Todavía recuerdo aquel 16 de Agosto del año 2019, viernes, día en el que empezó LaLiga. Cuando echo la vista atrás me parece que más que transcurrir un año, hubiese transcurrido una vida. Desafortunadamente, para muchas personas así ha sido. La maldita pandemia que asoló el globo y a la que todavía estamos intentando vencer, nos hizo recordar que el fútbol realmente es la cosa más importante de todas las que carecen de importancia que diría Jorge Valdano. Los amantes de este deporte lo echábamos tanto de menos que casi nos dolía, llegamos a olvidar lo mal que podía llegar a jugar nuestro equipo o las decepciones que nos produjeron antes del parón. Por todo esto, estoy seguro de que el mayor éxito que ha tenido el fútbol en general, y LaLiga en particular, ha sido su regreso en sí mismo. A pesar de ello también hemos presenciado episodios lamentables a lo largo de esta interminable temporada liguera, que ha acabado coronando al Real Madrid de Zidane como campeón.
«Sin querer menospreciar la labor de los árbitros, que no creo que se equivoquen a propósito, el VAR es como darle un violín Stradivarius a un mono ya que probablemente el único sonido que le saque a tan bella herramienta musical sea el de su diapasón estallando contra el suelo»
Muchos ojos estaban puestos en el polémico VAR, que tras su puesta en escena la pasada campaña, regresaba supuestamente mejorado y con los árbitros teniendo claro un protocolo más unánime. Nada más lejos de la realidad. Este año se ha demostrado que con el VAR no se acaba la polémica, sino que se multiplica. Sin querer menospreciar la labor de los árbitros, que no creo que se equivoquen a propósito, el VAR es como darle un violín Stradivarius a un mono ya que probablemente el único sonido que le saque a tan bella herramienta musical sea el de su diapasón estallando contra el suelo. Un gran utensilio que en las manos correctas, puede llegar a hacer un fútbol mucho más justo. En mi opinión, el principal problema del vídeo-arbitraje reside en las personas que lo utilizan ya que no tienen un criterio claro y conciso a seguir. Algo que hace mucho más vasto si cabe el terreno de la interpretación, una misma jugada en unos campos es una cosa y en otros otra totalmente distinta. Lo que trae de indigna a aficionados y profesionales del fútbol por igual y da a alas al oscuro fantasma de las conspiraciones arbitrales. Protocolo e interpretación, dos conceptos que el estamento arbitral repite hasta la saciedad para sacar pecho de su labor. El VAR no ayuda a proteger a un árbitro de sus fallos, sino que expone más su incompetencia. Si le quitamos al fútbol la emoción de gritar un gol sin miedo a desgarrarte la garganta celebrando por si lo anulan y desvirtuamos su esencia, que mínimo que sirva para que se erradiquen las injusticias.
Tres aficiones están marcadas desde el principio, el destino tiene para ellas una noticia funesta a pesar de desconocerla en verano. Los descensos de categoría representan el mayor fracaso deportivo que un club de fútbol puede llegar a cosechar durante la temporada. Falta de planificación, falta de físico, falta de dinero… Todas son causas probables para que un equipo se desplome, causas que en la mayoría de los casos dan con tu escudo en la división de plata. Evidentemente, para pepineros, bermellones y pericos, esta temporada ha estado plagada de malas noticias. Aunque para todos ellos el destino final ha sido el mismo, unos han caído con honor y otros lo han hecho con deshonra. El pozo de la Liga Smartbank puede llegar a ser muy profundo y la única manera de volver a escalarlo es apoyándote en los tuyos, no es lo mismo despedirte entre aplausos de la categoría, como le sucedió al Leganés de Javier Aguirre, que descender haciendo la peor temporada de la historia con el mayor presupuesto de la misma, como fue el caso del Espanyol. Es preferible morir de pie, que vivir arrodillado. A pesar de todo, estoy convencido de que estos tres legendarios equipos volverán muy pronto a codearse con la élite futbolística de este país. Lo peor de una temporada puede ser un descenso, sí, pero lo que más se celebrada por toda una ciudad es un ascenso.
Cuándo pensaba que las malas noticias o los peores momentos de la temporada en el fútbol profesional español ya habrían acabado, llegó la última jornada de la Liga Smartbank y todo saltó por los aires. El partido entre el Deportivo de la Coruña y el Fuenlabrada fue suspendido por varios positivos por coronavirus en la expedición del equipo visitante, los gallegos se jugaban la salvación y los madrileños el play-off de ascenso, mientras que el resto se jugó con el horario unificado. Este hecho en sí, manda al pairo a todo lo referido con la ética profesional y atenta claramente contra el espíritu del juego limpio. Con esa decisión tomada por la Liga, la Federación Española de Fútbol y el Consejo Superior de Deporte, se vulneró la competición y se inició una guerra en los despachos que difícilmente va a acabar contentando a todos. El Dépor, un histórico de nuestro fútbol, dio con sus huesos en 2ªB sin ni siquiera poder defenderse en el verde. Con esto, no quiero echar la culpa a nadie en concreto pero creo que al menos merecemos que salgan a aclarar quién y por qué motivo se incumplieron los famosos protocolos. Hubiese sido tan fácil aplazar toda la jornada, pero parece que tenemos demasiado gusto por complicarnos la vida o por creernos más listos que el resto. Este escándalo, va para largo y sin lugar a dudas ha sido una de las peores cosas que hemos visto durante esta eterna campaña.
«Polémicas, conspiraciones, descensos e irresponsables chapuzas, han sido las notas más negativas de esta temporada que ya dejamos atrás. Borrón y cuenta nueva, a un año que nunca olvidaremos»
Polémicas, conspiraciones, descensos e irresponsables chapuzas, han sido las notas más negativas de esta temporada que ya dejamos atrás. Borrón y cuenta nueva, a un año que nunca olvidaremos. Ahora debemos recargar pronto las pilas, porque si nos mantenemos por un breve momento en silencio y afinamos nuestros oídos podemos oír a lo lejos ese himno que tanto nos eriza la piel. Nos queda Europa. Vuelve la Champions.