entre Instagram, WhatsApp, Telegram, SMS…
«cuando salen las críticas, el problema es que tú te tienes que subir el día siguiente al escenario»
Atendiendo a su respuesta, ¿diría que el feedback con su audiencia se encuentra muy presente tras estrenar o participar en un proyecto?
Sí, a mí me interesa mucho lo que piensa alguna gente cercana, no todo el mundo porque, al final, el arte es muy subjetivo. Yo escucho a todo el mundo pero no puedo hacer caso a todo el mundo porque hay veces que te dicen “este papel tuyo es maravilloso” o, de repente, otra gente te dice “esto no me ha gustado, pero me ha gustado esto”. Lo que sí es verdad es que yo tengo gente de confianza que sé que tenemos unos gustos parecidos entonces a veces pregunto qué les han parecido los trabajos. Yo que he trabajado con Concha Velasco, ella siempre me decía que nunca hay que subestimar al público, que el público no es tonto ni muchísimo menos, es muy inteligente y que el público sabe. Es verdad que según voy leyendo, escucho, recibo, soy muy agradecido y es verdad que yo siempre he recibido mucho cariño. Lo que yo no leo tanto y no soy tan fan es de las críticas de algunos blogs porque yo ahí creo que se juntan otras cosas. En teatro, por ejemplo, yo no leo las críticas. Una obra de arte depende de muchas cosas, no solo depende del actor o de la actriz y en las críticas teatrales, sobre todo, a veces ponen verde o gusta mucho la obra entera pero se carga muchas veces las tintas cuando algo no sale bien o cuando gusta, se exagera mucho sobre el actor o sobre la actriz porque es la cara visible. Además, cuando salen las críticas, el problema es que tú te tienes que subir el día siguiente al escenario, no es como una película. Yo creo que hay que tener mucho cuidado con ni las malas pero tan poco las muy buenas, entonces yo mientras estoy actuando no leo una sola, la gente que ya me conoce lo sabe, no me las envían. No leo nada. A veces cuando ya he acabado me dicen “léete esto que es interesante”, pero mientras estoy en temporada en el teatro no leo nada aunque me digan que me han puesto bien. El teatro es un día a día entonces tienes que estar ahí, peleando cada día y ahí tienes que tener comunicación con quien toca, con el director, con la directora, con tus compañeros…Si estás pendiente a las críticas, no eres ni tan malo como dicen ni tan bueno como dicen a veces.

Llevamos medio año repletos de estrenos de largometrajes de los que poder disfrutar, ¿qué película recomendaría a nuestro lector?
Yo creo que le recomendaría, porque fui a verla a la academia, ya está estrenada y sigue en cines, “Cinco lobitos”. La directora se llama Alauda Ruiz de Azúa y a mí me parece una película supernecesaria, muy bonita, muy artesanal, con muchísima verdad. Me parece una película increíble.
De cara al futuro, ¿se encuentra enredado en proyectos venideros?
Tengo que estrenar ahora, aparte de la película de Roberto, una serie para HBO que se llama “¡García!”. No tenemos fecha de estreno pero entiendo que será este año. Y luego estoy metido en dos proyectos pero no me dejan decir nada. Hay uno que ya he grabado pero no me dejan todavía decir que estoy en ello y otro después de verano que tampoco me dejan decir que estoy en él todavía.
Ahora estoy de gira con una obra de teatro clásico que se llama “República de Roma”, que está escrita por Roberto Rivera y dirigida por José Pascual. Está basada, de manera central, en el discurso de Cicerón que cambió la historia de la democracia que llamaron, más adelante, las “Catilinarias”. Es sobre eso, sobre el discurso de Cicerón en el Senado de Roma y un poco del fin de la República de Roma para cuando comenzó el Imperio Romano. A nivel histórico y a nivel de montaje es superinteresante. Es muy interesante porque habla de cosas que desconocemos de la figura de Cicerón, de Catilina, de la gente que estaba en las sombras y, luego, que no es tan diferente a la política de hoy en día. Al final, entre Cicerón y Catilina, digamos que Cicerón tenía una parte un poco más conservadora y Catilina más revolucionaria entonces te pueden sonar ciertos discursos a ciertos políticos que podemos escuchar ahora.
Por último, me gustaría cerrar la entrevista con un espacio donde poder dedicar unas palabras en honor al director español Roberto Pérez.
Por mucho que diga será poco homenaje, pero sí puedo decir que Roberto era la persona, seguramente, más sensible, inteligente emocionalmente, divertido, curioso de la vida, bondadoso y talentoso. No conozco a nadie que pueda decir una sola palabra mala de Roberto. Para mí, trabajar con él dos veces y el haber ganado un premio tan importante de su mano… No puedo tener más que palabras de agradecimiento hacia él y me parece que, de alguna manera, él movió hilos desde el cielo para que sucediera. Era una maravilla y, aunque lo echamos mucho de menos, gracias a todo el legado audiovisual que ha dejado lo tenemos muy presente. Es un regalo que podamos siempre recurrir a sus cortos, a sus películas y a sus textos. Lo bueno del cine es que la gente que ha hecho cosas grandes, siempre es eterna.