El amor por la música y el baile es sin duda una de las características que distinguen al hombre del resto de los animales. Así no hay ninguna expresión cultural más pura y ancestral que la expresión corporal en todos sus aspectos. Ya sea para festejar, ya sea para implorar, la danza ha sido una constante en todas las civilizaciones, y la cultura precolombina no podría ser la excepción, con una riqueza y expresividad que rápidamente llamó la atención de los conquistadores llegados del otro lado del Atlántico. Poco a poco, la mayoría de las expresiones culturales de los nativos fueron adquiriendo matices y rasgos de la cultura de los recién llegados. Y uno de los mejore ejemplos de esa interacción cultural es la representación de lo que se conoce como Güegüense (o macho ratón). Surgida en Nicaragua, parte de la fusión de textos y tradiciones originarios tanto de la cultura indígena náhuatl como española mediante la combinación de elementos teatrales y musicales. Sus primeros textos fueron compuestos muy a comienzos del Siglo XVIII, lo que le hace estar considerada la primera obra teatral surgida en el continente americano, y surgen como una forma satírica de protestar contra la opresión española.

«Y uno de los mejore ejemplos de esa interacción cultural es la representación de lo que se conoce como Güegüense (o Macho Ratón)»

Parece ser que esta obra tiene una cierta raíz histórica y está basado en unos hechos que supuestamente ocurrieron a mediados del Siglo XVI cuando el capitán Fernández Dávila intentó someter a una tribu local encabezada por el cacique Diriangén. Los indígenas, que recibieron cortésmente a los extranjeros y escucharon sus demandas, pidieron un breve tiempo para considerarlas para más tarde arremeter con furia contra el invasor, en lo que se considera el primer episodio de rebelión contra los conquistadores. Pero al margen de su importancia histórica y rasgos folklóricos, la calidad literaria de esta obra es excelsa. Compuesta por tres manuscritos, la historia gira en torno al encuentro entre las autoridades coloniales españolas y los nativos americanos, representados particularmente por un personaje central, el Güegüense, una figura venerable y respetada en la Nicaragua prehispánica. Este se defiende de las acusaciones lanzadas contra él por las autoridades coloniales gracias a una serie de estratagemas verbales y en lugar de enfrentarse directamente a la autoridad española, se muestra aparentemente cooperador y con un marcado talante conciliador, pero por otro lado recurre a diversas artimañas para socavar la autoridad colonial.

Pero, por encima de todo, el Güegüense, es un espectáculo de gran riqueza visual. Habitualmente se representa por ocho personajes principales que son secundados y acompañados de bailarines y de un conjunto de violines, guitarras y tambores. Por otro lado las máscaras de madera, trajes y sombreros y resto de atributos distinguen a los diferentes personajes. La indumentaria de los diferentes personajes es muy llamativa. Los españoles visten trajes y sobreros coloniales elegantes con lentejuelas y altas medias, además de máscaras pintadas con bigotes y pelo rubio o castaño, y ojos azules o claros. Los mestizos usan máscaras con bigotes oscuros, sombreros de paja, ropas menos ostentosas, calzan sandalias o van descalzos y portan un chischil (o sonaja) puntiagudo de metal.

En la actualidad los bailes del Güegüense y su presentación completa ha pasado a formar parte de las fiestas en honor al santo patrono de Diriamba, San Sebastián, que se celebran durante la tercera semana de enero, formando también parte del repertorio de diversos Ballets folclóricos profesionales y es interpretada de forma profesional o aficionada en teatros y colegios por todo el país.

«Su calidad artística y su importancia histórica es tal que la UNESCO lo proclamó «Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad» en el año 2005  lo que convirtió a Nicaragua en el único país en América Central en tener 2 obras maestras reconocidas por la UNESCO»

Su calidad artística y su importancia histórica es tal (está considerada entre las expresiones folklóricas y literarias más distintivas de la era colonial en América Latina y toda Europa) que la UNESCO lo proclamó «Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad» en el año 2005  lo que convirtió a Nicaragua en el único país en América Central  en tener 2 obras maestras reconocidas por la UNESCO.

Porque Nicaragua tiene una tradición cultural y artística que se remonta más allá de 500 años. Un pequeño país con un gran legado, que sintetiza el arte más auténtico.