El domingo banderas de la cruz celta se agitaron en la barcelonesa plaza de Sant Jaume. Desde que los neonazis la tomaron como símbolo inquieta verla por las calles, ya que quienes la usan de estandarte representan a la ultraderecha más violenta.

¿Miente Santiago Abascal cuando dice que la Generalitat autorizó una concentración neonazi junto a la suya para hacerle quedar mal? No dispongo de pruebas que lo aseguren, ni estoy en la cabeza del líder de Vox. Asumo que poca gracia le ha hecho ser fotografiado con la cruz celta a su espalda. Si su disgusto obedece a la convicción o a la falta de oportunidad ya lo veo menos claro.

De todas más formas, hoy me gustaría ofreceros algunas reflexiones en torno a qué es la ultraderecha. Aclaro que no soy un especialista en el asunto, pero lo conozco de rebote al investigar sobre el supremacismo blanco.

«El domingo banderas de la cruz celta se agitaron en la barcelonesa plaza de Sant Jaume

¿Qué es ultraderecha? Resulta irritante que Rajoy fueran llamado fascista en las redes. Casi tanto como que al gobierno actual se le tache de autoritario, fascista, soviético y nazicomunista… “Ultraderecha” se ha popularizado como un desprecio al políticamente contrario. Cada vez cuesta más precisar qué significado tiene para quien lo usa.

Tomando un estándar sencillo, podríamos definir ultraderecha o, si se prefiere, derecha radical a todas aquellas fuerzas políticas a la derecha de partidos democratacristianos y liberal-económicos. Pero eso no nos ayuda mucho, ya que poca homogeneidad encontramos entre tales grupos.

El Partido por la Libertad en Países Bajos es furibundamente antimusulmán y xenófobo, pero es gay friendly y neoliberal. Hoy el Frente Nacional Francés deja atrás el pasado filonazi y antisemita de su fundador y padre de la actual líder, monsieur Le Pen, para centrarse en la lucha contra la islamización de Europa y el rechazo a la inmigración. El discurso racista se sustituye así por el de las nacionalistas, a la vez que se abre algo la mano con los LGTBI, aunque mantiene fuerte su apego a las tradiciones. A diferencia de su vecino holandés, defienden el proteccionismo y el intervencionismo económico del Estado.

Más curioso es el caso de Alternativa por Alemania. Nació como partido neoliberal, aunque no conoció el éxito electoral hasta que se amplió con un sector xenófobo, coincidiendo con la crisis de los refugiados. En la actualidad tres familias conviven en su seno: la original, neoliberales, tanto académicos como empresarios, el populismo xenófobo y grupos neonazis. Esto supone muchas tensiones internas… Creo que a algunos admiradores del Führer no les sentó bien llevar a una mujer lesbiana de cabeza de cartel en las últimas elecciones. Claro que la hicieron dimitir poco después.

«El Partido por la Libertad en Países Bajos es furibundamente antimusulmán y xenófobo, pero es gay friendly y neoliberal. El Frente Nacional Francés […] defienden el proteccionismo y el intervencionismo económico del Estado»

La Liga Norte italiana se parece mucho al Frente Nacional Francés, salvo que es más liberal en lo económico, más homofóbico y menos tradicionalista. Sí, también hablan de la Europa cristiana, pero básicamente para oponerla al islam. De hecho, su líder, Salvini, a menudo dedica exabruptos al Papa, por su defensa de refugiados e inmigrantes.

En Polonia vemos la máxima expresión de la ultraderecha tradicional, conservadora, opuesta a la inmigración, a los derechos LGTBI, al aborto y el islam. Desde su llegada al poder practica el intervencionismo económico, las subvenciones públicas, el proteccionismo, etc.

En Hungría, Orban, único líder europeo que ha transitado de la derecha moderada a la extremaderecha, se asemeja bastante al caso polaco. Sin embargo, el caso húngaro nos muestra una situación interesante, además del partido de primer ministro, con 133 escaños del de 199 del Parlamento, el principal partido de la oposición, el Jobbik-Movimiento por una Hungría Libre, una ultraderecha más representativa del neonazismo: es antisemita, es racista, niegan el Holocausto y se proclaman herederos del Szálasi y el partido de la Cruz Flechada, aliado de los nazis.

Vox anda aún en busca de definición después de su rápido crecimiento. Junto a la ultraderecha holandesa es el más convencido neoliberal de este lado del espectro político. Eso sí, su discurso contra la inmigración y el islam es más prudente en las formas que el resto de casos mencionados. Su tradicionalismo es más ligero que el de los gobiernos húngaro y el polaco, aunque mucho más intenso que el del Frente Nacional Francés, -Marie Le Pen es menos restrictiva en cuestiones como el aborto y los derechos LGTBI- o incluso la Liga Norte.

Visto el panorama ¿cuándo esta gente se reúne en sus congresos internacionales de qué hablan para encontrar un discurso común? Pues principalmente de políticas (anti)migratorias, su principal eje en común. Si les quitamos eso, pocos vínculos les unen. Tal vez el negacionismo del cambio climático, el antiglobalismo y el euroescepticismo.

«Vox anda AÚN en busca de definición después de su rápido crecimiento»

Sin embargo en estos puntos las diferencias son abismales. Muchos partidos de ultraderecha se considera –incluso practican- políticas ecologistas y de protección a espacios naturales. Otros, poco interés tienen en lo salvar los bosques.

Tras el fiasco del Brexit, ya ningún partido propone referéndums para salir de la UE. Han recuperado la expresión de De Gaulle, de la Europa de las Naciones, como alternativa a la supuesta tecnocracia de Bruselas. Aunque nos mantienen a la expectativa sobre qué concreta esa bonita frase.

«¿cuándo esta gente se reúne en sus congresos internacionales de qué hablan para encontrar un discurso común? Pues principalmente de políticas (anti)migratorias, su principal eje en común»

En cuanto al antiglobalismo, están más cómodos en teorías de la conspiración sobre Soros y los masones que haciendo propuestas político-económicas para la comunidad internacional. Eso haría aflorar sus diferencias.

Es peligroso homogeneizar a la ultraderecha. No es un todo compacto, más bien al contrario. Es un fenómeno complejo que encadena muchas causas. Los herederos ideológicos de la cruz gamada, el haz o las flechas, existen. Hoy portan la cruz celta. Pero es sólo una pequeña parte, una minoría lumpen, dentro de un conglomerado cada vez más amplio que hay que comprender, si realmente se lo quiere rebatir.