Miércoles y seguimos tratando de digerir los, para algunos, sorprendentes resultados electorales del pasado domingo tanto en la urna europea, como en las autonómicas y municipales. Sorprendentes, insisto, para algunos, porque puede cambiar el color de algunas autonomías que históricamente han estado en manos del Partido Popular, porque de los ayuntamientos del cambio puede que no quede nada más que un recuerdo y porque, mientras en Europa la socialdemocracia pierde fuelle, en España, el PSOE ha obtenido un éxito rotundo con sus representantes al Parlamento Europeo.

A mí, la verdad todo me parece de lo más coherente y aunque a toro pasado es fácil acertar en los análisis, creo haber vaticinado gran parte de lo que ha sucedido, tanto en mis columnas de opinión, como en mis intervenciones en tertulias televisivas y en las redes sociales, por lo que sin sorpresa, paso a comentar lo que me parece más interesante:
  • El hundimiento de Podemos y sus confluencias, salvo honrosas excepciones. Desde que surgió Podemos, al calor del 15M, anuncié que no durarían, que esa izquierda naif y exquisita, ya no la izquierda caviar que tenía principios y valores, sino esta izquierda quinoa, siempre a la última moda, dudaría en la cresta de la ola lo que tardara en tocar poder y comportarse como uno más de la tan denostada casta política. Así ha sido, el votante podemita no perdona la escandalosa ostentación de falta de coherencia entre el discurso contra los que viven en áticos de 600.000€ y el hecho de comprarse un casoplón de lujo, con piscina y casa de invitados, bien custodiado por la Guardia Civil para que la plebe no se acerque al líder carísmatico. Si a esto se une la laminación sistemática de todo el que no le da la razón en todo a Pablo Iglesias, amigos, ex novias y compañeras intelectuales incluidas, tenemos la tormenta perfecta para que el votante de izquierdas, de fácil descontentar, huya despavorido hacia otros caladeros, menos vistosos, pero más coherentes. El hecho de que solo Kichi, el alcalde de Cádiz, resista, un alcalde que sigue viviendo en su piso de siempre, con su señora y sus niños y sus vecinos de toda la vida, es claro ejemplo de lo que ya advertí que pasaría y ha pasado.

 

  • La irrelevancia de Vox tras perder más de un millón de votos en un mes. ¡Irrelevancia! gritan muchos presumiendo de que Vox va a ser decisivo en la conformación de mayorías en ciudades relavantes como Madrid o Málaga o en Comunidades Autónomas tan deseadas por todos como la de Madrid. Pero eso no es del todo cierto si nos atenemos a lo que voy a detallar largo y tendido en el siguiente párrafo, el más que posible, conveniente y necesario, pacto del centro izquierda. El votante de derechas le ha retirado su confianza masivamente en menos de un mes. El llamado voto útil o la comprobación de que votar a Vox solo servía para que la mayoría de los socialistas fuera más cómoda frente a un PP desnortado, les ha hecho perder un millón de votos en tiempo récord. Si finalmente, PSOE y Ciudadanos pactan, será la puntilla a la derecha extrema en España, todo el que quiera un gobierno de derechas, elegirá la papeleta popular, como mal menor, con la que, al menos, se aseguran que no sigan gobernando los socialistas.

 

  • La posibilidad real y conveniente de que socialistas y ciudadanos pacten gobiernos autonómicos y municipales, antesala de un gran pacto nacional. Aunque durante la campaña electoral unos y otros se hayan vetado, hayan desenrollado insalvables cordones sanitarios y se hayan acusado de las peores atrocidades, lo cierto es que las urnas han brindado una aritmética tan endemoniada, como interesante. Si Pedro y Albert, Albert y Pedro, tanto monta, monta tanto, dejan el teatrillo de la campaña electoral y se concentran en el hecho de que no hay elecciones importantes a la vista en los próximos 4 años (salvo alguna autonomía) convendrán en que a ambos les convienen pactos recíprocos que les den poder territorial ( y la financiación que ello conlleva) y que les corten el paso a sus adversarios. Dejando fuera de todo pacto tanto a Podemos como a Vox, y por supuesto, a los independentistas, ambos partidos consolidan sus posiciones, uno en la izquierda moderada, el otro en el centro derecha. Este tándem ganador podría ser tremendamente provechoso para sus participantes, pero, lo que es aún más importante, lo mejor para España. Lejos las veleidades independentistas de catalanes y vascos, más lejos aún las retrógradas propuestas de la ultra derecha y relegadas al pozo del olvido, las ocurrencias podemitas.

 

  • La reubicación del Partido Popular en posiciones menos escoradas a la derecha, aunque esto con Casado pueda ser flor de un día. Siempre he creído que al PP le hubiera ido mucho mejor con Soraya, como al PSOE con Susana, aunque esta carambola del destino haya llevado a Pedro a la Moncloa. Casado es un líder inconsistente que se ha rodeado de un equipo de amiguetes, con aún menos mérito y capacidad, que él mismo. Han pasado de abrazarse a Vox para gobernar Andalucía, a llamarlos ultras en campaña y a volver a querer abrazarse a ellos para no perder sus feudos históricos, sobre todo Madrid. Ayer Aznaristas, hoy moderados, mañana, su dios dirá. La derrota de este domingo, derrota con mayúsculas, batacazo histórico sobre el batacazo ya cosechado en abril, «hostia terrible» que diría aquel, ha sido maquillada por la posibilidad de quitarle la capital de España a la malvada Carmena y que Isabel Díaz Ayuso y sus ideas de bombero puedan gobernar la CCAA de Madrid. Esta sería otra buena razón más para que Ciudadanos permitiera que Gabilondo presidiera la Asamblea de Madrid y a cambio los socialistas hicieran alcaldesa de la capital a Villacís.

 

  • De lo del PNV aprovechando para recoger votos del miedo que da el nacional catolicismo de Vox y el pavor que les da que Ciudadanos cumpla su amenaza de acabar con los privilegios que el infame cálculo del cupo otorga a los vascos en detrimento del resto de los españoles, para qué comentar nada si los números hablan por sí mismos. De lo de Ciudadanos perdiendo votos en Cataluña, sobre todo en el cinturón rojo y en zonas tradicionalmente progresistas, pues más de lo mismo, era de cajón que su escoramiento a la derecha les haría perder el nicho de votantes que les había llevado a ganar las últimas elecciones en Cataluña, los socialistas no nacionalistas, los progresistas que se sienten españoles y no soportan el pancatalanismo del PSC, esos que han vuelto al PSOE como mal menor. De el asco que me da que haya gente que vote a Bildu, queriendo que olvidemos que tienen las manos teñidas de sangre de tantos inocentes, o lo que es peor, queriendo reescribir la historia para que los verdugos pasen por víctimas, pues mejor me lo guardo para mí y prefiero alegrarme de las mayorías absolutas de socialistas de bien como Vara, Page o Caballero, entre otros, que jamás se plegaron a los despóticos designios de Sánchez y han sido recompensado por ello por sus votantes

Termino como empecé, nunca digas nunca jamás porque puede que a la vuelta de la esquina tengas que tragarte tus palabras con el amargo sabor de la cicuta. Es tiempo de pactos, es tiempo de hablar, de negociar, de transigir, de acordar… Son buenos tiempos para los españoles de a pie porque sus políticos tendrán que dejar a un lado sus egos y sus aspiraciones maximalistas y llegar a pactos con otros que no piensan como ellos, pero que también tienen su parte de razón. De la unión de los diferentes siempre suele salir algo mejor que las partes individuales.