Apenas escasos minutos necesita Noah Baumbach para ponernos en situación nada más arrancar “Historia de un matrimonio”, y lo hace con una sencilla herramienta de intermediación matrimonial que sirve para que el espectador se sitúe y para que según avance la narración seamos conscientes de que donde antes hubo fuego siempre quedarán las brasas. Porque “Historia de un matrimonio” es la historia de una pareja que se asoma al abismo de la ruptura de un matrimonio y su lucha encarnizada por gestionar el evento pacíficamente, evitando en lo posible los daños colaterales, especialmente si hablamos del niño de ocho años que ambos comparten, fruto de tiempos mejores, de días de vino y rosas.
Con una carrera detrás de las cámaras bastante selecta, “Historia de un matrimonio” es un regalo de navidad para los que pensaban que el año cinéfilo había agotado sus cartas, y jugará en no pocos casos el importante papel de servir como toma de contacto con el cine de Noah Baumbach para muchos espectadores, que fácilmente sentirán cierta urgencia por descubrir la carrera de uno de los directores más interesantes que ha dado el reciente cine norteamericano. Tan neoyorkino como Woody Allen (con el que comparte fidelidad a la ciudad que nunca duerme), Baumbach elige abordar el proceso de divorcio aparcando los recitales de rencor de los que Danny DeVito abusó en su siempre reivindicable “La guerra de los Rose” o el nihilismo que desprendía la inmejorable “París, Texas” de Wim Wenders para centrarse en el dolor de los protagonistas, de los artífices del fracaso. Y se acerca a «Revolutionay Road» (Sam Mendes, 2008) en su estancamiento o al último capítulo de la trilogía de Linklater, “Antes del anochecer”, cuando se apuesta por la naturalidad de unos diálogos que se comen la puesta en escena y hacen brillar a sus actores alineándolos con el teatro más visceral.
«…“Historia de un matrimonio” es un regalo de navidad para los que pensaban que el año cinéfilo había agotado sus cartas, y jugará en no pocos casos el importante papel de servir como toma de contacto con el cine de Noah Baumbach para muchos espectadores…»
Adam Driver (otro cuya filmografía va a ser investigada por más de uno) y Scarlett Johansson dan vida a Charlie y Nicole, una pareja formada por un director de teatro y una actriz (y musa en las tablas de Charlie) que desde los primeros compases son ya una pareja rota, Irreparable y separada, tanto figurada como físicamente. Los Ángeles, el hogar que ella en su día decidió abandonar para seguir al amor de su vida, es el campo de batalla de la ruptura de una relación que ha vivido su maduración en Nueva York. Y mientras la ciudad que nunca duerme se ha revelado en los últimos años como el hábitat natural de Charlie, Los Ángeles y su amplitud se erigen como la nueva bandera de Nicole, la amplitud de toda una nueva vida que volver a amueblar (o que redecorar si nos ponemos nórdicos) en un guiño también, y por qué no, a la audacia de aquellos colonos que vieron en las tierras del oeste el horizonte de oportunidades perfecto para reinventarse y enterrar vidas pasadas. Pero aunque Nicole juegue en casa, Baumbach aborda con mucho acierto los conflictos que afloran por todas las esquinas cuando la decisión es el divorcio: En el seno familiar de Nicole, construyendo en una cocina uno de los momentos de comedia del año; en el ámbito legal, en el que los dos se ven superados por un circo legal de jugarretas y puñaladas en el que los abogados parecen querer ganar a toda costa, casi sin pararse a escuchar a sus clientes (fabulosa Laura Dern y especialmente brillante su monólogo sobre la figura de La Madre en la historia de nuestra civilización); o en los espacios más íntimos, cuando nuestros protagonistas buscan el diálogo civilizado y acaban paralizados y aterrorizados (como el espectador) ante la agresividad in crescendo que alcanzan sus reacciones y argumentos, en una escena grabada en plano secuencia que debería ser visionada y estudiada en todas las escuelas de formación dramáticas.
Pero “Historia de un matrimonio” no es el relato de un divorcio más, no es un cuadro de destrucción más. Se mueve a otro nivel, el de las grandes obras, porque su mensaje es tan demoledor como optimista. Porque Charlie y Nicole luchan hasta la extenuación para que el dolor que sufren no se convierta en ira y arrase sus últimos lazos. Y así, en los gestos residen los rescoldos de un amor que otrora fue pleno y que en esta historia funciona como punto de encuentro, de confluencia, de aproximación. Que las diferencias sean irreconciliables no debe nunca evitar la conciliación en el plano de la pareja, y por extensión el personal. Por todo lo que hemos sido y por todo lo que hemos amado.
» Porque “Historia de un matrimonio” es cine que llega al espectador, que le sacude y que le remueve. Es cine que se recuerda. Y ya vive en nuestra memoria.»
“Historia de un Matrimonio” es una de las películas de 2019, y llega a nosotros in extremis gracias a Netflix, que se marca un tanto que puntúa triple en su batalla por posicionarse como un actor más dentro de la industria cinematográfica, regalándonos una historia de amor y de respeto tan triste como ejemplar. Y despedimos el año con un plataforma en plena forma que es capaz de servirnos cine exquisito pero frío como el acero (“El Irlandés”), y también de poner encima de la mesa una historia conmovedora, capaz de desarmar a los espectadores más duros. Porque “Historia de un matrimonio” es cine que llega al espectador, que le sacude y que le remueve. Es cine que se recuerda. Y ya vive en nuestra memoria.