Hay temas que son tan evidentes que parece una obviedad innecesaria escribir sobre ellos: lo bonita que está Sevilla en primavera, la vuelta de Cabify a Barcelona por motivos económicos o la lección de hipocresía que nos han dado Podemos y Vox esta última semana. Sin embargo hay novelas y artículos nacidos de la inspiración de un día de finales de marzo en la ciudad de la Giralda, explicaciones sobre las tretas de Cabify para saltarse las normas de la Generalitat y este artículo.
Parece mentira la deriva ideológica (de ideas e ideales) y de credibilidad en la que lleva sumido el partido del 15M desde hace ya varios meses. Da la impresión de que entre la derecha mediática y los sectores del partido que han abandonado el barco sin prisa pero sin pausa, como un paso de Semana Santa por La Campana, se han puesto de acuerdo para practicar magia negra y nublar las mentes de los mandamases de la fuerza política que dirige -de momento- Pablo Iglesias.
«Parece mentira la deriva ideológica (de ideas e ideales) y de credibilidad en la que lleva sumido el partido del 15M desde hace ya varios meses»
Por si no era suficiente que el buen olfato electoral que hizo despuntar al partido en sus inicios haya desaparecido aparentemente al no darse cuenta de que la vertiente ideológica (y de maneras) de Íñigo Errejón es en Madrid una fuerza más que capaz de aglutinar no solo a los simpatizantes de Podemos sino a muchos más desencantados por el giro a no-se-sabe-donde-pero-no-me-gusta del partido, han decidido practicar un ejercicio paupérrimo de hipocresía al aceptar la candidatura de Pilar Baeza como candidata del partido a la alcaldía de Ávila tras haber cumplido condena por ser cómplice de un asesinato. Hasta me duele escribir esto de un partido que hace apenas cuatro años sacudió la vida política de nuestro país para mejorarlo; un país donde ningún partido político que se precie hubiera llevado adelante la candidatura de un cómplice de asesinato.
Un partido que no solo consiguió sacar a la palestra la gravísima pandemia de corrupción y desfachatez que sacudía a la clase política española desde hacía años, sino que consiguió que todos los partidos cambiaran el discurso para hacerse intolerantes hacia estos males no debería traicionar a todos los que creímos en ellos con un gesto así. De seguir por esta línea, la de olvidar lo que les llevó a ser algo, quizá sacar la corrupción de las instituciones de nuestro país, que ya es mucho, puede ser el único mérito de el partido que pudo gobernar.
«Quizá haga falta explicarlo pero, en el estándar de valores y moral del ser humano, desde mucho antes de las tablas de Moisés, matar es peor que robar»
Quizá haga falta explicarlo pero, en el estándar de valores y moral del ser humano, desde mucho antes de las tablas de Moisés, matar es peor que robar. Y Podemos está traicionando todo lo que fue rompiendo esta máxima. Pero a poco que le demos un par de vueltas al asunto resulta que es peor aún; que han conseguido el más difícil todavía.
¿Cómo puede ser que se fomente la candidatura de una persona que va a representar a los ciudadanos en las instituciones públicas que tienen poder para proponer y votar leyes cuando ella misma no fió de la justicia para ajustar cuentas con el hombre que supuestamente la denigró asqueroso caso de violación mediante? ¿No hay nadie al volante?. La pena de cárcel en nuestro país redime y reinserta. Pilar Baeza cumplió su condena con todas las de la ley y está rehabilitada para realizar cualquier actividad. A diferencia de ella yo sí creo en la Justicia, aunque crea que a veces se equivoca o que sería mejorable. Ella puede presentar su candidatura para ser la líder de unas siglas en una ciudad cómo Ávila. No se trata de su incapacidad, se trata de idoneidad: un fundamental que cada vez se pone menos en valor.
¿Cómo puede ser que se fomente la candidatura de una persona que va a representar a los ciudadanos en las instituciones públicas que tienen poder para proponer y votar leyes cuando ella misma no fió de la justicia?
Nuestros gustos y apetencias no deberían anteponerse a la responsabilidad que tenemos quienes vivimos en sociedad (y mucho más los que quieren erigirse como representantes de la ciudadanía) de regirnos por las opciones más idóneas. Y quienes presentan a una candidata así están renunciando a ser partido de gobierno, algo que debería ser (y es, indeed) el objetivo final de cualquier organización política.
La prueba del algodón
Algo parecido ocurre con Vox, y también me duele porque no creo que haya nada que comparar entre estas dos fuerzas como los tertulianos televisivos de supuesto centro intentan hacernos creer. El recién nombrado líder de Vox Lleida ha sido denunciado y condenado a prisión preventiva sin fianza por abusar de personas con discapacidad. Vox que, para variar, podría haber dado ejemplo de algo realmente positivo para la sociedad (sólo hace falta ver cuáles han sido las actuaciones de La España Viva en el Parlamento Andaluz desde el famoso 2D) ha decidido escurrir el bulto y ¡ojo! decir que el supuesto abusador es un loco que se ha autoproclamado líder de la formación en Lleida, que no tienen ninguna estructura de partido todavía en la provincia catalana (veamos en las municipales de mayo) y que es sólo un militante más. Huelga decir que las pruebas apuntan hacia lo contrario.
Por supuesto ambos casos son comparables porque comparten hipocresía. Mientras que Podemos jamás aceptaría sin criticar que un partido rival apostara como candidato por un complice de asesinato y Vox, que ha decidido atacar a todo partido que contemple la piedad como opción contra los criminales ni siquiera ha expulsado del partido a aquel que ha cometido delitos que según su ideología serían penados con prisión permanente revisable.
Es lo que pasa cuando entras en cualquier lado -sea una discoteca o en el sistema político español- criticando todo lo que ves a tu alrededor y con una visión absolutamente demencial sobre el bien y el mal. Cuando te conviertes en justiciero pero no aceptas la justicia o cuando no aplicas el castigo más severo dentro de tu propio partido pero quieres que la justicia estatal se convierta en un grupo de jueces sin piedad cabe preguntarse ¿a dónde vamos a ir a parar?
«Me recuerda al refrán que tantas veces dice mi madre “justicia señor, pero por mi casa no”.
Me recuerda al refrán que tantas veces dice mi madre “justicia señor, pero por mi casa no”. Al final resulta que los partidos que de manera más inflexible se han pronunciado en contra de la laxitud normativa de la situación social sobre la que han surfeado para colocarse en la cresta de la ola de la actualidad política (la elección de cargos con problemas con la justicia y la mano blanda de los partidos de gobierno con los que rompen la ley, respectivamente) son incapaces de presentarse como organizaciones políticas de fiar para con las ideas que pregonan en sus mítines y que arrastran a cientos de miles de ciudadanos a las urnas con la crispación en el rostro y en la papeleta.
Ellos verán.