Decía hace tan sólo un par de meses @Superfalete: “quedar un juernes de veroño con tu amigovia”. Que igual piensas que a Súper le ha dado un ictus. Pero eso es porque eres un antiguo que no sabes de tendencias, ni modas, ni de cómo hablan las personas de bien en el siglo XXI.
Si has entendido esta frase… ¡Enhorabuena! Estás en la cresta de la ola. Por qué no decirlo, en la Crestola. Porque lo que se lleva, lo que está cogiendo fuerza este año, es juntar palabras para abreviar conceptos. Juntalabras. Que me lo acabo de inventar, pero queda de lo más moderno y si lo decimos cuatro más, lo convertimos en trendy.
Que también os digo que esto no es una cosa nueva: mi madre ya decía meriendacena cuando nos plantaba un bocadillo de paté a las ocho y media (la tardenoche) en verano para que no diéramos por saco a los mayores mientras cenaban en la terraza.
Juntar palabras, además, es una tendencia comodísima. Así, los jueves en los que salimos de fiesta porque mira, hay que animarse un poco, los llamamos “juernes”, los días de otoño pero que hace un calor insoportable los llamamos mejor “días de veroño”. Y cuando estamos conociendo a alguien y nos acostamos con ese alguien y con otros álguienes porque no tenemos compromiso, somos “amigovios” (también está “follamigos”, pero queda muchísimo más soez y no lo puedes decir delante de los niños y alguien tiene que pensar en los niños). Economía lingüística en todo su esplendor. Y es que, claro, queda muchísimo mejor “estoy de trabacaciones” que “mi jefe me ha puteado en mis vacaciones y me toca pringar y mirar los correos por si hay algo urgente, que así se ahorra un sustituto mientras yo descanso en la playa”. Lo segundo no cabe en un tuit, por ejemplo -creedme, lo acabo de comprobar-. Además, suena a trabajador explotado y cabreado. Trabacaciones no. Trabacaciones suena a “mira qué moderno soy, que junto palabras”.
Yo creo, sinceramente, que esto nos lo colaron los ingleses con el “brunch” (breakfast+lunch), que es como llaman a levantarse a las 12 después de haberte bebido hasta el agua de los jarrones la noche anterior y desayunar tarde y no comer. Bueno, ellos, que son muy listos, le añaden al brunch mimosas, destornilladores, bloody maries y cualquier cosa que lleve alcohol. Y por eso los españoles hemos adoptado esta costumbre con rapidez y alegría. Los ingleses han hecho del juntalabras un arte. ¿que alguien inventa una cuchara con pinchitos para que te los claves en la lengua cuando comes sopa y tengas que abrir la boca como un tonto cuando pinchas un macarrón? Pues la llamamos «spork» y lo ponemos de moda. ¿Whatsappeas mientras caminas y te pegas con las farolas? Eso queda tonto. Mejor vamos a ponerle «smombie», porque parecen zombies -de super moda ahora mismo también- y vas con smartphone.
A ver, si nos colaron Halloween y aquí vamos todos como espantajos el 31 de Octubre, pueden colarnos lo que quieran. Tienen un Community Manager (en adelante, CM, que estamos economizando) que ya querrían las empresas españolas, ya… Es más, ellos ya van a otro nivel. Los ingleses nos llevan años de ventaja. Ya no es que junten palabras, no. Ellos directamente crean acrónimos para todo. absolutamente todo. De hecho, es una frase completamente válida “FYI, BRB. ASAP, LOL” No es broma. Que vamos a ver, tampoco es que hayan inventado nada nuevo. Lo que pasa es que lo han sabido vender mejor. Esto ya lo intentaron los romanos con INRI, SPQR y RIP, por ejemplo. Pero como no tenían un CM en condiciones, se quedaron ahí, para unos pocos privilegiados.
También tenemos culpa de todo esto los millennials. Cómo no aprovechar para meterse con los millennials. Somos todos haters de los millennials. Haterllennials, somos todos. Cuando lo de los SMS (¿alguien se acuerda de ellos en la era de Whatsapp? Creo que desde 2005 sólo recibo de mi banco y de Cruz Roja para que vaya a donar). Bueno, a ver, que me desvío. Al tema.
Cuando lo de los SMS, decía, todos escribíamos como si fuera un panel de La Ruleta de la Suerte a medias: «a q ora qdams oy?Q tng q dcril a mi pp q m llv.Bs». Yo, que tenía mensajes ilimitados, solía contestar con un «Compro vocal». Fueron tiempos difíciles para mantener amigos. Era un poco borde, yo. Pero este es otro tema. Y otra tendencia. De la que hablaremos.
Sin llegar a estos extremos en los que no sabes si estás hablando o recitando la tabla periódica, propongo que apliquemos esta tendencia a todos los aspectos de la vida cotidiana. Atrevámonos a juntalabrear hasta que nuestro discurso pierda completamente y necesitemos al traductor de Jordi Pujol para que nos entiendan.
Porque somos modernos. Porque somos tendencia. Somos modernencia. ¿Qué queréis que os diga? Yo lo veo una idea fantabulosa. Espectacrandiosa. Y superaplicable al día a día. Por ejemplo, vas al horno con tu chándal y tus chanclas, totally arreglinformal -recordad que decir palabras en inglés de repente es trendy total desde hace supermogollón de tiempo- y le sueltas: “Panastelero, deme una napolate y dos barrústicas”. ¿Cómo se os queda el cuerpo?
Sólo recordad: si lo de hablar como si te cobraran por caracteres se pone de moda, el inventor fui yo. A ver si me saco unos eurillos, que estoy pobrrata.