Naces, creces y empiezas a reproducirte en democracia, y ya lo vives como algo del ecosistema. Un statu quo. Ya no somos bárbaros como antes.

Lamento corregir, pero la barbarie forma parte del ser humano como lo forman la gratitud y la bondad. Las luces y las sombras del ser Humano. La Humanidad está llamada a respetar unos patrones de comportamiento en cuanto definen su propia naturaleza, y no es algo que tengamos opción de elegir. Admitámoslo, el ser humano utiliza el componente moral para intentar camuflar el instintivo, pero no es posible camuflarlo del todo.  Por una parte es el instinto el que lleva a tener la necesidad de formar parte de la tribu, el colectivo, la manada; y por otro lado la educación, ideológica y moral, lleva a asumir como propios los comportamientos del grupo.

«La Humanidad está llamada a respetar unos patrones de comportamiento en cuanto definen su propia naturaleza, y no es algo que tengamos opción de elegir»

Vaya. Parece natural el querer incluirse en un colectivo y defenderlo. No pasa nada, es comprensible. Eso no hace bárbaro. El problema nace cuando solo se acepta como correcta la posición del propio grupo, como la única válida, la única óptima, la única deseable, y si se me apura, la única digna. A partir de ahí parece coherente el que deba defenderse, y todo se justifica. Queda justificada la fomentación de estereotipos sociales. Queda justificada la estigmatización a través de prejuicios colectivos. Queda justificada la retórica del desprecio hacia otros posicionamientos o ideas. Queda justificada la relegación social, derivada de una baja calidad moral de los ajenos.

Esta ideología de grupo, se hace fuerte, se refuerza y potencia.

¡Chávez vive, la lucha sigue!

El que no vea que el extremismo ideológico político de Podemos ha campado a sus anchas en los últimos años es que no ha vivido en este país. Desde hace años venimos oyendo el discurso en la televisión, leyéndolo en los periódicos, mamando de esta constante en Twitter. Sin disimular en su despreciar y vilipendiar a la parte de la sociedad que no comulgaba en cada punto y en cada coma con el ideario.

Una actitud que si no fuese pecado opinar, tildaría de autoritaria. No sé, cualquiera podría pensar que eso de negar la palabra a miles de votantes podría ser propio de un régimen fascista. No sé, cualquiera podría pensar que eso de reventar actos del adversario político podría ser propio de un régimen fascista. No sé, lo mismo se podría pensar. Sólo pensar, no lo digas en alto.

«El que no vea que el extremismo ideológico político de Podemos ha campado a sus anchas en los últimos años es que no ha vivido en este país»

Y aquí cuando la película empieza a ponerse interesante, la trama, cuando empiezan las hostias. Bueno, esta historia suena. Esta es la parte en que Vox saca 12 escaños en Andalucía y todos nos llevamos las manos a la cabeza

¡Qué vienen los fachas!

¡Mamá, miedo, comen niños!

¡Acabemos con ellos antes de que maten a nuestras mujeres y violen a nuestro ganado!

¡Alerta antifascista!

¿Cómo ha podido pasar esto?

¡El sistema falla!

Ergo…

…reventemos el sistema.

Un cruce de amenazas entre unos y otros. Y ¡pumba!

Todo de un democrático que alucinas, oye. Pedazo ecosistema.

Los malos ya estaban, desde hace tiempo, si bien, con el auge del Vox se retratan muchos de los comportamientos que llevan siendo emblemáticos de Podemos desde un primer momento. La conclusión es que ahora hay más malos. Debería ser objeto de análisis sociológico el entender por qué se ve tan claro de Vox y por qué ha costado, y aún cuesta, verlo en Podemos (Tal vez aquí Gran Wyoming puede explicarnos la verdad).

Es más acertado comprender que nos encontramos ante la otra cara del pastel, en un juego de tira y afloja, un efecto de la más pura causalidad. Hay un grupo que se ha sentido atacado en su ideología, en su forma de vida, en su idea de moralidad social. El sentimiento de persecución alimenta la sensación de victimismo. Esta parte se refuerza en su posicionamiento, en sus ideas. Las lleva al extremo, las posiciona en el otro polo, las enfrenta al máximo. Aborto. Asesinato. Toros. Arte.

Tu bueno es mi malo, y tu malo es mi bueno.

«Hay un grupo que se ha sentido atacado en su ideología, en su forma de vida, en su idea de moralidad social. El sentimiento de persecución alimenta la sensación de victimismo»

Pero ya no somos bárbaros, ya somos racionales ¿vale?

La lucha por la defensa de una ideología sobre otra, el esfuerzo por hacer regir la sociedad según las propias ideas de funcionamiento es válido, respetable y defendible. El límite está en imponer la idea, en señalar a quienes no la secundan, y el retirar la valía humana con fundamento en principios ideológicos. Así, en los últimos años se ha alimentado el discurso de la confrontación, el discurso del odio. Y sin embargo no hay que dejar de ver que detrás de todo ese odio, detrás de todos esos votos a los extremos, lo que se hay, al fondo, es miedo. Hay miedo en ambos speechs aunque el extremo discursivo sea el opuesto. Hay miedo en ambos puntos porque la necesidad instintiva que se satisface y que se traduce en votos, es la misma.

El voto a los extremos no siempre está sustentado en odio, también está compuesto por miedo a formar parte de una sociedad que cambia en un abrir y cerrar de ojos; y que, -como es propio de una revolución como lo fuera la industrial- ha dejado, deja, y dejará a gente fuera del sistema productivo. El miedo y el instinto de supervivencia se entienden mejor de la mano. Este sentimiento alimenta la necesidad de sentirse parte de un grupo en el que sentirse ayudado, protegido o defendido del enemigo – inserte su favorito (capitalismo salvaje, extranjeros, comunistas, fachas)-. Se sigue a un líder, salvador, Mesías…

El ascenso hace años de Podemos. El discurso destructivo. El odio. La tensión. La irrupción de Vox. La polarización de la sociedad. Azuzar el odio para camuflar el miedo. La sensación de angustia imaginando que esta panda de PodeVox alcance un mayor poder, una mayor representatividad.

Defender una moral o una ideología, casi en el ejercicio de un acto de Fe divina, lleva a una ceguera irremediable. A veces se olvida, o tal vez no se haya estudiado con demasiado detenimiento el entender que el Holocausto no empezó en las cámaras de gas. Se originó por el odio que se fue generando gradualmente a partir de palabras, la asunción de estereotipos, y prejuicios mediante la exclusión legal, deshumanización y una escalada de la violencia.

Bueno, ya se han empezado a tirar piedras.

Naces, creces y empiezas a reproducirte en democracia… ¿Pero puede decirse que sigue siendo algo del ecosistema?