En las últimas semanas, en todos los pueblos de España, los militantes socialistas han sido llamados a comparecer en sus agrupaciones locales para debatir sobre los nombres más idóneos que deberían integrar las listas del Partido Socialista Obrero Español tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado.
Es cierto que, estatutariamente, la Comisión Federal de Listas, el decir, Ferraz, es decir, el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, tiene la última palabra y puede cambiar los nombres propuestos por la militancia. De hecho, eso ha venido sucediendo desde que yo tengo conocimiento, pero se hacía sutilmente, retrasando algún puesto a quien era menos afín, adelantando a algún leal hasta puestos de “salida”, colocando a algún fichaje estrella…
Lo que nunca había pasado es que, como hoy, la voz de la militancia fuera completamente desoída y, quienes han resultado ser los más votados en sus circunscripciones, como Pradas en Sevilla, Urquizo en Teruel o Carmona, para el Senado por Madrid, hayan sido laminados de las listas para colocar en su lugar a “sanchistas” de pura cepa, algunos de ellos sin carné del PSOE.
«Lo que nunca había pasado es que la voz de la militancia fuera completamente desoída y, quienes han resultado ser los más votados en sus circunscripciones hayan sido laminados de las listas para colocar en su lugar a “sanchistas”, algunos de ellos sin carné del PSOE»
Si esto no resultara objetivamente reprochable, sin más, resulta irónico, si lo unimos al hecho de que Pedro Sánchez volvió a la Secretaría General del PSOE autoproclamándose el candidato de la militancia, cuyo principal valor era devolver la voz a los militantes, una voz, que según él había sido secuestrada por los malvados barones. Esos militantes en pie que entonces clamaban por ser parte activa de la toma de decisiones en el PSOE, hoy callan y aplauden que sea la dirección federal quien imponga su criterio desoyendo lo votado en las asambleas.
Las listas en general son frívolas, se ha depurado todo el talento que la militancia había pedido incluir en ellas porque los elegidos no eran suficientemente leales a Sánchez, se han incluido fichajes estrella que, además de haber sido afiliados, jamás en su pasado mostraron simpatía alguna por el PSOE ni defendieron causa alguna que no fuera la suya propia.
La frivolidad de las listas ha sido la culminación para convertir al PSOE en un partido frívolo en el que el aparato al servicio del líder se puede permitir el lujo de espantar, despreciar y laminar talento porque todo se hace por sumisión y obediencia ciega a Sánchez. Da igual si un día dice una cosa y mañana la contraria. No importa si aprueba Decreto Ley tras Decreto Ley que jamás llegan a ponerse en práctica porque no tiene el tiempo, el dinero, ni los apoyos necesarios para gobernar España. Es indiferente que se prometiera dar voz a las bases y jamás se les haya consultado nada sino todo lo contrario.
«La frivolidad de las listas ha sido la culminación para convertir al PSOE en un partido frívolo en el que el aparato al servicio del líder se puede permitir el lujo de espantar, despreciar y laminar talento porque todo se hace por sumisión y obediencia ciega a Sánchez»
Todo esto puede que no signifique nada electoralmente hablando. La idea de que el próximo 28 de abril solo hay dos opciones, votar PSOE o que gobiernen las tres derechas ha calado hondo. En España, siempre se ha votado a partidos que se consideraban moderados, bien el PSOE, de centro izquierda, bien el PSOE, de centro derecha. El miedo a la ultra derecha de Podemos nos trajo una mayoría absoluta sin precedentes del PP y puede que el miedo a VOX, nos traiga una victoria socialista, pero eso no hará que sea mentira nada de lo enunciado en los párrafos anteriores.
Que el hundimiento de Podemos y el extraño acercamiento de Ciudadanos a la verdadera derecha de PP y Vox en Andalucía le sirva a Sánchez para ganar el 28 de abril no cambiará que el PSOE se ha convertido, bajo su mando, en un partido frívolo donde todo se hace por capricho del líder. Un partido en el que se improvisa y se juega con las ilusiones y la vida de los más desfavorecidos. Un partido que ha olvidado que esta Constitución es en gran parte obra socialista y que defenderla ha sido primordial durante los últimos cuarenta años. Un partido donde se postergan los principios y valores por un titular o un tuit, donde se desprecia la historia reciente de la organización y a quienes participaron en ella, como González, Guerra, Ibarra, Rubalcaba, Valenciano, Madina…
El refrendo de las urnas, si es que llega a producirse, podrá servir para que Sánchez siga durmiendo en La Moncloa, pero habrá terminado de dar la puntilla a un partido centenario por el que miles de hombres y mujeres valientes lo dieron todo, incluso su vida.