Polifacético y provocador, domina como nadie el lenguaje televisivo, y se le puede considerar uno de los personajes de la televisión de la última década en España. Charlamos con él largo y tendido en “La Clave”, un precioso restaurante de nueva creación en el barrio de Salamanca de Madrid, donde según Matamoros se come “el mejor cocido de Madrid”. Gran conversador y amante de la lectura, es un personaje que no deja indiferente a nadie. En las distancias cortas, ofrece una imagen muy distinta de su faceta televisiva; afable y educado, evita levantar la voz. Y es que detrás de la forma hay mucho fondo por descubrir.
¿Quién es Kiko Matamoros?
Un ateo, republicano, determinista, hedonista, madridista y un cínico, entre otras cosas menos relevantes. Alguien que ha hecho suya la frase de Baroja: «He decidido ser hombre independiente y los insultos de los criados no me hacen mucha mella».
Tu familia es de clase media y al terminar el colegio entras a estudiar derecho… ¿Qué recuerdas de tu juventud?
Digamos que fue una fase experimental, había que llevar la teoría a la práctica con alguna urgencia. Era, y soy, un tipo fronterizo al que siempre le gustó coquetear con lo prohibido. Abandoné la carrera de Derecho, y la casa de mis padres a los 20 años, y así se produjo mi primera toma de contacto con la «libertad», en una época bastante desinhibida en el terreno sexual. En determinados círculos se sucumbió, sin experiencia ni información, en el mundo de las drogas y los resultados fueron devastadores. En lo que me concierne, conseguí salir sin un pronóstico de demasiada gravedad.
Mi juventud coincidió con esa patética manifestación, pretendidamente cultural, bautizada como “La Movida Madrileña”; un erial participado mayoritariamente por paletos e indigentes culturales, que sigue siendo sacralizada por puro interés crematístico y una nostalgia estúpida. Sólo se salvan tres o cuatro de aquella fiesta de la lentejuela.
He hecho mía la frase de Baroja: «He decidido ser hombre independiente y los insultos de los criados no me hacen mucha mella»
Has sido modelo, empresario, incluso director comercial de una editorial… ¿Cómo llegas a una actividad tan especial como es el mundo de la representación de artistas?
Por pura casualidad. Era Secretario General de una asociación empresarial y la que entonces era mi cuñada, Mar Flores, me pidió ayuda para rescatar su imagen, había roto con el empresario Fernández Tapias y era el saco de boxeo de toda la prensa del corazón. Monté una agencia de representación y una productora de TV con su hermano, y luego vino rodado todo lo demás.
Debió ser un gran cambio en tu vida… ¿Qué es lo que más te sorprendió de esa nueva actividad profesional?
La inconsistencia del discurso y la falta de escrúpulos de la mayoría, la facilidad para cambiar de acera a pesar de que las opiniones y los juicios fueran públicos. Lo que hoy es negro mañana blanco y no pasa nada…Cuando aterrizó Mar Flores en Canal Nou cambiaron de parecer los periodistas más críticos de Tómbola y pasó de ser una persona execrable a patrimonio artístico de la Comunidad Valenciana… y así todo. Recuerdo especialmente lo ridícula que resultaba una periodista, muy moderna y muy de izquierdas, cuando hablaba de la «estupenda» mujer de Zaplana.
Para el gran público “naces” en 1999 al ser entrevistado en “Crónicas Marcianas”. ¿Cambió mucho tu vida al pasar a ser una figura tan pública y expuesta?
Evidentemente cambia tu vida. Después de veinte años en el escaparate he aprendido a llevarlo y a sobrellevarlo con cierta normalidad, pero no es fácil ni cómodo. Una cosa es la fama por ser un personaje brillante del mundo del deporte o de la cultura y otra, muy distinta, por ser un monigote televisivo. Tienes que pagar un peaje superior, hay que ser muy fuerte y muy cínico para sobrevivir sin excesivo daño.
Has trabajado y tratado con gente muy conocida desde hace muchos años, que se podría decir que son un reflejo de la Sociedad que les alberga… ¿son muy diferentes ahora que cuando tu empezaste a “alternar”?
He trabajado y tratado con todo tipo de gente: buena, mala, y regular. No son distintos del común de los mortales, tienen sus mismos miedos, sus inseguridades, sus virtudes y sus defectos. Me impresiona negativamente la falta de espíritu de superación y la vulgaridad de algunos personajes, de los que nunca he entendido la sobreprotección con la que cuentan. El consumidor es ahora más selectivo y empieza a detestar esos perfiles sostenidos con respiración artificial.
“La Movida Madrileña” fue un erial participado mayoritariamente por paletos e indigentes culturales que sigue siendo sacralizada por puro interés crematístico y una nostalgia estúpida
Y la sociedad y los medios de comunicación, ¿en qué crees que han cambiado?
La sociedad es mucho menos permisiva en algunas cuestiones. Vivimos una época de puritanismo estúpido, existe una tendencia a sacralizarlo todo, se persigue hasta el humor, todo es políticamente incorrecto, vale más la vida de un gusano que la de un ser humano. Nos preocupa mucho la vida de un toro de lidia y una mierda cuestiones de muchísimo más interés social. Los mismos que han prohibido los toros en Cataluña tienen a los niños estudiando en barracones. No obstante, se ha avanzado bastante en otros aspectos tales como la lucha por la igualdad de sexos, el respeto a la diversidad, y muchísimas cuestiones que hoy asumimos con normalidad y que hace unos años eran impensables, como la ley del aborto o el mismo divorcio; el matrimonio entre personas del mismo género en los ochenta era ciencia ficción. En este sentido, creo que se juzga muy ligeramente al PSOE y a la Transición y sus consecuencias.
En cuanto al capital humano político se ha degradado bastante; que un congresista como Rufián, se atreva a equiparar la democracia con el franquismo es un insulto grave a la historia y a la inteligencia. Su discurso es goebbelsiano, aplica a la perfección los principios de deformación y exageración de la propaganda nazi. El Procès nos ha dado la medida preocupante de quiénes somos y a dónde podemos llegar. Ahora estamos inmersos en el cachondeo de Tabarnia que es una estupenda metáfora del despropósito celtibérico.
En cuanto a los medios públicos o privados hay mucho clientelismo, aunque siempre lo hubo la verdad. Me gustaría que se conocieran las cifras reales de las subvenciones e inyecciones de dinero por publicidad institucional de la prensa escrita de Cataluña, por ejemplo, se iban a entender muchas cosas.
Llevas casi 20 años en primera fila de los programas de más audiencia de la televisión… ¿Ha cambiado mucho la televisión desde tus comienzos?
Ha cambiado mucho la oferta, ahora es infinitamente más amplia y más rica en contenidos. En cuanto a la esencia de los programas de cotilleo es prácticamente la misma, pero un poco más edulcorada por el control de la administración (horarios de protección al menor, etc.) y la jurisprudencia. Hay miedo a la multa y a la sentencia.
¿Cuánto hay de espectáculo y cuanto de verdad en las tertulias televisivas del corazón?
Depende del personaje, de las circunstancias, de los intervinientes, etc. Tanta verdad y tanto espectáculo como en un concierto de Justin Bieber, puedes hacerte un cálculo aproximado…
¿Se preparan mucho los guiones?
No, se trabaja sin guión. Existe una escaleta con los temas a tratar y cada uno es libre de actuar como quiera. Esa libertad, muy excepcionalmente, se mutila por la naturaleza del personaje o de las entidades e instituciones que puedan estar involucradas; piensa en la Casa Real, anunciantes, etc.
Me impresiona negativamente la falta de espíritu de superación y la vulgaridad de algunos personajes mediáticos, de los que nunca he entendido la sobreprotección con la que cuentan
¿Hay algún personaje de ese peculiar mundillo te ha sorprendido para bien?
Por supuesto, muchos compañeros y muchos personajes. Quise y quiero mucho a Carmen Ordóñez, no era ni de lejos la persona que por un orgullo mal entendido se empeñaba en demostrar que era. Siento especial debilidad por Ángel Antonio Herrera.
¿Vales más por lo que callas que por lo que cuentas?
Valgo por lo que cuento y cómo lo cuento, mucho más de lo que me han pagado, que no ha sido poco. Lo que no he contado respecto de terceros ya no lo contaré nunca. De mi vida y mis circunstancias guardo muchos secretos y muchas anécdotas pero creo que se irán conmigo.
¿Como es el Kiko Matamoros que pertenece alejado de los platós?
Un hombre sereno que disfruta de los suyos y de muchas horas de ocio. Me encanta salir a cenar con mi mujer, acudir a algún espectáculo, tomarme unas copas con los amigos, trasnochar y jugar a las cartas. Un tipo muy normal y algo cañí.
¿Persona polifacética o inconstante? Dicen que es signo de inteligencia…
Inconstante no, cuando entiendo que he cumplido un objetivo me marcho con la música a otra parte. Soy muy exigente conmigo e intento dar lo mejor de mí, pero para eso necesito sentir ilusión y pasión por lo que hago. Tengo mucha capacidad de adaptación al medio laboral y pienso que he sido un profesional notable en todos los trabajos que he desempeñado, alguno de cierta responsabilidad y exigencia formativa.
¿Te consideras una persona familiar?
No soy una persona familiar al uso.
¿Qué recomendarías a tus hijos?
Que se respeten, que se quieran a sí mismos y que aprendan a perdonar y a perdonarse.
¿Qué le diría el Kiko Matamoros de hace 40 años al de ahora?
Ese no tendría agallas para decirme nada.
¿Y el de ahora al de hace 40 años?
«Perdón por el resultado desastroso pero tienes mucha culpa»
Que un congresista como Rufián se atreva a equiparar la democracia con el franquismo es un insulto grave a la historia y a la inteligencia. Su discurso es goebbelsiano, aplica a la perfección los principios de deformación y exageración de la propaganda nazi
Estás emparentado con la escritora Almudena Grandes, y eres un gran aficionado a la lectura…
Estoy emparentado con mi madre, que nos enseñó a amar la literatura. Mientras comíamos ella nos leía con muchísimo amor y más paciencia.
Almudena es mi prima hermana, hija de una hermana de mi madre. Aunque no tengo actualmente contacto con ella, compartimos mucho tiempo durante nuestra infancia y primera juventud, le guardo mucho cariño como al resto de mis primos.
¿Qué género literario es tu predilecto?
Depende un poco de la época y de mi estado de ánimo. Suelo intercalar los distintos géneros, aunque cada vez me resulta más atractivo el ensayo.
¿Recuerdas alguna novela que te haya impactado especialmente?
“Torotumbo” de M. A. Asturias. Cogí el libro de la biblioteca de mi padre, tenía doce años y me impactó; el contenido no es literatura infantil precisamente.
Me gusta el relato corto especialmente y en este campo destacaría «Sin palabras» de Kawabata. Aporta dentro del mismo relato otro especialmente bello «La madre que podía leer». Una joya emocional y literaria.
¿Cuál es el último libro que has leído?
He terminado «A Sangre y Fuego» de Chaves Nogales, un Guernica literario, y estoy con «Solenoide» de Cārtārescu. De lo que he leído este año me ha conmovido «Palos de Ciego» de David Torres, muchos pasajes los he leído con los ojos empañados y «Empiezo a creer que es mentira» de Carlos Mayoral, un recorrido literario original y brillante. Hay que marcarle muy de cerca a este último, una realidad con muchísimo futuro.
Eres un asiduo lector de poesía, y cuentan que te gusta escribir… ¿Alguna vez publicarás?
Soy tan aficionado, y respeto tanto el género, que no tendré la osadía de publicar nada.
Como gran aficionado al deporte ¿crees que la vida “es más” ciclismo (pedalear y competir) o más boxeo (pegar y esquivar)?
La vida es un poco de todo. Pero creo que esa concepción judeocristiana de la renuncia y el sacrificio es poco higiénica. Quiero el premio pero no a costa de pagar un precio muy alto y cuanto antes mejor.
¿Te consideras una persona valiente?
He aprendido a vivir sin miedo pero me ha costado muchos años y mucho miedo.
¿Qué es lo que más admiras en una persona?
Su honestidad.
¿Y lo que más detestas?
La suficiencia del ignorante y del idiota, que suele ser alguien que se cree muy listo.
¿Un sueño inconcluso?
Tener mi club de jazz, pero lo tendré.
Me ha conmovido «Palos de Ciego» de David Torres y «Empiezo a creer que es mentira» de Carlos Mayoral, un recorrido literario original y brillante. Hay que marcarle muy de cerca a este último, una realidad con muchísimo futuro
Una persona por descubrir.
Está por descubrir.
¿A quién admiras?
A tanta gente… desde Leonardo o Miguel Ángel a cualquiera del que tenga algo que aprender o que admirar.
A Ferlosio que tiene las pelotas de decir que Vargas Llosa es muy malo y no hay quien se atreva a llevarle la contraria, ni los que han saludado alborozados la última novela de Llosa. A mí no me lo parece, que conste.
A una pléyade de periodistas que leo con entusiasmo cuando me levanto: a Antonio Lucas, que escribe con un florete, su «Vidas de Santos» es mi devocionario heterodoxo, a Jorge Bustos, que en lugar de tinta utiliza ácido sulfúrico, a Jabois, Vilas, Benítez Reyes, Tallón, David Torres y alguno más. A toda la gente con agallas, personalidad y criterio como Savater y Escohotado. A Neruda, a Belmonte y a Paula, a Di Stéfano y a Pelé, a Billie Holiday y a Charlie Parker, a María Moliner, a Clara Campoamor, a Mastroianni y a Gassman y así hasta el infinito.
¿A quién detestas?
Al Ferlosio que reniega de Ferlosio; conoce perfectamente la importancia de su obra. Es todo un personaje. A Antonio Lucas por no incluir en «Vida de Santos» a Garrincha ni a Amy Winehouse. ¡¡Ah!! Y a todos los cantantes de reaggeton.
¿Qué te queda por hacer?
Crecer, viajar, terminar un coche que me estoy haciendo desde hace años… y ver al Madrid ganar quince copas de Europa.
Si miras atrás… ¿Qué ves?
A mi madre.
Se te considera un bon vivant… recomiéndanos una ciudad, un hotel y un restaurante
New York, París y Florencia, en cualquiera de las tres hay oferta para ser feliz. Los nuevos paletos te dirán que Dubái, no se te ocurra ir. A las que no volveré: Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y Niepopetrov (Ucrania) dos ciudades siniestras en las que pase miedo de verdad.
Me gustan los hoteles pequeños y elegantes, aunque me conformo con un cuatro estrellas en el que se pueda fumar, si pueden ser cinco mejor. Considero más importante un buen restaurante y si estás en Florencia a Pinchiorri, un tres estrellas Michelín considerado uno de los mejores del mundo, con una carta de vinos alucinante.
En Madrid me encanta Floren, en Castelló 9. Floren es mi amigo y está de moda, así que no se hable más. Tiene el plato más caro de España pero se come de locos por 50 €.
Mi sueño inconcluso es tener un club de Jazz, pero lo tendré
¿A que tiene miedo Kiko Matamoros?
Al dolor de los míos y a volver a tener miedo.
Decía Wilde que cada persona somos realmente tres personas, la que creemos ser, la que los demás creen que somos y la que realmente somos… Entre el Matamoros que los demás creen y que tú crees que eres ¿hay mucha diferencia?
Depende de quiénes sean los demás. Hay gente que me detesta y otra que me adora, supongo que en el término medio me encontraré.
¿Qué no conocemos de Kiko Matamoros?
Muchas cosas que esconden mi silencio y mi pudor.
A quemarropa
Un defecto. Desordenado
Una virtud. Desordenado: el orden es la virtud del mediocre, dicen..
Un libro. “Las Flores del Mal” de Charles Baudelaire.
Una película. Varias: “Moonlight” de Jenkins, “Una Jornada Particular” de Scola, “El Sur” de Erice y todo Bertolucci e Iñarritu y muchos y muchas más.
Una canción. Me gusta y consumo mucho jazz, pero por razones íntimas mis preferidas son: “Las Flores Muertas” en casi todas de su millón de versiones. “My Way” en la versión de Nina Simone. «How do you keep the music playing” de Legrand en la versión de Benet y Aretha Franklin, el vídeo es maravilloso, Benet no puede contener las lágrimas al finalizar. Y un millar de temas más, incluido alguno de Van Morrison.
Un cuadro. El retrato de Tiziano al papa Paolo III, es bellísimo y estremecedor. Me gusta fantasear con el personaje. En el terreno de la técnica, «Las Meninas» es perfecto.
Un viaje. El último a Kenia con mi mujer.
Un recuerdo. La sonrisa de mi madre.
Un verano. Cualquiera de mi infancia en Becerril de la Sierra.
Un sueño por cumplir. Regañar a mis nietos. Ya falta menos…