Acaba de ver la luz «Heavy Light», el nuevo trabajo de Norton. Con cuatro discos editados y giras por toda Europa y Japón a sus espaldas, esta nueva referencia nos presenta a los de Castelo Branco (Portugal) como una banda más en forma que nunca, y es sin duda su trabajo más sincero, y también el más ecléctico.
«Heavy Light» es un pacto sobre cómo lidiar con la intimidad a través de canciones pop. Sobre la construcción de recuerdos futuros. Sin nostalgia ni remordimientos. Siempre compartiendo amor.
Escribir una canción es, de alguna manera, juntar un recuerdo a una melodía para siempre y transformar ese momento único, individual y personal en algo que deja de ser de su creador en favor de quien escucha. Un acto de amor. En el nuevo álbum de Norton, si hay algo que no falta son actos de amor, melodías inolvidables, emoción, catarsis, emoción y deseo.
«Heavy Light» es un álbum de guitarras. De esos riffs que simulamos mientras bailamos. Riff tras riff tras riff tras riff. Rock and roll galáctico y desafiante, que nunca pierde su camino hacia la narrativa pop, respaldado por la delicadeza casi invisible de los teclados y los sintetizadores y por la ligereza contagiosa de la sección rítmica siempre inmaculada.
n álbum profundamente urbano que, sin embargo, no deja de conducirnos a paisajes impresionantemente vastos y bucólicos. Como si, en un minuto, estuviéramos en la cima de un rascacielos en Tokio, contemplando el infinito arquitectónico y, al siguiente, viajando sin destino, en mar abierto, con el viento y las corrientes del océano. Es lo que se siente en el medio del álbum con «Galaxies» y antes con «Madrugada», «Young Blood», «Passengers» o «Changes». Es lo que también se siente después en el mix pop de «1997». Dando rienda suelta, con una mochila voladora y recorriendo desde arriba las calles de la ciudad, estallando. Todo puede pasar.
Y, al final, el amor vuelve a llenar todo el espacio libre. El amor y el miedo a perderlo. Optimismo y esperanza desafiados por la sombra de lo desconocido. «Shibuya», «Tango» y «Save My Soul». Tres monumentos disparados a quemarropa. Más guitarras imposibles de sacar de tu cabeza.
Amor corriendo como el sudor en cualquier pista de baile.