El CIS publicado el 5 de febrero, que se ha elaborado con encuestas realizadas los primeros días de enero, viene marcado, como no podía ser de otra forma, por la eterna e inextricable crisis catalana que está afectando a todos los partidos políticos de ámbito nacional.

No pretendo hacer un aburrido artículo de análisis profundo del CIS, cuajado de datos y aventuradas previsiones de reparto de escaño en las elecciones generales de ¡2020!, no sufran ustedes mis estimados lectores, prometo usar tan solo tres de ellos para justificar el título elegido.

Preguntados los españoles encuestados a quién votarían de convocarse elecciones generales hoy mismo, el resultado es prácticamente un triple empate entre PSOE con un 15,9%, Ciudadanos con un 15,7% y el PP con un 15,5%, quedando Podemos relegado al cuarto puesto con un 10,6%. Esto es lo que se llama intención de voto directa, sin valoración o reajuste del resultado en función de variables técnicas.

Uniéndole la simpatía, el recuerdo de voto en anteriores comicios, un poquito de sal, otro de pimienta y algún ingrediente secreto de la cocina demoscópica, que es una ciencia y como tal, tiene sus fórmulas secretas que nadie entendemos, el CIS, dice que, si mañana hubiera elecciones, las volvería a ganar el PP con un 26,3%, seguido del PSOE con un 23,1% y en tercer lugar aparecería Ciudadanos con un 20,7%, aquí Podemos quedaría nuevamente relegado al cuarto lugar con un 19% de los votos.

Finalmente, y aquí va el tercer dato que voy a usar, el líder más valorado por los votantes es Albert Rivera (Ciudadanos) con un 4,01, seguido de Pedro Sánchez (PSOE) con un 3,68, a continuación, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (PP) con un 2,87 y ocupando el último lugar, nuevamente, Pablo Iglesias (Podemos) con un 2,54.

Comparando este CIS, con otros anteriores parece claro que el PP sigue perdiendo votos y valoración ciudadana, que el PSOE y su líder no aportan ni chicha ni limoná, que Pablo Iglesias sigue en caída, aunque no tan libre como anunciaban las encuestas publicadas en las últimas semanas y que Ciudadanos y Rivera o, mejor dicho, Arrimadas, van como un tiro, aunque aún tienen mucho camino para conseguir ser primera fuerza política con posibilidades de gobernar España.

Comparando el CIS en general con los resultados electorales posteriores, en las últimas ocasiones, las encuestas daban a los llamados nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, mejor resultado que la realidad de las urnas, por lo que no es aventurado colegir que siguen haciéndolo en esta ocasión y que ni Ciudadanos vaya tan bien, ni Podemos haya conseguido frenar su caída, pero esto es solo una conjetura fundamentada, pero conjetura, a fin de cuentas.

Que hay voto oculto es un hecho y que uno solo oculta su intención de voto cuando se avergüenza del mismo es otro hecho. Por tanto, no es descabellado afirmar que, en este CIS, como en los últimos años, hay una gran cantidad de voto oculto al PP, un voto del que uno no puede sentirse orgulloso a la vista de la Gurtell, los papeles de Bárcenas, la Púnica, la reforma en B de la sede, los sobresueldos, los ordenadores destrozados a martillazos y demás. Puede que muchos de los que hoy dicen que votarán a Ciudadanos acabarán haciéndolo por el Partido Popular como llevan haciéndolo décadas.

Del mismo modo que no es descabellado afirmar que también hay voto oculto al PSOE, que no se siente orgulloso de reconocer que aun vota a los socialistas, bien por la inconsistencia de su líder, por la batalla campal interna sufrida el último año, por el desencanto de los errores cometidos por Zapatero al afrontar la tremenda crisis que asoló el mundo, por el eterno asunto de los EREs de Andalucía o la falta de un discurso único y coherente para toda España. Puede que muchos de los que hoy dicen que votarán a Podemos o incluso a Ciudadanos, acabarán haciéndolo por el Partido Socialista Obrero Español como llevan haciéndolo décadas.

Si Ciudadanos conseguirá que el votante más conservador le vea como una verdadera alternativa de gobierno al PP, solo depende de lo que Ciudadanos haga, de que se impliquen realmente en la resolución del gran laberinto de Cataluña, que demuestren que tienen un proyecto para España más allá de las grandes declaraciones de intenciones sobre regeneración o transparencia, jugar en el patio de los mayores. Veremos si Albert se decide a dar ese paso de calidad.

Si Podemos conseguirá que el votante de izquierdas pero que se siente español y que está harto del juego de la ambigüedad en Cataluña les perdone los tonteos con el secesionismo de los últimos meses solo dependen de que Pablo Iglesias comprenda que se ha convertido en un lastre para su formación y que para gobernar España hay que tener un proyecto para todos los españoles, incluso para los que no piensan como tú. No le creo capaz de ello, pero…

El PP y el PSOE seguirán haciendo exactamente lo mismo que vienen haciendo en los últimos años porque no podemos pretender que con los mismos mimbres, Rajoy y Sánchez, se hagan distintos cestos y su éxito o fracaso vendrá dado por lo que sean capaces o no de hacer los nuevos.