«… En medio del odio descubrí que había, dentro de mí, un amor invencible. En medio de las lágrimas descubrí que había, dentro de mí, una sonrisa invencible. En medio del caos descubrí que había, dentro de mí, una calma invencible. Me di cuenta a pesar de todo eso… En medio del invierno descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque esto dice que no importa lo duro que el mundo empuja contra mí; en mi interior hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta.»

Albert Camus (El verano invencible)

 

La literatura, una vez más, sale a mi encuentro.

Quienes creamos contenido, da igual la temática, y alcanzamos cierta repercusión en alguna red estamos constantemente expuestos. Es normal. Tenemos post que absorben likes y generan cientos de comentarios a diario. Habrá quien nos quiera, habrá quien nos odie, habrá quien nos envidie. Comprensible. Sabemos a lo que nos exponemos. Aceptamos las discrepancia. Lo que no aceptamos, y parece que es nuestra obligación hacerlo, es el insulto y la falta de respeto.

Llevar una red social es invertir mucho esfuerzo y tiempo libre sin recibir remuneración a cambio. Es leer, infórmate, buscar y rebuscar para dar a tus seguidores lo que crees que pueda interesarles. Y lo haces porque te apasiona la temática elegida, porque te acerca a gente, porque te enriquece como persona. Pero lo haces gratis. Por la cara. Y ese “no trabajo” es en realidad un trabajo de años. Nadie te regala nada. Te has currado, y mucho, cada visita de tu blog, cada seguidor de twitter, cada post compartido en Facebook.

No sé vosotros, pero yo estoy cansada de leer insultos a los influencers, faltas de respeto a los blogueros, ninguneos varios a los creadores de contenido en redes sociales.

Puse un tweet hace unos años, ante una ola de desfachatez por parte de gente que me lee y se cree con derecho a algo más que un debate sano, léase entre líneas derecho a insultos, que decía: “Si tan fácil te resulta lo que hago, hazlo tú”. Y hoy, tras un verano de grandes alegrías y algún disgusto, regreso a mi columna de opinión con el mismo slogan: “hazlo tú”.

Siempre hay una minoría dispuesta a enturbiar tu trabajo, casualmente oculta bajo nicks tan anónimos como cobardes. Y siempre la literatura sale a salvarte. Porque entonces te encuentra en una página a Camus que te recuerda “que no importa lo duro que el mundo empuja contra mí; en mi interior hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta.”

Y aquí estoy. Archivando las faltas de respeto que recibo por opinar y decorando mi vida con las infinitas muestras de cariño que mandáis a diario. Empujando de vuelta. Ya sea en la red, ya sea en la vida.

Hoy pido a todos que recapacitemos antes de criticar el trabajo de otros. Antes de sacar a pasear la mala educación. Abramos debate, sí. Opinemos, sí. Pero siempre desde el respeto y entendiendo que quién se expone en publico es ante todo una persona, cómo tú y cómo yo, que ha sacrificado su tiempo libre para generar contenido que te resulta muchas veces interesante.

Es septiembre, abrimos debate.

 

En twitter  @stoneyrita

En Instagram y facebook RitaPiedrafita