Estimada amiga Teodoro García Egea:
Y digo amiga, porque tu nombre propio, Teodoro, advierte, como sustantivo masculino, la posibilidad de un rápido cambio en la RAE por el de femenino, por no incomodar más a la comunidad global, que tanto reparo pone en esto de lo masculino y lo femenino alrededor de este maravilloso mundo de las palabras. Por eso, creo que es mejor dejarlo en Teo, pues Teo se aproximaba más como lengua coloquial a la etimología de tu nombre, theos, que en griego significa “Dios”. Mucho se está hablando hoy por hoy de las etimologías, las raíces, la gramática, el uso adecuado de las palabras y todo ese rollazo que yo mismo suelto como gas lisérgico hacia los cielos. Mi deseo es realizar un change.org de tu mundo de velocidad en que usas tu verborrea analfabeta por otro mundo en que impere un posible sentido común. Pero, amiga Teo, veo que es imposible. De nuevo digo, lo de Coque Malla: “No hay manera”. Pasan y pasan los años, las décadas, los tiempos y patatín patatán, y ahora llegamos a éste ya 2019 y seguimos con el “no hay manera”. Es mejor cantar, bailar y joder que dialogar en sosiego -aunque sea imprescindible hacer uso del Sosegon como hipnótico-.
Amiga, hay que ver cómo es el amor, que vuela a quien lo toma, gavilán o paloma, pobre tonto, ingenuo charlatán, que fui paloma por querer ser gavilán, etc. etc. Estas canciones de mi infancia de Pablo Abraira, sosegaban mi noche a través de mi radiete en mi cuarto de futbolista, pues soñaba con ese primer amor que siempre son todos los amores por mucho que ames a caballos, a dalias, a rocas rocosas, a liebres a las que tú sigues insistiendo en cazar por tierras de Murcia, en definitiva, al entero mundo. Pero tú, amiguita del alma querida, vas y jodes, como siempre hacéis la clase política, tantos sueños de tanta gente. Theos, ¿acaso no entiendes que, con tu oratoria palurda, es absolutamente imposible la concordia, la armonía, incluso el necesario regreso de una paz que ya Aristófanes, con su risa de ático griego, nos propuso en boca de Lisístrata? Hable con ella, digo con Lisístrata o Alicia, con Pedro Almodóvar o con al que a ti te salga de la coyunda. Quedémonos con Lisístrata. Te lo explicaré despacito, sin acritud, que decía aquel Felipe González en aquellos tiempos de moda. Sí, en aquellos tiempos que yo, como chafarrinazos en mi memoria, tengo apuñalados como vendavales que se esparcen por mi entera alma. La Transición del 78, del 82, del 96, del 2004 o, la que a mí más me interesa, la del 2011, que es cuando Mariano Rajoy tomó la palabra.
Teo: ¿recuerdas a Mari/ano? Yo sí. Qué palabra, qué manera de palabrear, de orar, de caminar o correr a la velocidad del rayo o de la rayuela con tal de llegar al jardín de las Hespérides. Ah, nuestro Mariano, ay, cuánto le echamos de menos, el pobrecico se nos ha muerto como se ha muerto Chiquetete, o eso parece, pero no, nada muere si tú Teodoro, sigues empeñado en resucitar a tantos muertos, de uno y de otro lado, de todos los lados, de tantísimas aldeas, ciudades y continentes hasta llegar al Aleph, que es el mejor lugar para acabar en un punto, según Jorge Luis Borges. El Aleph, más o menos, tiene tantas interpretaciones como lectores, y eso es lo realmente importante no sólo en la Literatura, sino en todas las cosas de esta cosificación que ya es el mundo, aunque tú, Teodorito mío, no tienes ni la más serena idea de que es desde las distintas interpretaciones basadas en hechos y datos reales desde donde debe surgir el consenso, la negociación política y, tirando, tirando, hasta incluso la paz universal.
¿Verdad, Teo, que esto, con tus drones, es absolutamente imposible? Bien, decía que el Aleph, como núcleo de la narración del célebre cuento, lo que pone de manifiesto es el enfrentamiento del hombre con el infinito, representado como “el punto que contiene todos los puntos del universo”. Borges, que era de entrada, como Pessoa, un escritor poéticamente analista de la realidad, a la salida únicamente se constataba en un fingidor. Te recuerdo que todo autor debe contar mentiras fingiendo, pero fingir ya no es una mentira, sino muchas cosas, demasiadas quizá. Recuerdo también aquella canción mía de mi infancia mía y para mí, Teo, no para ti, que eres un niño adulto ya viejo y casi muerto: “Ahora que vamos despacio, / vamos a contar mentiras, tralará, /vamos a contar mentiras. / Por el mar corren las liebres, / por el monte las sardinas, tralará, / por el monte las sardinas… // Chiquillo no tires piedras / que no es mío el melonar, tralará, / que no es mío el melonar. / Que es de una foncarralera / que vive en El Escorial, tralará, que vive en El Escorial”. ¿Coges el mensaje, teodorillo del alma mía? Te digo que, si ni siquiera entiendes esta divertida canción de niños, es que ya, ad infinitum, eres el Aleph más sórdido y sordo que hasta el sordo de Goya te daría un hostión con esa dulcísima caricia de sus monstruos.
Amiga Teodora: vayamos a lo que nos compete -que no es competir, ¡estamos¡, blasillo, que eres un blasillo, como diría nuestro gran Forges-. Te doy un titular que podría salir en tu prensa o en tus medios de comunicación que, como estratega y como Ingeniero de Telecomunicación y doctor ingeniero por la Universidad Politécnica de Cartagena que eres, seguro que te gustará. Ahí va: “EL PENSAMIENTO POSITIVO HUYENDO HACIA DELANTE”. ¿Te gusta, Teo de las teogonías? No creo que tengas problemas, pues, además, según reza tu currículum vitae -lee que he puesto el verbo “rezar”-, hasta inclusive eres un cualificadísimo investigador capaz de procesar toda señal que emana desde el cerebro. Hostias, ¡pero qué mago, qué demiurgo, qué zen, qué Hare Krisna, qué Kali-santarana upanishad con sus bhakti y sus kártalos sonando como los tambores de Calanda -pueblo donde nació el cineasta Luis Buñuel- qué cristianísimo cristiano eres¡ Y suma, suma, suma, suma y sigue tu curri/culo -neologismo que significa que tu trabajo lo ejercitas con el culo o ano u orto o…. me callo-.
Veamos tu curri/culo: marketing político, gestión en proyectos que ni Dios conoce en la Universidad George Washintong, y ya para restar en vez de sumar el cum laude final: creador de un programa de liderazgo en IESE. Aunque a mí lo que me interesa es tu currículo de la calle. Aquí lo tienes: concejalillo del ayuntamiento de Cieza desde el 2007 hasta el 19, que es, cuando salías a echarte un bocata -palabrón inventado de nuevo por el gran Forges-, el momento en que te proclamaste campeón del mundo en lanzar huesos de oliva -menos mal que no lanzabas el aceite virgen de la oliva, pues ya tendrías gastroenteritis, o algo peor-. No entiendo, pues, como siendo campeón de la oliva, careces absolutamente de la enmienda de lo jodienda que tiene que ver con la comida. Aquí tienes algunas perlas de algunos algo más listillos que tú, cuando ni había drones, ni marketing, ni investigación científica del cerebro. Hagamos un paréntesis antes.
[Algo he estudiado y el cerebro, como investigación científica, mágica o filosófica o antropológica, es el gran desconocido, como esos soldados que mueren en las guerras y que, vosotros, los de siempre, por hacer de la pobreza algo heroico, montáis un monumental monumento de todos conocido como “Al soldado desconocido”, con sus llamitas y todo. Te ubico algunos de los más célebres: El del Arco del Triunfo, en París, el de la plaza Víctor Manuel II, en Roma, en de Carabobo, en Venezuela, el de la plaza Sintagma, de Atenas, el de Sofía, Bulgaria, y, por último, el que tú más conoces: El Monumento al Resistente Desconocido, en Maya, Navarra]
Quitemos el paréntesis y prosigamos con la comida, que es de mejor menester para entender esas perlas de las que te he hablado. Aquí las tienes: “A mi estómago poco le importa la inmortalidad” -Heine-. “A uno que tenga hambre, dale primero de comer y después háblale de lo que sea; si empiezas por hablarle, sea de lo que sea, fracasarás, no lo dudes” -Jean Anouilh-. “Abreviar la cena: prolongar la vida” -Benjamin Franklin-. “Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si por ventura no se está muriendo de hambre” -León Tolstoi-. “Caminante: come, bebe y nada más te importe” -Asurbanipal Sardanápalo- “Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago” -Cervantes- “Con la primera copa el hombre bebe vino; con la segunda, el vino bebe vino; con la tercera, el vino bebe al hombre” -Anónimo-.
Pero ¿cómo anónimo? No, Teo, si esta máxima o precepto o axioma o sentencia o aforismo o proverbio o apotegma tiene derechos de autor, con sus respectivas ganancias según su ISBN, en Amazon.es. Pues dicho autor bien podría ser tu diosecillo José María Aznar o tu diablillo don Mariano Rajoy Brey. “¡Viva el vino¡”, y así todo seguido. Pero aquí tienes la última, la cual te regalo como himno patriota, como letra de Marta Sánchez o como rap rapero de los rapados hebreos que en holocausto fenescieron por comenzar una guerra segunda mundial. La guerra, sí, siempre la guerra, como la que tú estás comenzando con tus drones y con lo que es la peor arma de guerra: la palabra hecha ira que penetra, sin posibilidad de extracción quirúrgica, en su disparo certero en las conciencias y en lo más profundo de cualquier alma humana, mi theos de las alturas: “Cuando el vino entra, el secreto sale” -Talmud-.
Sigamos con el titular de prensa de tus medios de comunicación. Analicemos con datos, fechas, bibliografía, hechos y constataciones absolutamente reales. Pero poco a poco, como canta Leonor Watling, que en la película de Almodóvar antes citada hace de Alicia, pero para mí, lorquiano que soy, es Adela, la Adela de Lorca, la cual al final de la obra se ahorca en una viga por la impotencia creada y el ruido o silencio de su madre Bernarda, que tenía un coño como la casa de Bernarda Alba. Leonor, como la amada de Garcilaso, muere, pero no muere, pues resucita gracias a la piel, al diálogo, al verso amor del hombre bueno y nada compasivo. Este hombre bueno, aun entendiendo su egoísmo, arriba hasta el hermafroditismo del Amor Eterno.
Analicemos, de una vez por todas, pues, el Titular:
El pensamiento positivo de hoy -hoy son unas décadas o un lustro o… en que se está procurando crear más inseguridad, vulnerabilidad y falta de identidad de la que ya hay- ya no va contra el proletariado de Karl Marx -en su odio infinito- sino contra el “precariado”. Te pregunto: ¿cómo lo estáis haciendo los que estáis dentro de este Clan de la Bestia para acabar de definitiva forma con el “precariado”? Nada, no hay respuesta. Lo siento, pero debo insultarte con todo el diccionario “corteinglésico” de Forges. Porque no puedo parar y necesito repreguntar, seguir avanzando, pues, si quieto me quedo, sé que me vas a vencer. Repregunto otra vez: ¿cómo tú, “gensanta”, “stupendo”, “esborcio”, “jobreído”, “tontolcool” que eres, finiquitarías esta precariedad precaria que peca y es preces y prebostazgo y que continúa anegando no sólo nuestra patria común sino todas las patrias de los malos y de los buenos patriotas? Sigues sin responder, con lo cual deduzco que has tomado como escudo antimisiles la célebre cita de Fernando Sánchez Dragó para estos casos: “la mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio.”
No me queda otra que decírtelo yo con la verborrea dierraica de la cirrosis cerril de los cerebritos de tus robots. Y esta verborrea no es otra que la que sale, juntando y rejuntando y amancebando, de todos los discursos públicos y privados, de los seminarios, de esas oratorias de oro y fibra óptica en las aulas universitarias americanas del Pato Donald T. ¿Cuál es vuestro mensaje o mantra después de tanta charlatanería? Este y ninguno más: “Que las cosas van ahora bastante bien y van a ir todavía mejor en el futuro”.
Todavía nos queda en el subconsciente la subnormalidad de la frase de tu jefe: “¡España va bien¡”. O mejor aún, ebrio de vino talmúdico, Aznar lanzó aquello de “El milagro económico de España soy YO”. Qué golazo por toda la escuadra, cual Messi, Piqué o Modric. Uno, amado Teo, nunca es el Yo y su megalomanía, sino que debiera ser el yo en el nosotros, en los otros, en dos naciones, incluso hasta en seis si se quiere. Como ejemplo, aquí te escribo lo que Maximiliano I de México, que era austriaco, dijo justito antes de ser fusilado: “¡Mexicanos¡, muero por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. Ojalá que mi sangre ponga fin para siempre a las desgracias de mi nueva patria. ¡Viva México¡”
Prosigamos con el análisis del titular que a ti te gusta que salga en tus medios de comunicación. Bárbara Ehrenreich, ensayista gringa, en 2009, escribió en su libro “Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo” que el pensamiento positivo no es sólo una suerte de difuso consenso cultural que se disemina por contagio, sino que tiene, como todo pensamiento único -lo único, a mi parecer, según este pensar, es sólo unidad de lo uno y la unicidad que siempre va contra todo humanismo-, sus ideólogos, sus portavoces, sus predicadores y sus comerciales, los cuales utilizan esos libritos de auto ayuda que son vuestros mejores bestseller. Con estos libritos lo único que estáis haciendo de manera no sólo trampujosa, sino criminal, es hacer a usanza mora todo tipo de conocimiento a partir de cualquier forma y manera de manipulación, abducción y diablismo o divinidad de Cristo Rey. Tú, amiga Teodora, eres uno de ellos como secretario general del PP, pero siempre dependiendo de este monaguillo que es Pablo Casado, el cual, en su Cartuja o pirámide de Keobs, depende a su vez del Obispo o Abispa de esta gran sucursal bancaria que es la FAES de Josemari Aznar, quien a su vez, como nunca hace uso de pildoritas anticonceptivas, fue el progenitor de esta Madre Coraje sin Brecht o mejor, esta Gran Dama de Hierro thatcheriana que es la Diosa Cibeles viejita y Gin Tónic Madre de la Guerra neoliberal, esto es, la Miss Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, aristócrata, politiquilla, ministrona o mainstream, culta, senadora que presidió o preside y presidenta que -ahí estoy seguro- redunda en su redundancia del Partido Popular de este Madrid español y universal como pitonisa que pita cuando le hacen algún tipo de control de alcoholemia.
Sigamos con el pensamiento positivo. Para ello, Teodoro, es mejor que veas la película “The Company Men”. Te resumo el mensaje final: el pensamiento positivo define uno de los efectos más lacerantes del paro y sus consecuencias psicológicas. La trama en breves vocablos es la que sigue: se consuma un expediente de regulación de empleo en un grupo empresarial norteamericano por culpa de una de las unidades de negocio cuando se da cuenta que pierde dinero mientras las otras unidades de negocio de la misma multinacional siguen siendo rentables. El ERE -que no es andaluz, sino eeuu- ejecutado por los ejecutivos de GTX pretende que suba el valor de sus acciones en los mercados de valores. Resultado: estos ejecutivos, entre los que tú, Teodorillo de mi vida, estás o eres, ERES, se enriquecen directa e indirectamente, pues al encarecer el valor de la empresa ante una hipotética venta, que no es hipotética, sino suprema y vitalicia, millonarios salen, pues todo lo que entra sale. Te lo digo con Mateo 15:11: “no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre”.
Y ahora sigamos. Es el momento en que te pida que vuelvas a leer los proverbios antes citados sobre el hambre: ¿Con cuál te quedas ahora de los 7? Teo, disculpa que insista, pero tú sabes que, si llegáis a gobernar esta bella España camisa blanca de la esperanza -canción de Víctor Manuel, quien renovó el adjetivo “limpia” por “blanca” del verso de Blas de Otero-, todo tu clan, todos tus clanes, toda tu familia desestructurada caerá en las garras de esta organización que preside, dirige, impera, reina ese señor al que llaman Santiago Abascal. Pero no es organización, lo de tu amiguete Santi, sino una tribu que se autodenomina VOX. VOX es una tribu de Polinesia de la que ese señor llamado Santiago Abascal es su “big man”. VOX es una tribu de Nueva Zelanda, una iwi que tiene descendencia hapu. VOX son las 427 tribus de las que dependen 3.000 castas y 50.000 subcastas en la India más una tribu de Siberia basada en uniones exogámicas, esto es, con posibilidad de intercambio de mujeres. En definitiva, VOX las 12 Tribus de narices eran.
Y así nos queda que ese señor llamado Santiago Abascal es el patriarca de Israel con sus doce hijos, que aquí enumero: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín. ¿Es esto lo que quieres que suceda? Piénsatelo y demuéstranos a todas y todos los que trabajamos o vivimos o resistimos con esperanza en este País o Ágora que no somos uno sino muchos y muchismas, pero tan diferentes y con tanta fermosísima variedad cultural, idiomática, metereológica, estatutaria, autonómica, festivalera, gastronómica, pescadora, bailaora, bellísimas naturalezas, paisajes, animales y aldeas, que lo que dices y lo que harás, si elegido eres para la gobernanza, lo extraes de tu corazón más puro, púrpura y pusilánime, pero sin pústulas, sin putanismo ni Putorius furo ni siquiera sin esa gangrena que produce el putrílago.
Prosigo con los datos y con los hechos, como nos advirtió y sigue advirtiéndonos durante tantos años Noam Chomsky a la hora de verificar cualquier resultado positivo previo análisis contrastado a la hora de conformar cualquier acción de gobierno.
Continúo, pues. Frente al lado positivo, vosotros, ustedes, ellos, tú, Teodora, estáis creando el lado negativo, el lado oscuro del pensamiento, por esos a los españoles que no están en vuestra especulación del positivismo nos llamáis cenizos. Jeffrey Gitomer, orador motivocional y asesor de empresas, lanzó el eslogan siguiente en su librito “La economía del miedo”: “DESHAZTE DE LAS PERSONAS NEGATIVAS DE TU VIDA”. Pero la cosa suma y sigue. Otro de estos predicadores, J. P. Maroney, en su original “El pitbull de los negocios”, casca lo siguiente: “La gente negativa ME LA CHUPA… Evítales cueste lo que cueste. Si tienes que romper con alguien con quien tienes una relación de muchos años, porque la verdad es que te deja hecho polvo, qué se le va a hacer. Créeme, te va a ir mejor sin esa persona”. ¡Toma finolaína, libérrimos liberadores de una falsa libertad¡ Por otro lado, afortunadamente, Barbara Ehrenreich, esa mujer bella y roja o arcoíris, vincula la positividad de vuestro pensar no sólo con el mundo laboral, sino con casi todos los aspectos del existir: enfermedad, religión, negocios familiares, vida cotidiana de la gente de bien. Bárbara E. es metáfora de la camisa blanca, la higiene mental y humana del mundo entero. Pero los malos suman y siguen.
Te presento a otro que tal. De Joe Gregory, expresidente de Lehman Brothers -te recuerdo que iba a trabajar todos los días a la sede del banco en helicóptero: ¿el dron es tu helicóptero, dime, Teodorín?-, en 2008 la revista “Time” en un artículo de esos amañados, dijo de él que tenía fama de “ser todo amor”, un buen coleguilla de golf y, como remate, “un hombre de Sentimientos”. ¡Cómete esa pirula o esa oliva, lo que quieras, Teodorillo¡ Y, para acabar con la red del pensamiento positivo, te conmino a que veas en tu propio Youtube el programa televisivo de Larry King en donde se comentó que para aquellos cenizos que estaban perdiendo sus casas, sus empleos, seguros médicos vinculados a las empresas en las que trabajaban, lo mejor que podían hacer era que no cayeran en el victimismo. ¿Qué se les aconsejó? Aquí lo cito sin imágenes: “Tienes que ser consciente de que Dios sigue teniendo un plan, aunque te hayas quedado en el paro; cuando Dios cierra una puerta pueda abrir otra”. Teo, amor mío, ¿te suena eso a lo de las puertas giratorias? No me digas la verdad, porque a mí, que me gusta mucho las letras en catalán de las canciones de Joan Manuel Serrat, al traducirlas al hispánico modo me sale: “No es que exista la verdad, lo que no tiene es remedio”.
Sigamos en Murcia, subidos al escenario, con un público fanático y abducido, pues Murcia tierra tuya es y, como canta la zarzuela, es murciana, porque España ya es sólo Murcia o marciana o murciélago ascendiendo en tus drones. Canta, cántame, cántamela. Eso es, sólo estos versillos: “tu huerta no tiene igual, pues son tus mujeres la flor del palmar. En la huerta he nacido para amar y vivir, y en su campo laborado con noble trabajo me quiero morir” Y a quien no le guste ¡que se joda¡, faltaría más. Ésta es mi Teodora, campesina, que coño teleco ni marketing ni vicesecretario de formación de Nuevas Generaciones en la fauna murciana. Ah, el campesinado. Escucha éstas mis añoranzas, mi saudade, mi solitate, mi hipocondría, mi salute, mi seno materno, mi hiraeth galés, mi Dór rumano, mi sehnsucht alemán, mi señardà asturiana, mi enyorança catalana, mi vida dentro de mis vidas más íntimas.
Aquí va el relato: mi abuelo por parte de mi madre fue labrador toda su vida en un pueblo de la Valencia castellana de cuyo nombre yo sí siempre quiero acordarme: Requena. Mi abuelo era mucho hombre y mucho vecino del vecino y más alcalde que el nombre del alcalde. Y fue así que, ara que ara, la posguerra no pudo con él ni con mi abuela Amparo ni con todos sus hijas e hijos que hoy son mis tías, tíos y madre. De sol a sol trajinaba el terruño con una azada. Cuando llegaba a casa, cansado que no cansino, sólo le quedaban las fuerzas suficientes para sentarse ante la chimenea de la cual llameaba el fuego al devorar los sarmientos perfumándose de este modo la humilde cocina con ese olor antiguo de la leña y el fuego, que es el olor que creo que muchísima gente ya lleva incorporado en su memoria y en cada instante de su vida. Luego salía unos minutillos al primer clarear de la luz de la luna para echarse un pitillo sentado en el quicio de la puerta mientras su amada esposa le preparaba un cachulí o unas tajadas de tocino con patatas. Comía, mi abuelo Feliciano, frugalmente, porque siempre dejaba lo mejor para toda la tropa que, en un corrillo de luz mínima, lamía con cucharas de palo la sartén que siempre era la misma tanto para el cachulí molondrón como para el morteruelo, como para la fritanga de hígado y bofes de cerdo frito con el tocino. Y, cuando la caldera le decía a la sartén, “apártate de mí, cara sucia”, entonces solía caer la panceta o unos simples ajetes o cebollas refritos con grasa de animal. Pero, a pesar de tantos pesares, según tengo yo escrito en una novela sobre mi genealogía o gen que titula “Los espejos occidentales”, mis ancestros no decaían, jamás desfallecieron, “porque los días eran sillas repetidas al son de la luz de noviembre. La vida, hazaña de una urraca en los aledaños del tiempo, parecía demasiado sencilla, a pesar de los pocos recursos que existían en la casa de la calle Somera, porque se vislumbraban las amanecidas como inmensas palabras que lo retenían todo: el trabajo, la infancia, las canciones de Amparo. Era fácil subsistir en aquellos tiempos de pobreza, pues la felicidad entre el todo y lo poco se vivía con lentitud y con esperanza, como las siluetas de las nubes que siempre caían sobre los tejados”
Esta, Teo, es la España a la que queréis regresar. Esta España nuestra que sigue recitando los versos de César Vallejo: “Si cae?, digo, es un decir?, si cae España, de la tierra para abajo, niños ¡cómo vais a cesar de crecer¡, ¡cómo va a castigar el año al mes¡, ¡cómo van a quedarse en diez los dientes, en palote el diptongo, la medalla en llanto¡, ¡cómo va el corderillo a continuar atado por la pata al gran tintero¡, ¡cómo vais a bajar las gradas del alfabeto hasta la letra en que nació la pena¡”.
Háblame, Teo, no quedes mudo, pues en la mudez hay sombra oscura que a veces ostenta una inmensa ola de palabras que se escupen desde lo alto del III Reich. Te pido, pues, que votéis la ley de memoria histórica en consenso todos los partidos sin dejar en hilo suelto a nadie. Es la única manera de no repetir la Historia de las antorchas y el fuego y las cenizas y las fosas y la lista de Schindler. Por cierto, el sábado anterior, Ralph Fiennes, el malvado nazi de la película de Steven Spielberg, visitó Sevilla para estar presente en la gala de entrega de la 31 edición de los Premios de Cine Europeo, nos dijo a todos que, cuando vayamos a votar en las próximas elecciones europeas, pensemos muy bien a quiénes le concedemos nuestra identidad y nuestra entera conciencia, pues, así lo reseteó con lágrimas en su intensa mirada, “hay quienes dicen que son buenos, pero no os lo creáis, no son tan buenos como dicen que son”.
Teodoro García Egea, te aconsejo que vayas al cine a ver la película “Cold War”, de Pawel Pawlikovski, o “Lazzaro feliz”, de Alice Rohrwacher, o la actuación de esta actriz española que es Bárbara Lennie en “Petra”. Te obligo a que veas el filme de Armando Iannucci “La muerte de Stalin”. Yo, por el contrario, me comprometo, mientras visionas el color y el mensaje de estas películas, a estudiar escena por escena toda la filmografía de Bergman y la de Costa-Gavras. Seguramente entre los dos podremos conocer algunas verdades, tantas verdades. Sólo ésta, por ejemplo: a lo mejor poca gente sabe que el padre de Adolf Hitler en 1877 decidió cambiar el verdadero nombre de la familia, esto es, Schicklgruber. Puede que fuera esa la razón por la que el que escribió en la cárcel “Mi lucha” logró lo que siempre había ronroneado desde el horror de su intelecto, esto es, pasar a la Historia fuera como fuera. Así manejó sus turbulentos mensajes no tanto por sus palabras, sino por sus gestos, ensayos hasta la extenuación en noches largas y oscuras. Además, oía una y otra vez sus discursos anteriores grabados para mejorarlos, logrando con todo ello lo que todos ya sabemos y que tú también conoces incluso mejor que yo. ¡Pardiez¡, el éxito fue su logro, éxito por el éxito mismo, estudiado en Wagner y tergiversando la filosofía de Nietzsche, entre muchas más noticias del mundo y su historia. Pero tú escondes porque te gusta esconder lo que se debe exponer ante la luz de esta mañana que es el mundo la verdad. Y lo cierto es que la verdad residía en su capacidad de oratoria a la hora de decir a su público lo que querían oír pero con un lenguaje sencillo y directo ante un pueblo confuso -como confusa está hoy toda España- con aquellas frases cortas, potentes, emotivas, pero siempre llenas de consignas, de plagios, de tantísima teatralidad como la que tú, Teodoro, haces ahorita mismo uso de ella. Ah, “El gran teatro del mundo”. Derribemos la estatua de Calderón de la Barca, pues ya está cubierta de polvo enamorado y de feroces hidras en una esquina de la plaza de Santa Ana en Madrid.
Y aquí, Teodoro García Sánchez, viene ya mi despedida.
Te lo pido por favor. No vaya a tener que cantar la canción de Xoel López “Todo lo que merezcas”, pues nada merecemos de vosotros nunca más, nunca máis, ni más Prestige, ni más austericidios, ni más deuda pública con la que sanear nuestro mileurismo de ayer o ahora nuestras migajas de céntimos de euro. Para que nunca más gane la Gran Banca con la intención de persistir en el enriquecimiento de los merkelianos, de los presidentes de la Reserva Federal, de los magnates del FMI, de los médicos corruptos de la OMS, de los lobistas de Europa en sus tres grandes instituciones. ¿Digo 3, o mejor digo 2001 con su Odisea en el Espacio? Ahí están, como la Puerta de Alcalá, el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea, todos llenos de comisiones, de juntas, de núcleos, de tratados, de contubernios, de soberanos soberbios y sobrios o ebrios, de legisladores, ejecutores y jurisdicciones, en definitiva, todo lo que el viento se llevó cuando el filme original, tras la Segunda Guerra Mundial y a posteriori con la Guerra, fueron todos aquellos tratados firmados o no firmados según quiso o no quiso Winston Churchill en 1946, o Robert Schuman, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, en el Tratado de París y tantos y tantos tratados, estatutos, comités, en Sarre, en Mesina, en Roma… Y es que todos los caminos nos conducen a Roma, unas veces por culpa de los bárbaros, otras por los Santos o Paganos Pontífices, otras por los paparazzis, otras por la bomba atómica, por la energía nuclear, por la libertad de comercio, de transportes y aduanas….
Se acabó, ya no puedo más, por la madre que parió a Panete, o, como se dice en mi pueblo, por el padre de mi hermano Tipitín. Dibujemos de nuevo este gran mapa que es Europa.
Estimada amiga Teodoro: acabo, besándote la mano, cual princesa que asciende dantianamente al Paraíso Fiscal, con unos versos de Constantino Cavafis. Titula “Esperando a los bárbaros”. Te ordeno que los memorices bajo amenaza de arresto domiciliario. Ahí van, como un vuelo del último dron:
“¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.
¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sin legislar los senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen los bárbaros
(…)
¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidiaran la elocuencia y los discursos.
¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué grave se han vuelto los rostros¡)
¿Por qué calles y plazas se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esa gente, al fin y al cabo, era una solución.