Esta semana, el fallecido President del Parlament de Catalunya, Heribert Barrera ha vuelto a ser noticia a propósito de que el Ayuntamiento de Barcelona le retire la Medalla de Oro de la Ciudad que le otorgó a título póstumo en 2012, un año después de su muerte. La cosa es que en 2001, este caballero nos regaló las siguientes perlas:

“En América, los negros tienen un coeficiente inferior al de los blancos”

“Se debería esterilizar a los débiles mentales de origen genético”

o, en defensa del líder de la ultraderecha austríaca, Jörg Haider:

“cuando dice que en Austria hay demasiados extranjeros no está haciendo una proclama racista”

“En América, los negros tienen un coeficiente inferior al de los blancos”

No fue el traspié de un mal día en una pésima entrevista. Se trataba de un libroQuè pensa Heribert?, mitad biografía autorizada, mitad charlas transcritas, escrito por el periodista, Enric Vila. En otras palabras, tuvo tiempo para releer el manuscrito antes de enviarlo a la imprenta. Nunca se desdijo de sus declaraciones ni siquiera cuando su partido, ERC, lo suspendió de militancia en 2009. Más bien se reafirmó en sucesivas entrevistas hasta el final de sus días:

la inmigración es la principal amenaza de Cataluña, conseguimos superar las oleadas de andaluces, pero ahora el catalán está en peligro. A mí me gustaría una Cataluña como la de la [segunda] república, sin inmigrantes. Nadie me convencerá de que es mejor una Rambla con gente mestiza que una en la que solo paseen blancos

el bilingüismo implica la desaparición de Cataluña como nación

«No fue el traspié de un mal día en una mala entrevista. Se trataba de un libro,[…] tuvo tiempo para releer el manuscrito antes de enviarlo a la imprenta«

El todavía President Torra ha salido inmediatamente en defensa de tan estimable racista convencido. En las últimas horas de su letárgica presidencia, el carismático líder ha dedicado más energías a criticar el supuesto revisionismo histórico de Ada Colau, que a la mayoría de retos que ha vivido su gobierno. Incluyo la COVID-19 en la lista.

Por alguna razón, a Torra parece inquietarle mucho que los líderes catalanistas racistas se vean despojados de honores y homenajes.

Pese a que ERC lo expedientó, estos días también se han alzado voces en su defensa entre sus filas, con el peregrino argumento de dejemos en paz el pasado, hay que valorar toda la trayectoria del señor Barrera o mi favorito, no podemos juzgar el pasado con ojos del presente

la inmigración es la principal amenaza de Cataluña, conseguimos superar las oleadas de andaluces, pero ahora el catalán está en peligro. […] Nadie me convencerá de que es mejor una Rambla con gente mestiza que una en la que solo paseen blancos

Soy un gran partidario de contextualizar las épocas pasadas. La defensa de la esclavitud de Aristóteles o las manifestaciones racistas de Montesquieu recomiendo leerlas con espíritu crítico, pero humilde. Pese a compartir perjuicios de su tiempo, ambos contribuyeron mucho al progreso filosófico y político del ser humano. Sin sus obras, tal vez aún tendríamos más perjuicios de los que tuvieron ellos.

Ahora bien, Barrera hizo estas declaraciones ¡en 2001! ¿Qué pasado hay que contextualizar? Si ese año yo hubiese dicho algo parecido en casa o en la escuela, con ocho añitos, me habría caído la bronca del siglo.

Pero claro, el señor Barrera estuvo en el exilio y volvió a Cataluña en 1952 para reorganizar ERC en la clandestinidad. Lamento tener que decirlo, pero el catalanismo y el antifranquismo no hacen disculpable su racismo ni su xenofobia, menos aún cuando en Europa vemos resurgir a la ultraderacha. Las instituciones democráticas no pueden condecorar a alguien que exprese esas opiniones.

«a Torra parece inquietarle mucho que los líderes catalanistas racistas se vean despojados de honores y homenajes»

Revisar el pasado y presente racista de algunas de sus figuras es una de las páginas más oscuras que debe afrontar el catalanismo. Pese a vestirse siempre de progresista, este movimiento político tiene demasiados tics supremacistas, especialmente, al condicionar la identidad de “catalán” a la habilidad y preferencia lingüística. Ver el bilingüismo y la pluralidad idiomática como un enemigo de tu estructura social no augura precisamente progresismo, en una época en que la sociedad pluricultural y plurilingüe se consolida como realidad.