Fotografias Pablo Rodrigo
Francisco Javier Linares Moreno, más bien conocido como Jota Linares, se define como «un chaval de un pueblecito de Cádiz que siempre soñó con hacer cine», y que, finalmente, está cumpliendo su sueño. Su entusiasmo es contagioso, y su pasión por el cine, arrolladora.  Hace apenas unos meses estrenó su segunda película, “A quién llevarías a una isla desierta”: Estrenada directamente en Netflix, fue protagonizada nada más y nada menos que por María Pedraza, Jaime Lorente, Andrea Ros y Pol Montañés. Hablamos con él de sus inquietudes, sus sueños, y de su último proyecto. 

 

¿Y si no hubieses sido director, qué hubieras hecho?

Nunca me lo he planteado, y creo que por eso lo he conseguido. A pesar de vivir años muy complicados (como todo el mundo) nunca me planteé otra cosa. Mi hábitat natural es detrás de las cámaras, soy demasiado tímido para estar delante…

«A quien te llevarías a una isla desierta» empieza como un corto, luego a teatro, y finalmente a un largo. Desde luego eres colmo de la constancia …

[risas] Sí, con la película tuvimos la sensación de que cerrábamos el ciclo. Ha sido una experiencia muy bonita, sobre todo porque los personajes han ido creciendo y evolucionando durante ocho años, una cosa que nunca había vivido como director; es decir, que los personajes te acompañen durante tanto tiempo. El corto era el equivalente a los 15-20 minutos que en la película dura la fiesta. Y eran chavales celebrando su último día de universidad. Luego llegó la crisis, lo atrasó todo, pero esta historia como que no se me iba de la cabeza. Escribimos la obra de teatro, y ya no se da en la universidad, sino en los años posteriores, que era justo lo que estábamos viviendo nosotros, y desubicados por todo lo que había pasado. Ahí fue donde encontramos el corazón de la historia.

Vamos, que los personajes también crecieron con vosotros

Sí, sí, son personajes que los sentimos como nuestro. Sentimos como la sensación de que esos personajes son reales.

El tema de Netflix: cuando conseguís que os produzca debió de ser un subidón …

Totalmente. Fue un subidón no solo por el alcance, que también, sino por el amor que desprendían por el proyecto. No es una peli fácil: es un drama y además de protagonistas jóvenes, que puede dar dificultades a la hora de saber cuál es su público, pero Netflix desde el principio nos dijo: “No, no, sabemos lo que es, y vamos a apostar por ello”. Nos dieron tanto amor y respeto por el arte de contar historias, que se ganaron el nuestro. Había esperanza de que funcionara bien porque en teatro había funcionado así, y ya teníamos un grupo fan previo a la película. Las críticas, además, han ido bien, y eso es algo que no me esperaba, pero porque siempre procuro no pensar en ello.

«Teníamos claro que «A quien te llevarías a una isla desierta» no era una peli fácil: es un drama y además de protagonistas jóvenes, que puede dar dificultades a la hora de saber cuál es su públIco»

Sin embargo, tu primer largometraje también tuvo una buena acogida por la crítica…

Cierto, pero no tanto a nivel de público. Era una película muy complicada, pero aunque «A quién te llevarías…» también lo es, creo que en las dos primeras horas que estuvo en Netflix tuvo más visualizaciones que «Animales sin collar» en toda su trayectoria [risas]

Ambas hablan sobre el miedo a revelar un secreto. ¿Es casualidad?

No, yo creo que no es casualidad. Es verdad que a mí el miedo a decidir es un tema que me fascina, y ya lo plasmé en la obra de teatro de «A quién te llevarías…». Como no sabía si «Animales sin collar» iba a ser mi última película, lo plasmé igualmente en ella.

¿Tú eres consciente, cuando hablas y planteas el proyecto de «A quién te llevarías…» con María Pedraza y Jaime Lorente, de que en cuanto pongas el primer fotograma de la película le vais a dar la vuelta al asunto, y que no tiene nada que ver con el resto de la película?

Sí, por supuesto. Además, hay una cosa que estoy aprendiendo a manejar, y es el odio en Internet. Es algo que me fascina; de hecho, el otro día estuve viendo el capítulo de Salvados en torno al odio en redes sociales. Después de un par de semanas hemos encontrado un público maravilloso, que era el público que venía a vernos al teatro, el público al que realmente va la película dirigido, jóvenes veinteañeros o treinta-añeros. Pero al principio era mogollón de chavales casi niños que esperaban ver a Jaime y a María de una forma, y se encontraron con un drama, duro y “de autor”, es decir, que te puede gustar más o menos, pero que tiene personalidad. Entonces algunos de estos chavales se volvían locos y te deseaban hasta la muerte. Yo no sé cómo los padres no controlan lo que escriben, porque yo veo que se escriben tweets insultando y etiquetando a la persona. No sé, a mí es algo que no se me ocurriría nunca. Es una cuestión de educación.

La verdad es que el cartel choca con lo que te vas a encontrar, y al igual que hay gente que le choca para bien, habrá otros tantos que habrá sido para mal…

Sí, por supuesto. Pero el hecho de que Netflix difunda la película a gran escala y que le haya dado tanto cuidado y cariño a la misma ha permitido que el público real de la misma la esté visualizando, llegue a ella. Es complicado manejar los públicos. Por otro lado, Jaime y María son un par de actorazos, han tenido dos exitazos demenciales (a nivel de público), y es muy triste ver cómo les insultan simplemente porque cambia su tipo de personaje, sobre todo en el de Jaime, que de interpretar a personajes más macarras, en «A quién te llevaría …» es un personaje más real, más natural, lleno de miedos. Tienen una fuerza mental brutal. Y ellos eran muy conscientes cuando les hicimos llegar el guion de ese cambio. Ellos no tienen la culpa del éxito que han tenido con sus dos últimos proyectos. Y desde luego a mí me hubiera dado muchísima pena haber renunciado a ellos porque una ola de quinceañeros quieren ver lo de siempre. Además, viendo el casting supe que los quería porque tienen una química que o se tiene, o no se tiene.

«Jaime (Lorente) y María (Pedraza) son un par de actorazos, y es muy triste ver cómo les insultan simplemente porque cambia su tipo de personaje, sobre todo en el de Jaime»

Eres como el Tarantino de España, cogiendo a Travolta …

Ojalá [risas] Siempre he dicho que mi sueño en la vida sería recuperar a Pepa Flores. Es el sueño de mi vida. También te digo que es un imposible y sé que nadie en este país lo va a hacer.

¿Es una película de adolescentes?

Es una película con veinteañeros, pero no de adolescentes. Mi gran referente durante la creación era «The Last picture Show», la última película de Peter Bogdanovich, que es una película de unos chavales de dieciocho años madurando en un pueblo de Texas. Entonces es una película con adolescentes, pero no va dirigida a ellos. Es como decir que las películas protagonizadas por gente mayor va dirigida a la tercera edad.

Son veinticuatro horas, la última bocanada de los sueños y de la edad dorada, ¿crees que es una generación perdida?

Creo que es una generación perdida y reencontrada. Yo le quitaría la coletilla de generación perdida. De hecho de ahí viene el epílogo de la película. Yo he debutado con 35, Andrea Jurieta con «Ana de día» con 33 … ¿nos perdimos? Sí, pero nos reencontramos.

El meter la figura de la azotea, ¿por qué?

Representa un poco el sitio donde ellos han sido felices.

Te gusta jugar con claves, y símbolos y guiños, ¿no?

Muchísimo.

¿No te dio miedo que los personajes de la película “canibalizaran” a los protagonistas?

No, para nada, y como he dicho antes, me negaba a renunciar a ellos. Hicimos casting a actores igual de buenos, pero que en conjunto los cuatro no funcionaban. De hecho, a lo largo de mi carrera he visto a actores que se odian entre ellos, y que sin embargo juntos son la bomba. Y al contrario lo mismo: actores que se llevan que flipas, y juntos son la frialdad. Lo que hizo decidirnos fue primero que fueron los mejores, pero que cuando vimos los cuatro juntos dijimos: “guau, qué química tienen”. El primer día de lectura de guion les dije: “salid juntos de fiesta, de cañas”. Me hicieron caso, y el primer día de ensayos tenían una química y una complicidad aun mayor.

Dentro de diez años, ¿dónde están los personajes?

No lo sé, es la pregunta que más nos están haciendo. Y eso me gusta, porque eso significa que llega.

¿Habéis pensado en una segunda parte?

Me daría mucho miedo hacer una segunda parte.

«Siempre he dicho que mi sueño en la vida sería recuperar a Pepa Flores»

¿Esperas que vaya a trascender la película, que sea atemporal?

Me encantaría, de hecho, Fotogramas la ha comparado con Historias del Kronen y Todo es mentira. No te digo que lo vaya a ser porque eso sería un acto de prepotencia que no me identifica. Pero deseo que pase.

¿Por qué debería ver alguien la película?

Porque hay verdad, y porque es algo por lo que todos hemos pasado o vamos a pasar.

Y la pregunta que siempre te deben estar haciendo, ¿a quién te llevarías a una isla desierta?

Yo no me iría a una isla desierta [risas]

¿Te gustaría volver a trabajar con los actores de esta película?

Por supuesto, tanto con ellos como los de Animales… además, tengo la suerte de que los conocí siendo actores y ahora son amigos.

¿Algún referente?

Kubrick, Pedro Almodovar y Mike Nicolson.

Si tu tuvieras un cheque en blanco de una gran productora, ¿a qué actor o actriz meterías en tu próximo proyecto?

Michelle Williams.

La última película que has visto

En el cine, «Identidad borrada», de Nicolle Kidman.

¿Un deseo profesional para este 2019?

Elegir. Yo soy muy feliz con poquito. No me muevo en esta profesión por dinero, sino porque quiero contar historias que crea que merezcan ser contadas. Y ahora mismo estoy eligiendo. Y es verdad que he dicho que no a muchos proyectos, y eso es una suerte. Algunas veces me equivocaré, pero lo importante es que yo sea consciente de que el que se equivoca soy yo.