“No recordamos los  días, recordamos los momentos vividos” Cesare Pavese

Estas palabras de Cesare Pavese nos pueden hacer reflexionar sobre como nuestro cerebro es capaz de evocar recuerdos  al ver una imagen, y de como hay pintores que con sus obras son capaces de jugar con  los recuerdos que acumulamos  en la memoria  estimulando nuestra mente de forma inconsciente.

Todos ellos tienen en común un gran dominio de la técnica y nos muestran con sus cuadros imágenes que son como una instantánea fotográfica de una situación ya conocida y vivida, actuando de forma similar a como nuestro cerebro guarda  los recuerdos en las redes de conexiones neuronales.

Son sobre todo pintores costumbristas y de pintura hiperrealista que utilizan lo que se denomina “constancia situacional” poniendo delante de nuestros ojos situaciones que todos hemos podido vivir en algún momento de nuestra existencia, y que sin saber cómo volvemos a evocar al ver sus cuadros.

Desde el punto de vista médico la visión de estas obras pictóricas estimularía en nuestro cerebro la zona del hipocampo, situada en el lóbulo temporal, que es donde se localizan los recuerdos.

Dos de los  pintores que pueden producir estas sensaciones, muchas veces inquietantes en nosotros, son Jan  Vermeer y Eduard  Hooper, los dos de épocas muy diferentes, pero que utilizan exactamente  las mismas técnicas de evocación de los recuerdos en nuestras mentes.

Su pintura tan característica  ha impresionado desde antiguo a grandes escritores como Proust, que afirmaba que Vermeer aunque tiene una obra muy hermosa, siempre sería para la posteridad  un pintor desconocido y distante, porque realmente  su espíritu nunca llega a impregnar su pintura.

 Vermeer era un maestro manejando la perspectiva, el color y las sombras. Parece ser que se sirvió de toda la tecnología de su época para poder pintar sus cuadros y que utilizó la cámara oscura con la ayuda del microscopista holandés Leeuwenhoek. 

Paul Claudel también comenta que  es precisamente la banalidad de los temas de  los cuadros de Vermeer lo que   hace que al mirarlos nuestro cerebro note  en ellos algo que le es familiar, pero a la vez extraño y un poco  espeluznante, que invita a observar sus obras  como a través del ojo de una cerradura, despertando en nuestra mente una especie de rechazo, algo que puede hacer que al mirarlos evoquemos una situación ya vivida, que se acompaña una sensación muy diferente de unos a otros.

Los temas que trata Vermeer realmente son los mismos que los de otros pintores de la escuela flamenca de su época ,sin embargo solo él  es capaz de despertar esa sensación  de “voyeur” en quien mira sus cuadros, debido a su virtuosismo técnico, con el que logra despertar en el cerebro de cada persona la evocación de una situación que ya ha vivido,  que ha sido retenida como tal en sus sinapsis neuronales, y que  después ha sido guardada como un recuerdo, dando lugar a múltiples interpretaciones del motivo del cuadro.

Fig 1, Jan Veermer. Dama con virginal y caballero

Si consideramos por ejemplo  la obra “Dama con virginal y caballero” (fig 1) podemos encontrar en ella mucha ambigüedad. El artista parece querer mostrarnos muchas verdades y cada una tiene el mismo valor que las demás. 

En principio podremos preguntarnos: ¿cuál es la relación entre el hombre y la mujer representados en el cuadro? ¿El hombre es su amigo, su amante, un pretendiente o simplemente su profesor de música? ¿El esta disfrutando al escuchar la música o realmente piensa que ella podría hacerlo mejor? 

Pero, ¿la mujer realmente esta tocando el instrumento o simplemente esta esbozando algunas notas mientras piensa en otra cosa, como en una reconciliación, en una separación o quizás en algo mucho mas banal? 

Todos estos escenarios tienen igual validez, y  si avanzamos en el tiempo, de los cuadros holandeses pintados por Veermer en el siglo XVII  podemos llegar a los de Eduard Hooper realizados  en Nueva York al principio del siglo XX y llegar a tener casi las mismas sensaciones, porque también estas obras, una vez analizadas por nuestro cerebro, le llevarán  a las mismas certidumbres, y a evocar los mismos circuitos cerebrales de acumulación de imágenes, aunque cambie la época y las costumbres.

Porque los dos artistas nos muestran con sus cuadros la misma situación de ambigüedad, y el motivo pintado se convierte en la representación eterna de todas estas situaciones.

Fig 2. Eduard Hooper .Habitación en Nueva York

Eduard Hooper en el cuadro “Habitación en Nueva York “ (fig 2) nos muestra como Vermeer a un hombre y a una mujer, podemos pensar que quizás sean matrimonio o quizás no.

El esta absorto en la lectura del periódico, y ella como la protagonista del cuadro de Veermer, esta con las manos sobre el teclado del piano, pero no parece estar en la postura de tocarlo, quizás este pensando en abandonar al hombre, o también quizás  este aburrida pensando en una banalidad o simplemente ambos estén esperando que pase el tiempo para poder salir de casa.

El cerebro puede plantearse muchas situaciones posibles, pero nunca podemos saber cual de ellas es la que realmente nos quería mostrar el pintor en su cuadro.

La constancia situacional que muestran los dos cuadros es prácticamente la misma, porque los dos artistas juegan con los mismos recuerdos para despertar en nuestro cerebro la misma sensación. 

Una sensación que desde luego será distinta en cada uno de nosotros, porque realmente es el pensamiento individual de cada espectador el que determina lo que esta ocurriendo y cada persona dependiendo de su carácter y de su estado de ánimo podrá tener una percepción u otra de lo visto en el cuadro.

Esta sensación de ambigüedad tratada de manera similar por ambos pintores podemos encontrarla también en la obra de Vermeer “La lectora en azul “( fig 3), en la que podemos ver a una joven, quizás embarazada que está leyendo una carta. El contenido de la misma puede ser trivial o importante, puede ser triste o alegre,  esto es algo que realmente nunca podremos llegar a saber, y dependiendo las conexiones cerebrales  y de los recuerdos de cada uno, lo asociaremos a una situación diferente.

Fig 3. Vermeer “La lectora en azul“
Fig 4. Habitación de hotel

Y de nuevo Eduard Hooper cuando pinta  su obra  “Habitación de hotel”( fig 4) vuelve a utilizar la misma constancia situacional, pintando un cuadro donde muestra una mujer que, como la de Vermeer,  también esta  leyendo algo totalmente concentrada y aislada de todo lo que la rodea. Esta sentada sobre la cama, se ha quitado el sombrero, el vestido y los zapatos y parece que  no tiene fuerzas para deshacer el equipaje 

Este cuadro se encuentra en la colección  del museo Thyssen en Madrid y  al consultar el catálogo refieren que la mujer representada simplemente esta consultando un horario de trenes. 

Sin  embargo  al mirar el cuadro también podríamos pensar que  ese papel que  la mujer tiene entre sus manos ya lo ha leído, porque lo mantiene muy alejado de sus ojos, y por su sensación de  tristeza y abatimiento podría tratarse de una carta de despedida de su amante al que habría seguido  después de abandonarlo todo hasta esa habitación de hotel , y que  al llegar en lugar de encontrarle, solo ha hallado la  carta que  ahora tiene entre sus manos.

Cada persona que se ponga delante de este cuadro puede jugar con sus  propios recuerdos e imaginarse una historia diferente en función de situaciones vividas en el pasado, acumuladas por su memoria en el lóbulo temporal de su cerebro en forma de fotogramas que muestran situaciones similares a las representados en el cuadro y esto  puede llevarle a evocar unas u otras  según su estado de ánimo y su carácter.

Quizás por esto este tipo de pintura ha impresionado tanto a grandes escritores, porque el mirarla a veces puede llevarnos a escribir una historia jugando con los recuerdos de esos momentos vividos y no olvidados que guarda inconscientemente nuestro cerebro en su memoria, porque  como dice Cesare Pavese, “nuestro cerebro no recuerda los días, sino  solo los momentos vividos