Pedro Sánchez y su Consejo de Ministras y Ministros ha sido el mayor revulsivo para el menguante electorado socialista y la formidable respuesta en las encuestas ha sido inmediata pero que esto sea flor de un día o el principio de una vuelta del PSOE al lugar de la política española del que para muchos, jamás debería haber salido, es una incógnita que solo el tiempo despejará.

A priori, nadie puede negar que Pedro Sánchez ha pasado de ser el candidato del que menos confiaban sus votantes, en el último CIS el 60% de los que habían votado al PSOE no se fiaban ni mucho ni poco de su Secretario General y su formación peleaba por el tercer puesto con Podemos, a ser la primera opción elegida si mañana se pusieran las urnas.

Que el Gobierno de Sánchez es ilusionante, lo reconozco hasta yo, que de todos es sabido, no siento simpatía alguna hacia Pedro y he sido crítica con él desde que tengo memoria. El renacido de sus cenizas Secretario General electo por las masas militantes, ha reunido un grupo de personas de gran valía (con alguna excepción que me guardaré para otro día), profesionales de reconocido prestigio en sus ámbitos profesionales, algunos no adscritos al PSOE, incluso alejados de ámbito político, pero sin duda, éxito notorio. Un gobierno que muchos dicen querría Rivera para sí.

Esto que a simple vista es una fortaleza de Sánchez puede acabar siendo una debilidad:

  • Primero porque después de generar tantas expectativas, es difícil mantener el mismo nivel de emoción y excitación en el que se encuentran inmersos hoy votantes y ex votantes del PSOE y, según la promesa del propio Sánchez a sus elegidos, no habrá elecciones antes de noviembre de 2019.
  • Segundo porque, aunque sus ministras y ministros sean galácticos, el Grupo Parlamentario Socialista sigue teniendo 84 diputados con los que difícilmente podrá llevar a cabo los cambios prometidos como derogar la reforma Laboral, la Ley Mordaza, ni mucho menos la reforma federal de la Constitución.
  • Tercero porque los socialistas, además de solos, van a gobernar, con los presupuestos del Partido Popular ya que ese el precio pagado por el apoyo del PNV a la Moción de Censura que llevó, por fin, a Pedro Sánchez a dormir en La Moncloa.
  • Cuarto porque el espacio de centro izquierda, que el PSOE pretende recuperar desde el Gobierno, aprovechando el foco, es el mismo por el que pelean, no solo sus adversarios políticos del Partido Popular o Ciudadanos, sino también sus supuestos aliados Podemos, Compromís y nacionalistas moderados catalanes y vascos, por lo que no hallará una cara amiga en todo el espectro parlamentario durante los próximos meses.
  • Quinto porque, aunque los Presupuestos Generales del Estado están aprobados y el PP no ha cumplido su amenaza de boicotearlos desde el Senado para desestabilizar al recién elegido Gobierno socialista, en un mes hay que tener negociado el techo de gasto que decidirá cómo serán los próximos presupuestos y aquí es donde los supuestos apoyos de Pedro Sánchez exhibirán sus verdaderas intenciones que se me antojan incompatibles entre sí. No es descabellado que acabemos viendo que el respaldo al Gobierno se lo dan PP y Ciudadanos por responsabilidad de Estado, por España, por exigencia de la UE o por lo que sea menester.
  • Sexto porque un Gobierno debe ser algo más que la suma de un montón de expertos, debe compartir un proyecto común, una idea de España, unos principios y valores, una base ideológica… y el Consejo de Ministras y Ministros de Sánchez adolece de todo ello. El primer día ya hay dos discursos sobre Cataluña difícilmente compatibles, el de Josep Borrell que habla de riesgo inminente de enfrentamiento civil y el de Maritxel Batet que insiste en una reforma constitucional federal para dar más a los que han generado ese enfrentamiento, los secesionistas.

El primer día ya hay disfunciones entre la Ministra de Defensa que por la mañana se ponía de perfil ante la crisis humanitaria a bordo del buque Aquaris con 629 inmigrantes rescatados en aguas del Mediterráneo por una ONG y que nadie en Europa quería recibir y el propio presidente que ha aceptado que Valencia sea el puerto seguro en el que se refugien sin encomendarse ni a Defensa, ni a Exteriores.

  • Por último, y quizás lo de menor calado, pero quizás lo de mayor impacto en este mundo de posverdad, “postureo” y currículos inflados que lleva a sus dueños al paro político, parece que, Iván Redondo, el gurú que ha diseñado este asalto al poder mediante Moción de Censura y los fuegos de artificio de un Gobierno de Galácticos, tiene los pies de barro o más bien la página web Redondo y Asociados Public Affairs Firm, llena de mentiras, exageraciones y méritos no ameritados, que ha tenido que borrar deprisa y corriendo a instancia, entre otros, del PNV. Veremos en qué acaba ese culebrón.