“-Tu Mahoma, Ali, te guarde.

-Tu cristo vaya contigo.”

Dice Emilio Sola en su necesario y hermoso libro Cervantes libertario, que el autor del Quijote es un escritor fronterizo y, por tanto, escéptico y respetuoso. En este trabajo se estudia la significación de Cervantes para el anarquismo y, en concreto, para el exilio español en África, que siempre consideró al autor de Alcalá de Henares como uno de los suyos, por pensamiento y peripecias vitales. Pero también es, ante todo, un libro dedicado a estimular al lector a que descubra a Cervantes como un contemporáneo. Este libro consigue lo que las autoridades no han logrado o sabido hacer: invitar a leer a Cervantes, despojándolo del pesado hábito de la grandeza distante y presentarlo como un hombre profundamente crítico y actual.

«Hace ya algún tiempo que los medios de comunicación se hicieron eco de la vandalización del busto de Cervantes en San Francisco»

Hace ya algún tiempo que los medios de comunicación se hicieron eco de la vandalización de su busto en San Francisco. El Hispanic Council –una institución que desconocemos a qué se dedica, pero lo que esté haciendo no lo está haciendo muy bien- advertía en una red social que “la cultura, idioma, historia y herencia hispana deben ser defendidas y respetadas.” Nada que objetar, salvo insistir en la falta de una defensa ordenada, sistemática y eficaz por parte de instituciones privadas o públicas. Los sucesivos gobernantes españoles parecen haber hecho dejación de su deber. Continúan así una larga y demostrada incapacidad que parte de la ominosa leyenda negra y termina, de momento, con la desactivación de España Global.

El Ministro de Cultura nos da una pista en la misma red social: “Me resulta incomprensible el ataque a las imágenes de Cervantes, Fray Junípero Serra o tantos otros.” Mal, Señor Ministro, porque este tipo de acciones han de entenderse o, al menos, analizarse con el fin de buscar soluciones. Difícilmente se va a hacer algo con responsables que declaran su ignorancia de forma tan grosera. Y es evidente que transcurrido más de un mes, no se ha tomado ninguna medida o iniciativa. Nos quedamos en la ignorancia, que parece que cada vez tiene mejor prensa. El antiintelectualismo vende. Nuestros políticos piensan que poniendo un mensaje en una red social con ganancias millonarias, que en el último ejercicio tributó a hacienda todavía menos que en el anterior, está todo arreglado. Pues no, Sr. Ministro. Es necesario actuar y hacerse respetar.

«Es obvio que este vandalismo tiene todo el sentido. Hay que despojar a los hispanos de su acervo cultural para asimilarlos de la forma más rápida posible»

Es obvio que este vandalismo tiene todo el sentido. Hay que despojar a los hispanos de su acervo cultural para asimilarlos de la forma más rápida posible. Está escrito en el último libro de Samuel Huntington. El muñidor de la idea del ‘choque de civilizaciones’ o el inspirador de las dictaduras del cono sur fue un intelectual cuyas profecías se cumplían con una notable precisión, quizá gracias a su privilegiada relación con el Departamento de Estado. Para este profesor ya fallecido, los hispanos son un peligro para EE.UU. entendido como un país de cultura anglosajona. Esta estrategia se nutre de cualquier movimiento que ayude a que sientan vergüenza de su idioma y de su historia. ¿O es que son raras las familias de emigrantes iberoamericanos en EE.UU. cuyos hijos, y no digamos nietos, son incapaces de utilizar apropiadamente el idioma de sus abuelos o padres? Desgraciadamente, sucede al contrario. El español es un idioma de pobres, no es cool y ahora es incluso racista. La pregunta es sencilla: ¿qué han hecho los gobiernos de España para evitar este desamparo cultural o esta vandalización de Cervantes? Nada. Estos mismos gobiernos han denigrado a Cervantes cuando han recortado la financiación del Instituto que lleva su nombre. El Instituto Cervantes podría ser una herramienta diplomática de difusión cultural y económica de España de primer orden. Una vía para que nuestro país influyera en el mundo. Justo ahora cuando la voz y las razones de España se echan en falta, este centro debiera ser más necesario que nunca. Sin embargo, la miopía culposa de los políticos de distinto signo no quiere otorgarle un rango superior al de una academia de idiomas en crisis constante. Empero hay algo aun peor de lo que sucede ad extra. En el interior del país también se vandaliza a Cervantes

Hace unas pocas semanas trascendía a la prensa las medidas de la Consejería de Educación valenciana para evitar que los padres decidan la lengua vehicular de sus hijos en la escuela. Este último hecho se suma a las habituales declaraciones de nacionalistas contra la lengua común, así como las políticas que llevan a cabo, desde hace décadas, para que desaparezca de las escuelas. No se respeta la opinión de los padres, ni la educación en la lengua materna, ni, sobre todo, el interés del menor, que ocupa el último lugar. Aunque los pedagogos se hayan cansado de decir que es una barbaridad proscribir la lengua materna de la enseñanza vehicular, ningún argumento ha parecido afectar a la dejadez de las diferentes administraciones centrales y a la acción de decidida de algunas autonómicas. Los hijos de los privilegiados estudian español, inglés y chino. Para la clase media y trabajadora hay otros planes. Son la infantería ideológica de la oligarquía nacionalista. Los que librarán sus batallas, mientras sus hijos disfrutan de sus privilegios en el extranjero o en colegios caros. La ecuación entre fanatización y clientela se establece como vector decisivo de la estrategia separatista, donde la cultura es tan solo la escupidera del poder.

«Se menosprecia una lengua universal que aúna a territorios de un Estado y establece una conexión histórica y cultural con un continente»

Se menosprecia una lengua universal que aúna a territorios de un Estado y establece una conexión histórica y cultural con un continente. Los niños españoles tendrán dificultad para entusiasmarse con las aventuras de Don Quijote o conocer los pensamientos del coronel Aureliano Buendía en su propio idioma. Y no se trata de restar importancia a las otras lenguas españolas. ¿Quién puede negar que la autobiografía de Josep Pla, escrita en catalán, es una de las cumbres de la literatura española del siglo XX? Estas lenguas de España deben ser tan preservadas, difundidas y cuidadas como el castellano, incluso desde el propio Instituto Cervantes. Pero no es ese el problema. Es ingenuo y hasta negligente, a estas alturas, pensar que el nacionalismo pretende preservar esas lenguas que tradicionalmente han convivido con el castellano en sus territorios. La obsesión del nacionalismo ha sido utilizarlas para sus fines políticos. Sin embargo, la responsabilidad de un nacionalismo progresivamente más excluyente, cuyos métodos no distan demasiado de los pretenden arrumbar el español en EE.UU., es limitada. El principal responsable de que suceda esta vandalización es la sucesión de gobiernos centrales que han pensado que sacrificar la lengua de Cervantes bien merecía un puñado de votos más para conformar sus mayorías en el Congreso de los Diputados.

Y, finalmente, se vandaliza a Cervantes, cuando no se difunde y celebra su legado. Cuando en las escuelas no se lee un fragmento del Quijote y se insta a los estudiantes a que hagan una lectura crítica y propositiva del texto, como decía Emilio Lledó que se hacía en su escuela de primaria. Lo desangelado de la conmemoración de su IV centenario, es solo la lógica consecuencia del olvido y del desprecio con el que los gobiernos centrales y autonómicos tratan a sus figuras más ilustres. Hace unos días moría Juan Marsé, el escritor catalán que escribía en el idioma “que me sale de los huevos”. La literatura española y universal del siglo XX no sería la misma sin su legado. Sin embargo, una vez más las administraciones públicas desaprovechan la oportunidad de honrar a un español insigne.

“Entre las muchas cosas grandes que hemos de hacer por España (…) ya empezamos hoy por una de ellas: que Cervantes nos sirva de guía para llevarlas todas a cabo”. Estas palabras fueron pronunciadas por José María Puyol, libertario y autor del Quijote de Alcalá de Henares, el día en que el exilio en Argel descubrió una placa de homenaje a Cervantes. Días después esa placa fue destruida por agentes fascistas. La historia no se repite. La historia nos interpela.