“La bajada de cifras el 8-M fue debido al coronavirus, pero no lo voy a decir…”.
Son las palabras pronunciadas por Irene Montero, ministra de Igualdad, en un momento de una entrevista de la televisión pública vasca, ETB y que ha publicado en exclusiva el diario ABC. En realidad, Montero no dice nada que no se supiera: el Día Internacional de la Mujer fue un verdadero “infestódromo”. Se sabía ya que las ministras socialistas algo barruntaban, por eso de acudir a una manifestación con guantes y pasarse la consigna de “no besarse”. Pero lo que no se sabía es que Podemos también estaba en el ajo de la irresponsabilidad que ha llevado al secretario general del PSM-PSOE y delegado del gobierno en Madrid, José Manuel Franco, a ser imputado por la Justicia por un delito de presunta prevaricación. Hoy Dolores Delgado, empeñada en destruir el prestigio de la fiscalía, prepara la petición de archivo (político). Franco autorizó la marcha pese a que el Centro Europeo para el control y prevención de enfermedades hubiera emitido el 2 de marzo un informe sobre el riesgo de contagio. “Lo sabían y lo ocultaron, haciendo caso omiso a los informes que venían de instituciones internacionales”, es la conclusión del Partido Popular.
«Lo cierto es que el 4 de marzo ya había en España 228 casos diagnosticados y 2 personas fallecidas por Covid-19»
Lo cierto es que el 4 de marzo ya había en España 228 casos diagnosticados y 2 personas fallecidas por Covid-19. Una en el País Vasco y otra en Valencia. Ese día, Pedro Sánchez se dejó fotografiar con el personal del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Una facción del PSOE apostaba por la desconvocatoria de la manifestación, que ya vaticinaban menos numerosa que la del año anterior. Y es que las izquierdas, rota la ideología de género por el transfeminismo, no habían sido capaces de ponerse de acuerdo ni en el manifiesto. Además, algunas asociaciones se bajaron del carro por prudencia sanitaria. Y el miedo flotaba en el ambiente, como reconoce Montero.
Ese mismo día 4, Fernando Simón afirmaba que no era necesario tomar nuevas “medidas de restricción, aparte de las que ya se han tomado” y declara que el gobierno está en contra de cerrar colegios. El 5 de marzo el número de fallecidos ascendía a 3, y el de casos diagnosticados, a 282. Pedro Sánchez anima a través de su cuenta de Twitter a participar en el 8-M. La misma negligencia que Montero. El 6 de marzo amaneció con 8 muertes y 365 diagnósticos positivos. Pedro Sánchez sigue animando a acudir al “infestódromo” en que convertirían la capital. Podemos, mientras, exigía una comisión de investigación sobre la fortuna del rey Juan Carlos. Ya en la víspera, 7 de marzo, España tenía 10 fallecidos y 430 casos diagnosticados de Covid-19. Pablo Echenique, portavoz de Podemos en el Congreso de los Diputados, afirmaba que “mañana España vuelve a dar ejemplo al mundo en uno de los retos más importantes que tiene la humanidad (sic) por delante: La igualdad entre hombres y mujeres. ¡Súmate!”. Fernando Simón afirmaba que “si mi hijo me pregunta si puede ir a la manifestación del 8-M le diré que haga lo que quiera”. Seis días antes la Unión Europea había desaconsejado actos masivos. Una gravísima irresponsabilidad, dada la credibilidad de la que el médico gozaba por aquél entonces entre los españoles, que está pasando más desapercibida de lo que debiera. Salvador Illa, un ministro desbordado por la realidad, que había llegado al sillón para negociar prebendas para el separatismo catalán como comisionado de Miquel Iceta, se limitó a pedir que las personas con síntomas no acudieran.
«De las “manifestantas” presentes en la algarada en Madrid, no pocas cayeron enfermas. Ahí están las imágenes de la señora vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, tapada con una manta en el Congreso»
De las “manifestantas” presentes en la algarada en Madrid, no pocas cayeron enfermas. Ahí están las imágenes de la señora vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, tapada con una manta en el Congreso. Una vicepresidenta que, por cierto, no corrió de su bolsillo con los gastos originados por su periodo de cuarentena, como sí ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Calvo pasó la misma en un pisazo de lujo de titularidad pública sito en plena Plaza de España de Madrid. Y eso que tiene casa en Madrid y vive sola. Pero no verán a la izquierda protestar. También se contagiaron la propia Irene Montero, Begoña Gómez, Carolina Darias…
Madrid multiplicó por cuatro el número de hospitalizaciones por Covid-19 cinco días después de la manifestación. La Marea, el panfleto en el que participa el propagandista Antonio Maestre, se inventó bien pronto el pseudónimo Miguel Lacambra para tratar de eludir responsabilidades y echarle los muertos al PP. Cosas de la tradición. Lo de inventarse cosas y lo de echar la culpa al PP. Más lo cierto es que desde la Comunidad de Madrid se instó a su suspensión.
Hoy nadie puede negar que la suspensión de la manifestación del 8 de marzo hubiera ahorrado a España mucho dolor. Y tampoco se puede negar que el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, sabiendo de la existencia del Covid-19 en nuestro país, antepuso la ideología política a la salud pública.