Luiza lleva en España desde 2003. Primero, vivió en Barcelona, y desde el 2009 reside en Madrid. La elección de España no fue al azar: 
Mi padre viajó por toda Europa, especialmente el Norte, Suiza, Alemania… Si íbamos a emigrar fuera de nuestro país, había que estar cómodos. En España, se dio cuenta de que el carácter armenio encajaba desde el primer momento. La verdad es que creo que los dos pueblos nos parecemos mucho. Los españoles que viajan a Armenia se sienten como en casa, se encuentran a sí mismos. Y los armenios solemos acomodarnos con facilidad en España, más allá de pequeñas diferencias culturales. 
 
Alguien te diría que los españoles no sabemos poner Armenia en el mapa.
Bueno, hay de todo. Es verdad que, en general, mucha gente no la conoce. A veces, cuando digo que soy de Armenia, la gente me pregunta cosas del estilo: ¿eso dónde está? ¿Rumanía? ¿Albania? ¿Alemania? Una vez, en la Universidad, un profesor mencionó mi país y varios se giraron y me dijeron en broma: «¡Anda, pero si existe! No te lo has inventado». 
También te digo que los españoles que conocen Armenia, suelen conocerla muy bien. 
 
¿Cómo ves el conflicto actual? 
Creo que se está jugando con la vida de mucha gente. Los armenios queremos negociar, queremos la paz. De hecho, no hacemos más que defendernos. 

 
¿Defenderos?
Sí. Somos un país con menos recursos, con menos población. Sólo hay tres millones de habitantes en Armenia. El resto de los armenios, unos ocho millones, vivimos fuera, somos la diáspora. Somos tantos que incluso nuestro gobierno tiene un Ministerio de la Diáspora. 
 
Azerbaiyán, en cambio, tiene ¿diez millones?
Sí. Y es un país con muchos más recursos, evidentemente.
 
¿Y entonces? ¿Cómo se explica la resistencia? 
Los armenios tenemos muy arraigado el sentimiento de comunidad, de hermandad, de supervivencia. Ahora mismo, en todo el mundo hay armenios que regresan al país para alistarse en el ejército. Hasta donde hablan las cifras oficiales, sólo cuatro horas después del ataque azerí en la región de Artsaj (Nagorno-Karabaj), teníamos más de 10.000 voluntarios para el ejército. Llegaron muchos más de fuera a los pocos días.
Estamos acostumbrados a la persecución y la represión, pero nunca nos rendimos. 
 
Para ti, Nagorno-Karabaj (o Artsaj) ¿qué es? ¿Parte de Armenia? ¿Un país independiente? 
Emocionalmente, siento Artsaj como parte de Armenia. Allí, más del 90% de la población es armenia. Hay 370 iglesias armenias en Artsaj, más de 4.000 sitios culturales, casi la totalidad de las lápidas sepulcrales llevan nombres armenios… Al fin y al cabo, hasta lo ocurrido en 1921, Artsaj ya formaba parte de Armenia durante 2.100 años. 
Todos los armenios tenemos algún pariente de la zona. En mi caso, era mi abuelo. 
 
¿Y no emocionalmente?
Legalmente, te diría que, ahora, somos dos estados y un mismo pueblo. 
Algunos juristas te dirían que eso es muy discutible… 
La prioridad en todo caso sería la paz. En este sentido, es triste que desde las Conversaciones de Paz de 1994 estemos atrapados en un conflicto irregular, separado por treguas más o menos inestables. Bakú nunca ha permitido a las autoridades de Artsaj sentarse a la mesa de negociaciones, bajo ninguna condición. Se negocia sobre su territorio sin ellos. 
 
Nagorno-Karabakh dispute: Armenia, Azerbaijan standoff explained | Asia | Al Jazeera
Si un azerí te dijera que quiere que Artsaj siga dentro de Azerbaiyán, pero a cambio se conceden plenas garantías de autonomía para los armenios allí residentes y pleno respeto a su cultura, ¿cuál sería tu reacción?
Le diría que ojalá fuera una cuestión de territorio, pero no lo es. Los hechos demuestran que no puede haber un pleno respeto (ni siquiera un mínimo respeto) hacia nuestro pueblo y nuestra cultura por parte de Azerbaiyán. Si permitiéramos que Artsaj fuera de Azerbaiyán, desapareceríamos. No se trata de una lucha por un territorio, sino por una identidad, por nuestra existencia.
 
Entre armenios y azeríes, ¿dirías que el conflicto es más bien étnico, político o religioso?
La religión tiene siempre su papel, pero es un tema étnico, principalmente. Étnico y político, que surge a raíz del panturquismo. 
¿Puedes explicar un poco qué es el panturquismo?
Es una ideología que viene de finales del s. XIX, de los tiempos del Imperio Otomano, una apuesta política por preservar la unidad de los pueblos turcos. Si te fijas en un mapa, verás que Armenia es el territorio que les impide llevar a cabo esta expansión neo-otomana. 
Los azeríes y los turcos se consideran parte de un único pueblo, y luchan por lo mismo. De algún modo, comparten un sentimiento de superioridad imperialista sobre otras etnias en la zona.
 
¿Crees que si Armenia no estuviera en medio, se convertirían en un único país? 
No sé si exactamente se convertirían en un único país, pero desde luego se federarían de alguna manera. 
 
Visto desde fuera, parece que ninguno de los dos países puede doblegar militarmente al otro. Me refiero a Armenia y Azerbaiyán.
Considero que tendríamos que fijarnos en qué armas ha comprado cada país, sobre todo en los últimos 13 años, y de qué tipo son: defensivas u ofensivas. Armenia no busca ocupar nada, no es nuestra intención ni nuestra lucha. Nosotros solo nos estamos defendiendo. Lo que ocurre es que, si Azerbaiyán baja las armas, habrá paz. Pero si Armenia baja las armas, habrá un genocidio.
 
También da un poco la sensación de que sois los peones de dos grandes potencias. Un poco como en la Guerra Fría, que EE.UU. y la URSS obligaban a estados pequeños a luchar por ellos.
Hay evidentemente factores geopolíticos. Rusia, Turquía, la OTAN, Irán, la propia UE… todos tienen intereses en la zona. 
 
¿Y Rusia y Georgia? 
Tradicionalmente, Georgia siempre ha estado más próxima a nosotros, en esta ocasión no lo está. 
En cuanto a Rusia… Armenia y Rusia forman parte de la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC) y Rusia ya ha dicho en múltiples ocasiones que, en caso de que haya una agresión contra el territorio de Armenia, cumplirá con sus obligaciones conforme a los tratados de los que son parte. El pasado 10 de octubre, los ministros de exteriores de Armenia y Azerbaiyán, con mediación rusa, acordaron un alto el fuego a las 12:00. A las 12:05, las fuerzas azeríes violaron el cese y desde entonces bombardean ciudades de Artsaj. 
 
¿Qué país sería más democrático? 
Hasta 2018, te habría dicho que, más o menos, estábamos igual. Hace dos años las protestas en Ereván y otras localidades armenias forzaron el cambio de gobierno. Desde entonces, es evidente que hay una enorme diferencia entre la democracia de Armenia y la dictadura de Azerbaiyán.
 
¿Y Azerbaiyán? 
No. Para que te hagas una idea, pocas horas después de que todo empezara, Bakú cerró su aeropuerto internacional y todas las redes sociales, excepto Twitter. Oportunamente, casi en el preciso momento del ataque, había periodistas turcos y azeríes en la primera línea cubriendo la noticia. 
 
¿Oportunamente? 
Muy oportunamente. Ellos dirán que también fue una casualidad que el gobierno azerí empezara a requisar vehículos civiles para tareas militares unos días antes del conflicto… Para mí, es bastante evidente que esta escalada de violencia la tenían planeada de antemano.
Armenia, en cambio, ha invitado y acreditado a la prensa internacional desde el primer momento. Un reportero español llamado Pablo González lleva en la zona desde hace más de dos semanas, y actualmente son varios los periodistas de todo el mundo que están en Artsaj y Armenia. 
 
Se dice que Hitler dijo en cierta ocasión que no había que preocuparse del Holocausto, que pasaría como con los armenios y en veinte años nadie recordaría las matanzas. Echando la vista atrás, ¿los armenios os sentís olvidados? 
No, para nada. Claro que hay gente que no nos ubica en el mapa, gente que no conoce nuestra historia, como ocurre con muchos otros países. Pero ‘olvidar’ es un verbo que no conjuga con Armenia. Para ‘olvidar’, tienes que haber conocido primero, y quien conoce Armenia no la olvida. Han pasado muchos años más de los que dijo Hitler en su famosa frase, y poco a poco muchos países van reconociendo esas matanzas. Y, sobre todo, hay millones de armenios que nunca lo olvidan.
 
Turquía sigue sin reconocer el Genocidio Armenio. Ni siquiera cuando la UE se lo puso como condición para valorar su ingreso.
Turquía reconoce las matanzas ocurridas en 1915, pero niega que fuera un genocidio.
Típico argumento revisionista…
Y lo peor es que niegan la intervención del gobierno turco. Hablan de conflictos interétnicos, hambre, sed… Lo cual es absurdo tratándose de una matanza sistemática de 1 millón y medio de personas. 
También te digo que 30 países del mundo reconocen y conmemoran el genocidio. Así que no, no se ha olvidado. Y por supuesto nosotros tampoco.
 
¿Algún familiar? 
Todos los armenios perdimos a familiares en el genocidio. Es literal, todos. En mi caso, mi tatarabuela vio cómo mataban a siete de sus doce hijos en la puerta de su casa. Entonces, cogió un hacha y se escondió detrás de la puerta de su casa. Y, con él, asesinó a los turcos que intentaron entrar a su hogar, protegiendo así a sus otros cinco hijos. 
 
Muy… valiente…
Supervivencia. A partir de entonces, cambió nuestro apellido, de Mkrtchyan a Ghimoyan. ‘Ghima-ghima’ significa algo así como ‘trocear’, en recuerdo de lo que pasó con los turcos.
Entiende que, como individuo, yo llevo ese apellido y la carga y la memoria que ello implica.
 
¿Alguna esperanza de paz? 
Siempre. Hace años, conocí a una chica turca. Yo participaba en un acto sobre el genocidio. Al acabar la presentación, se me acercó y empezó a llorar. Me dijo que cargaba con la culpa por lo que habían hecho con nosotros sus antepasados turcos. Ella, junto a su grupo de amigos, organiza manifestaciones en Estambul para que su gobierno reconozca el Genocidio Armenio.
 
¿Y crees que ese sentimiento era… razonable? 
Ella evidentemente no es la culpable. Pero si hablamos de responsabilidad moral, creo que ella es un gran testimonio de esperanza, de que se puede escapar del fanatismo nacionalista aunque te hayas criado en esa cultura. Ese es un buen punto de partida para rehacer puentes.