La serie del año. Que difícil. Pensemos… el impacto de “Chernobil” ha sido brutal, qué duda cabe. Una ambientación magnifica, unas interpretaciones de lujo… pura calidad, está claro. Y encima da prestancia hablar maravillas de ella. Pero espera, que allá al fondo alguien levanta la mano reclamando airadamente el cetro para la que es unánimemente considerada la serie más icónica de la última década. Efectivamente, “Juego de Tronos” está lo más arriba en cualquier ranking de series, que para eso se puede considerar que ha sido un auténtico fenómeno social. O también podríamos bajar al barro de las habitualmente minusvaloradas comedias, y poner el foco en la original “Fleabag”. Y es que hay tantas, tan diferentes y de tanta calidad… como se dice ahora “mestallalacabeza”. Pues nada, voy a salir a que me de el aire, a ver si veo al Gato… ¿Qué no conocéis al Gato? ¿En serio? pues habrá que hablar de “Malaka”. Pues mira, sí, ya tengo elección, una serie española emitida en abierto por una cadena pública (donde jugaba de visitante) y que ni rompió los ratings de audiencia ni enamoró a los críticos de lapicero y cuaderno. Fue como ese atleta mexicano que su madre era originaria de Riofrío, su padre nació en Aguas Calientes, y le llamaban el tibio… Esa es la mía.

«habrá que hablar de Malaka”, una serie española emitida en abierto por una cadena pública (donde jugaba de visitante) y que ni rompió los ratings de audiencia ni enamoró a los críticos de lapicero y cuaderno»

Porque Malaka” rules. Un producto sincero en una Málaga nada turística y desarraigada, con unos buenos que son algo malos y unos malvados que no lo son tanto. Pero no nos engañemos, es una serie de difícil digestión, no es fast food ni se come de pie, es un menú de sobremesa pausada. Si te cuentan el argumento no parece nada nuevo, pero sí que es nueva. Y mucho. Malaka” es una serie que poco a poco se supera, que va enganchando al espectador, sin concesiones y que pese a tener una identidad muy marcada tiene un carácter global, casi universal, mostrándonos una ciudad que nadie conoce con micromundos que se van conformando hasta montar un brillante puzzle. Y es que es un trabajo programado y medido dentro de un caos controlado. Una serie sin esos brochazos dulzones tan habituales en nuestras televisiones.

Y como siempre en estos productos, el reparto y la dirección de actores marcan la diferencia entre el “porqué no” al “seguro que sí”. Una Maggie Civantos, simplemente magnífica y magnética. Hay que ver como está creciendo está actriz. Que creíble, que áspera, que sincera. Un final nada feliz de una feliz serie. Pero la serie se la come Reina con su “Gato”, personaje autodestructivo, atormentado pero sincero consigo mismo, salpicado de ambages y aristas, que lo borda sin caer en maniqueísmos ni caricaturizaciones. Un verdadero descubrimiento. Se merece todo y varias veces, y para comenzar un spin-off.

Sin duda “Malaka” es una serie de que bebe de “Fariña” y del modo de interpretar la televisión de la mítica Crematorio”, un producto HBO. HBO con las hamburguesas de la Tota. Sabor a La Palmilla, a sal, a inmigración y a vida.

Me quedo con Malaka”