El mundo está loco y el sistema en el que vivimos también. Por ello es necesaria la celebración de un Día del Orgullo Loco en el que se alce la voz frente a la vulneración de derechos que sufren muchos enfermos mentales.

 

Cuando el pasado domingo, 24 de mayo, me enteré que se celebraba en España el Día del Orgullo Loco pensé “Vaya, debería abrirme una botellita. Es mi día”, pero más allá de la frivolidad con la que se utiliza el adjetivo loca y la palabra locura, me impactó la fuerza del lema “Necesitamos cambiar el sistema y no que nos mediquen para soportarlo”. Con esta consigna, colectivos como Orgullo Loco Madrid y otras asociaciones de salud mental repartidas en distintas ciudades de la geografía nacional, gritaron este año sus reivindicaciones a través de los altavoces virtuales que ofrecen en 2020 las redes sociales. Yo, por mi lado, me puse a profundizar en el asunto de la locura y la psiquiatría para darme cuenta de que realmente es un tema abandonado por las instituciones

Actualmente, y en gran parte debido a la fuerte presión que ejerce el sistema capitalista y el patriarcado sobre las mujeres, 1 de cada 4 tiene riesgo de padecer algún problema de salud mental. Esto significa que un 25% de las mujeres sufrirá algún trastorno mental a o largo de su vida frente al 14% de los hombres. A estos problemas mentales se les dará como única solución el tratamiento con psicofármacos, teniendo de nuevo como resultado un porcentaje mucho más alto de mujeres que de hombres (85% frente al 15%) que se atiborran a pastillas para combatir todo tipo de depresiones, ansiedades y psicosis.

Ahondando en su web me encontré con la exposición de la problemática mental a la que nos enfrentamos, sobre todo, las mujeres. Me impacta que se vea tan claro cuando hasta el momento era un asunto que no me había parado a reflexionar. Se trata de que hoy en día en lugar de lobotomías se recetan antidepresivos y benzodiacepinas para cargar con la doble jornada, la laboral y la del trabajo doméstico y de los cuidados de niños y mayores.  Si tenemos problemas de ansiedad por motivos laborales, el médico nos dará ansiolíticos, en vez de alentarnos a ir a un sindicato para mejorar las condiciones de trabajo de forma colectiva. Si nuestro hijo no aguanta ocho horas en un aula, existen muchas posibilidades de que le diagnostiquen un déficit de atención y para controlar sus naturales impulsos infantiles le administrarán anfetaminas. Y si estamos agotadas por intentar conseguir el mito de la conciliación, lo máximo a lo que podremos aspirar será a una baja por depresión con su inevitable toma de antidepresivos.

Por ello, el Orgullo Loco se ha convertido, sobre todo, en una lucha feminista. «Nuestras reivindicaciones cubren las problemáticas y la vulneración de derechos humanos que puede sufrir cualquier persona psiquiatrizada». Me comentaron que no tienen portavoz. Son una voz que las une a todas en la lucha feminista y de derechos de salud mental.

Reivindican que la salud mental sea una prioridad política. Un Informe Relator Especial de la ONU de 2017 ya advertía que “Las crisis de salud mental no deberían gestionarse como crisis de los trastornos individuales, sino cómo crisis de los obstáculos sociales que impiden el ejercicio de los derechos individuales”. En este sentido, para ellas las políticas de salud mental deberían abordar los desequilibrios de poder en lugar de los desequilibrios químicos.

Desean recuperar la legitimidad de la que se priva a las personas psiquiatrizadas por lo que el propio diagnóstico implica: el derecho a decidir el propio tratamiento, aceptar o rechazar la medicación, el ingreso involuntario o incluso el ser tutelado.

Abogan por la aprobación de una Ley de Salud Mental, como la presentada por Unidas Podemos, necesaria para la constitución de un marco legal que garantice el cumplimiento de los derechos de las personas con problemas de salud mental.

Para Orgullo Loco Madrid está claro que la lucha por la salud mental debe ser uno de los frentes indispensables en la lucha feminista porque es clave en la lucha contra el patriarcado. Pero como yo seguía teniendo mucho interés en esta necesaria lucha, contacté con Orgullo Loco Madrid para intentar encajar mejor todos aquellos puntos que todavía desconocía.

 

¿Cómo nace el colectivo en Madrid?

—Nuestro colectivo Orgullo Loco Madrid nació a raíz de la organización del primer Día del Orgullo Loco en Madrid en 2018 (que ya se celebraba en otros países) al juntarnos un grupo de activistas en salud mental, con el objetivo de reivindicar nuestros derechos.

He visto que hay también colectivo del Orgullo Boig en Barcelona, ¿existe en alguna otra ciudad o vosotras incluís también a personas de otras ciudades?

—Existen colectivos de salud mental en todo el Estado. Destacaríamos a la Asociación Hierbabuena de Asturias, que fue pionera en la celebración del Orgullo Loco, años antes que nosotras en nuestro país. En nuestro colectivo a veces participan personas de otras ciudades si les resulta accesible acercarse a Madrid.

¿Pueden participar de vuestro colectivo los hombres psiquiatrizados que se hayan sentido violentados en algún momento de su ingreso psiquiátrico?

—Nuestro colectivo está formado por mujeres y hombres. Nuestras reivindicaciones feministas también son asumidas por los hombres del colectivo, aunque entienden que la lucha feminista debe ser protagonizada por las mujeres. La vulneración de derechos humanos en la práctica psiquiátrica la sufren todas las personas.

¿Cómo celebrasteis el Orgullo Loco 2020, pese al confinamiento, a diferencia de otros años?

—Los años anteriores celebramos una concentración en la calle para visibilizar los derechos humanos que se incumplen en la práctica psiquiátrica y reivindicar otra concepción de la locura. Este año decidimos visibilizarnos a través de las redes sociales con dos propuestas: la primera fue el #OrgulloLocoVirtual2020 donde invitamos a que nos mandasen dibujos, fotografías, videos, etc., sobre lo que significa para la gente el Orgullo Loco; la segunda fue la campaña #SaludMentalParaTodas donde reivindicamos las causas sociales de los problemas de salud mental. Nuestro lema principal fue “Necesitamos cambiar el sistema y no que nos mediquen para soportarlo”

¿Creéis que ha influido más y peor este periodo de cuarentena en la salud mental de las mujeres que en la de los hombres?

—Creemos que en un sistema machista las mujeres tenemos más posibilidades de tener problemas de salud mental. Obviamente, la cuarentena ha perjudicado la salud mental de todas las personas, teniendo en cuanta la incertidumbre del trabajo y las consecuencias económicas de esta crisis. Por otro lado, la cuarentena ha incrementado las llamadas al número de ayuda de violencias machistas. Está claro que el vivir confinada con tu maltratador o tu abusador agrava tu situación mental.

¿La Nueva Realidad podría ser un momento clave para que se os escuche y conseguir los cambios sociales que reivindicáis?

—Desgraciadamente no creemos que eso vaya a pasar. Pensamos que sí se visibilizará algo más el tema de la salud mental debido al confinamiento y a las consecuencias de esta crisis. Respecto a la vulneración de derechos humanos en la práctica psiquiátrica, no parece que nos estén escuchando desde ningún lado.

Comentáis en vuestra web que vuestros propósitos son denunciar los abusos sexuales dentro de los ingresos porque no se os cree a causa de vuestros diagnósticos, rechazar la aplicación de electroshock, prioritariamente en mujeres, evitar la excesiva medicalización, sobre todo en las mujeres y exigir un sistema de salud mental que cubra a las mujeres en vez de violentarnos, ¿por qué no es lo mismo ser loca que loco?

—No es lo mismo porque vivimos en un sistema patriarcal. A las mujeres se nos medica mucho más y se nos realizan menos pruebas físicas en relación a los hombres. No existe casi una perspectiva de género en la salud mental.

Parece que sólo se patologizan los sentimientos y la creatividad femenina, ¿cómo se puede luchar por acabar con esta patologización de los sentimientos? ¿Es una cuestión de feminismo o más bien una cuestión de reeducación y aceptación de los sentimientos tanto de una misma como del resto de las personas?

—No estamos de acuerdo en que se patologice sólo la creatividad femenina. Sí es verdad que sucede más, pero en general se patologizan las emociones de todas las personas, sobre todo de los usuarios de salud mental. Se convierte nuestra alegría en manía, nuestra tristeza en depresión, nuestra ira en psicosis y nuestro miedo en paranoia. Deberíamos preguntarnos por qué se patologiza todo a día de hoy. Se dice que Trump es un psicópata cuando lo que realmente hace es defender sus intereses de clase. Los medios dicen que los maltratadores son enfermos mentales patologizando y justificando el patriarcado sus abusos sobre las mujeres.

¿Creéis que la palabra loca/o está banalizada?

—Creemos que locas y cuerdas no son categorías fijas. La locura forma parte del ser humano. El problema es que lo hemos convertido en algo a lo que temer, que nos da miedo. Cuando no entendemos algo decimos que es una locura, para atacar a alguien decimos que está loco. Es un tema demasiado complejo para tratrarlo en una sola respuesta…Cuando a las mujeres nos llaman locas lo hacen para deslegitimar lo que decimos o hacemos. Es un recurso eficaz, al llamarte loca pierde legimitidad cualquier cosa que pidas, exijas o reclames, y el problema es tuyo siempre.

Entiendo que la salud mental también puede mejorar a través de terapias alternativas como la meditación, el yoga, el deporte y otras disciplinas, ¿pensáis que estas prácticas son buenas para superar el estrés post traumático tras el internamiento psiquiátrico?

—Lo que creemos es que no se deberían dar los internamientos psiquiátricos que se dan. En un internamiento psiquiátrico se vulneran los derechos humanos. Nos atan a la cama, nos medicalizan a la fuerza, nos aíslan, nos castigan, nos internan involuntariamente. Deberían exisitir otros modelos como los centros de puertas abiertas, las casas de crisis…etc. Sobre la meditación, el yoga o el deporte es algo que siempre es bueno para todas las personas y ojalá se incluyan en los centros de cuidados que esperamos que existan algún día para superar los encierros en las plantas y centros psiquiátricos.

—¿Es difícil la reinserción social tras el paso por el psiquiátrico?

—Salir de un psiquiátrico no es como salir de la cárcel, aunque exista un parecido en que en ambas instituciones se vulneran los derechos humanos. En el psiquiátrico te meten por un problema de salud mental no por cometer un delito. La pregunta sería por qué querríamos reinsertarnos en una sociedad que cuando hemos tenido problemas de salud mental y hemos necesitado ayuda, en lugar de dárnosla nos ha atado a una cama, nos ha ingresado involuntariamente y nos ha violentado. Es absolutamente paradójico tener que recuperarse de la supuesta “cura”. Es necesario terminar con la tortura psiquiátrica. Cualquier persona es vulnerable de tener problemas de salud mental y de terminar en el infierno de un ingreso psiquiátrico.

 

Me queda claro que luchan por unas razones más que justificadas, comprensibles y probadas. Seguirán a la espera de la Ley de Salud Mental que ampare sus derechos como enfermas mentales pero, sobre todo, ahora entiendo mucho mejor  que la lucha del Orgullo Loco es una cuestión que nos afecta a todos los que vivimos dentro del sistema capitalista y patriarcal actual y que debemos sentirnos orgullosamente locas de querer acabar con los desajustes sistémicos que afectan a toda mujer, loca o cuerda.