En la tarde del día 13 de noviembre de 1992, Miriam, Toñi y Desirée, tres adolescentes de entre 14 y 15 años de la localidad de Alcàsser, Valencia, desparecieron sin dejar rastro mientras se dirigían a la discoteca Coolor, situada en la localidad próxima de Picassent. Al principio se barajó la posibilidad de una marcha voluntaria, pero pasados los días sin tener noticias de ellas, se afianzó la idea de que su desaparición había sido forzosa; como así lo creyeron las familias desde el primer momento.
La desaparición de las tres jóvenes, «Las Niñas de Alcàsser», como así se las bautizó por la opinión pública, desató un gran revuelo a escala nacional. La ciudadanía y las instituciones de todo el país se dedicaron en cuerpo y alma a buscar a las tres jóvenes, hasta que setenta y cinco días después, el 27 de enero de 1993, dos apicultores encontraron los cuerpos semienterrados en un barranco de la Romana, cerca del pantano de Tous, a unos 50 km de la localidad de Alcàsser. Tras las primeras inspecciones oculares y, posteriormente las autopsias de los cuerpos, España entera quedó conmocionada al conocer que las jóvenes habían sido torturadas, violadas y asesinadas.
«Fue, es y será para muchos el crimen más atroz y mediático de la historia reciente de España»
Los cuerpos policiales procedieron a la detención de Miguel Ricart como uno de los autores, no pudiendo hacer lo mismo con Antonio Anglés, el verdadero artífice del crimen en palabras del propio Miguel, y quien al ser conocedor de que estaba siendo buscado se fugó primero a Portugal y posteriormente, según varios testigos, de polizón en un barco con destino a Irlanda. El Caso Alcàsser, como se le conoce a la desaparición, tortura y asesinato de las jóvenes, marcó un antes y un después a nivel nacional y, sobre todo, en los medios de comunicación y su forma de entender la crónica de sucesos. Fue, es y será para muchos el crimen más atroz y mediático de la historia reciente de España.
Muy pronto, tras la localización del cuerpo de las jóvenes, surgió la teoría conspirativa de que las niñas habían sido víctimas de personas poderosas de las altas esferas; políticos y empresarios de gran poder que producían vídeos snuff por lo que, tanto Miguel Ricart como Antonio Anglés, habían sido meras cabezas de turco utilizados para tapar el verdadero entramado de dicha organización que involucraba a multitud de estamentos e instituciones. Pero ¿qué hay de cierto en esto? ¿Pudo haber sucedido así?
La tarde de la desaparición, Miriam, Toñi, Desirée y Esther se encontraban en casa de esta última. Fue ahí cuando se habló de la intención de acudir a la discoteca Coolor, por lo que Miriam llamó a su casa para preguntarle a su padre si podía llevarlas pero su madre le dijo que él no iba a poder porque estaba con fiebre en la cama. Decidieron entonces ir haciendo autostop, algo usual en aquella época y en aquella zona. Esther se quedó en casa porque también se encontraba enferma. A la salida de su pueblo, Alcàsser, fueron recogidas por una pareja que las llevaron con su coche hasta una gasolinera de Picassent (gasolinera Mari). Desde este punto salieron andando hasta la discoteca. José Antonio, un adolescente de Alcàsser que circulaba con su ciclomotor por esa misma carretera, y que conocía de vista a las chicas, testificó que las vio caminando a poca distancia de la gasolinera. Este chico declaró que vio cómo un coche blanco pequeño adelantaba a las niñas y se paraba a escasos metros de ellas. Otra testigo vecina de la localidad de Picassent y que vivía muy cerca de la gasolinera, afirmó que vio a las tres chicas subirse a un coche también blanco. Este es el momento en el que ya nunca se supo más de ellas hasta la localización de los cuerpos 75 días después.
He querido estructurar de forma sencilla todos estos datos para que quien lea esto se quede solamente con lo esencial. Cada uno de ellos es pieza clave en todo este asunto, y de cada uno de ellos se han servido aquellos que defienden la teoría conspirativa. Como en todo en la vida, en cualquier tema o ámbito, cuanta más información poseemos, más dudas tenemos. Por lo que este artículo no tratará de revelarle qué pasó realmente aquella fatídica noche del 13 de noviembre de 1992 (ojalá un servidor lo supiera), tan solo expondré los datos (algunos de ellos velados) que rodearon al caso más mediático de la historia de sucesos de España. Saque usted sus propias conclusiones. Comencemos:
– ¿Realmente querían ir a la discoteca?
Aquellos que defienden la teoría conspirativa ponen en duda que las chicas quisieran ir a la discoteca Coolor. Los más reaccionarios, incluso, afirman que las chicas nunca llegaron hasta Picassent y mucho menos hasta esa gasolinera. Son aquellos que ponen en duda todo, absolutamente todo. Declaraciones de testigos, datos del sumario, inspecciones policiales…Sin embargo, Esther, la amiga que no pudo ir con ellas y que se quedó en casa, afirma que hablaron de ir a esa fiesta, aunque no pudieran entrar por no llevar dinero, ya que habían quedado con otros amigos, y que además tenían intención de ir haciendo autostop. Otros testigos afirmaron que también las vieron en la localidad de Picassent. No hubo testigos que las vieran en la discoteca.
– La llamada de Miriam a su casa
Miriam llamó a su casa alrededor de las 20:00 horas para preguntarle a su padre si podía llevarlas hasta la discoteca, pero su madre le dijo que no iba a poder porque estaba en la cama y con fiebre. Esta llamada es pieza clave en el caso, tanto por los conspirativos como para aquellos que creen en la versión oficial. Los motivos son dos: pone de manifiesto que las niñas sí tenían intención de ir a la discoteca y marca la hora en la que la madre de Miriam habló por última vez con ella. ¿Pero realmente fue Miriam la que llamó?
«¿Por qué no se solicitó a la compañía telefónica desde dónde y cuándo concretamente se hizo?»
El padre de Miriam, Fernando, siempre negó que las chicas quisieran ir a la discoteca. De hecho, el hermano de Miriam, esa misma tarde le preguntó a su hermana si iban a ir a la Coolor y ella lo negó. Aunque claro está que también pudo cambiar de opinión una vez que se juntó con las amigas. Lo que defienden los conspirativos es que Miriam no fue la que llamó, sino alguien haciéndose pasar por ella, para que de esta forma fijar una hora diferente al momento real en el que desaparecieron.
¿Pero puede una madre equivocarse y no reconocer a su propia hija en una llamada de teléfono? ¿Para qué despistar en la hora en el caso de que verdaderamente se hubieran hecho pasar por ella? ¿Por qué negar que no iban a ir a la Coolor?
Y desde el punto de vista de una investigación policial. ¿Por qué no se incidió en esta llamada? ¿Por qué no se solicitó a la compañía telefónica desde dónde y cuándo concretamente se hizo? Esta última pregunta es punto de partida de mi opinión; máxime cuando un servidor intenta huir siempre de parangones corporativistas.
– Esther y sus contradicciones.
Esther, amiga íntima de las tres chicas, no pudo salir esa tarde con ellas porque estaba enferma y con fiebre. Ella afirmó que las niñas iban esa noche a la discoteca Coolor, que no era la primera vez que lo hacían y que además ya habían hecho autostop anteriormente. Los conspirativos hacen hincapié en ciertas contradicciones que incurrió con respecto la hora que salieron de su casa las tres chicas:
A las 20:20 horas dijo en su declaración que aparece en el sumario. A las 20:15 horas en una entrevista en Diario16. Ambas declaraciones las hizo el mismo día, sin embargo, hay una diferencia de 5 minutos en su versión de la hora. El 29 de enero de 1993, en La Vanguardia, dijo a las 19:30 horas; la misma hora que el 8 de febrero dijo al periódico Cambio 16. En la vista oral a las 20:00 horas. Esta última en mayo de 1997.
¿Son suficientes estas diferencias de escasos minutos para poner en duda la veracidad de lo declarado por Esther? ¿Qué insinúan los conspirativos al afirmar que Esther no dijo la verdad ya que se contradecía en la hora de salida de sus amigas? ¿Tuvo algo que ver, según estos conspirativos, una niña de 14 años y amiga íntima de las víctimas con la desaparición de las tres chicas? Permítanme que aquí sí dé mi opinión: hay que ser muy retorcido para llegar a pensar algo así.
Conocidos y amigos de esta chica dijeron que después de lo ocurrido nunca más volvió a ser la misma.
– ¿Qué se sabe de la pareja que las acercó hasta Picassent?
Aquí conviene recapitular para aclarar al lector los pasos que dieron las tres pobres chicas. Salieron de casa de Esther (su amiga que ese día estaba enferma) en Alcàsser, para a continuación intentar llegar hasta la localidad de Picassent, lugar donde se ubicaba la discoteca Coolor. Cuando salen, logran que las recoja una pareja que iba a bordo de un vehículo: Francisco José, de 21 años de edad y natural de Alcàsser, y María Luz, de 19 años de edad y natural de Valencia. Ellos eran por aquel entonces novios y los que llevaron a las niñas desde el último semáforo de Alcásser hasta la gasolinera «Mari», situada a la entrada de Picassent. No llegaron a dejarlas a las puertas de la discoteca Coolor porque, según declaró Francisco José, tenía el vehículo estropeado.
Y aquí es donde los grandes defensores de la teoría conspirativa involucran a estos dos jóvenes debido a, entre otras cuestiones, algunas contradicciones. ¿Tienen razones para esta acusación? Veamos:
- Francisco José manifestó en una primera declaración a la Guardia Civil que no pudieron llevar a las chicas hasta la misma discoteca Coolor porque el coche lo tenía estropeado, si bien, tampoco afirmó que lo llevara a un taller. Cuando declaró en el juicio, cambió su versión y dijo que sí lo había llevado a un taller.
- Su novia, María Luz, en su declaración a la Guardia Civil no dijo nada de que el coche estuviera estropeado; mucho menos de que su novio lo llevara a un taller. En el juicio sí que dijo, como su novio José, que el coche estaba estropeado y que lo llevaron a un taller.
- La marca del coche: José dijo en el juicio que iban en un Seat Ronda dorado y que se salía el gasoil, que tardaron un par de minutos en llegar a Picassent y que, tras dejar el coche en el taller de la Ford, los empleados les acercaron a Alcásser. María Luz, en cambio, dijo que iban en un Ford Orion blanco de cuatro puertas y que se salía la gasolina, que tardaron entre cinco y diez minutos en llegar a Picassent y que no fueron los del taller los que los acercaron a Alcásser, que serían amigos de su novio.
«¿Por qué no se comprobó la titularidad de vehículos y se preguntó a los talleres cercanos para comprobar la versión de Francisco José?»
¿Son estas contradicciones suficientes para dudar de las versiones de esta pareja? ¿Tanto esfuerzo les costaba acercarlas hasta la misma puerta de la discoteca? Y volviendo a la forma de realizar la investigación policial: ¿por qué incidieron más en la versión dada por esta pareja? ¿Por qué no se comprobó la titularidad de vehículos y se preguntó a los talleres cercanos para comprobar la versión de Francisco José? No hablamos de un mero delito leve de hurto, sino del secuestro, tortura, violación y asesinato de tres chicas.
– El testigo del ciclomotor
José Antonio tenía por aquel entonces 16 años. Era vecino de Alcàsser y conocía a las chicas desde hacía unos tres, aunque no salían con la misma gente. Según afirmó en su declaración, se solían juntar en los recreativos Zaas. Aquí es donde horas antes a la desaparición les ofreció las entradas de la fiesta, ya que él era relaciones públicas de la discoteca. No le compraron ninguna entrada, pero según él, sí que le dijeron que tenían intención de ir. La tarde de la desaparición circulaba con su ciclomotor por la misma carretera cuando se percató que las niñas iban caminando a unos metros de la gasolinera. En su declaración afirmó que las saludó, ellas le saludaron, las sobrepasó y entonces se fijó, entre otras cosas, que un coche pequeño de color blanco (en su primera declaración no supo decir qué marca de coche era, sin embargo, en el juicio, dijo que podía haber sido un Opel Kadett o un Opel Corsa) las adelantaba y se paraba a una lado. Nunca afirmó que se subieran al coche. Debemos señalar que José Antonio se personó él mismo ante la Guardia Civil al día siguiente de los hechos, cuando supo que las chicas estaban siendo buscadas.
¿Pero cómo pudo ver que un coche adelantaba a las chicas y que se paraba si según él iba circulando con un ciclomotor y encima en sentido contrario? ¿Por qué en un primer momento no supo decir la marca del coche que las adelantó, pero años más tarde y ya en el juicio oral afirmó que podía ser un Kadett o un Corsa? ¿Pudo verse condicionado por todos los comentarios escuchados en la localidad y en los medios de comunicación hasta la celebración del juicio?
¿Por qué subieron al coche?
Mucho se ha insinuado sobre el motivo de que las tres chicas subieran a un coche con personas desconocidas en su interior. ¿Los conocían realmente? ¿Las obligaron a subir, o se subieron por propia voluntad? Esa fatídica tarde se disponían a ir a una fiesta de su instituto que se celebraba en la discoteca Coolor, en Picassent, localidad cercana a Alcàsser; y aunque no tenían intención de entrar al local, sí querían acudir para ver el ambiente y saludar a algunas amigas.
«Esta testigo aseguró en repetidas ocasiones que eran cuatro los ocupantes del vehículo»
De todo lo relacionado con la fiesta, la discoteca y su intención de ir y cómo llegar se sabe a ciencia cierta varias cosas: que no era la primera vez que hacían autostop para acudir a la discoteca y que subieron a un coche de color blanco. Lo primero lo afirmó en su momento Esther, la amiga que se quedó en casa. De hecho, ella fue la última persona conocida que vio a las chicas esa tarde, puesto que estuvieron en su casa momentos antes de partir hacia la fiesta. Lo segundo lo manifestó una testigo, vecina de la localidad de Picassent y que afirmó ver, a través de la ventana de su casa, a las tres chicas subirse a un coche blanco ocupado por cuatro personas. Cuatro personas. Sin embargo, según la versión oficial, solamente dos fueron los autores del crimen. Esta testigo aseguró en repetidas ocasiones que eran cuatro los ocupantes del vehículo, hecho que le llamó mucho la atención al ver que tres personas (las tres chicas) subían a un coche que ya iba ocupado por otras cuatro. ¿Se confundió esta testigo? ¿Le engañó la vista o la escasez de luz?
– Los apicultores y el hallazgo de los cadáveres
El 27 de enero de 1993, dos apicultores de la zona descubrieron los cuerpos semienterrados en el barranco de la Romana, a unos 12 Km del pantano de Tous y 50 al suroeste de Valencia. Los tres cuerpos estaban juntos y envueltos en una manta. El hallazgo se produjo al observar una mano con un reloj de pulsera que sobresalía de la tierra, sin embargo, cuando se desenterraron los cadáveres, el primero de ellos (más próximo a la superficie de la tierra), se encontraba con las manos atadas.
A estos dos colmeneros, de 66 y 53 años, nunca se les tomó declaración en el atestado policial, aunque sí declararon en el juicio cuatro años después. Para los conspirativos, todo lo relacionado con el hallazgo de los cuerpos y los apicultores, levantan muchas dudas: ¿Por qué no se les tomó declaración en un primer momento? ¿Por qué fueron ese día y no antes, después de estar tres meses sin pasar por la Romana (coincidiendo precisamente cuando Fernando García, padre de una de las niñas, se encontraba en Londres)? ¿Realmente se les puede acusar a estos dos hombres de algo relacionado con el crimen?
– ¿Por qué se llegó a la conclusión de que Antonio Anglés y Miguel Ricart estaban involucrados?
Cuando se localizaron los cuerpos de las tres niñas se encontraron junto a los cadáveres multitud de objetos. Objetos que, a juicio de José Miguel Bort Ruiz, juez instructor del caso, “lo que más me extrañó fue la cantidad de objetos desperdigados alrededor de los cuerpos». En el año 1996, tres años después de la aparición de los cuerpos, este juez pidió un traslado (nunca se supieron los motivos), siendo sustituido por la Jueza Alicia Valverde Sancho, en aquellos tiempos Titular del Juzgado de Instrucción nº 2 de Catarroja. Parece un dato baladí, pero no lo es. Al menos en un primer momento.
Retornando a los objetos hallados. La descripción de estos objetos viene recogida en el sumario: “Por los alrededores, diseminados y en la superficie aparecen los siguientes efectos: un calcetín blanco de tamaño mediano, una cazadora de tela vaquera, marca “Liberto”, una camiseta de algodón, de color gris con un rótulo blanco, de tamaño mediano, unos prismáticos de tamaño pequeño con funda, un guante, tres cinturones (…). Aparece, asimismo, fragmentado en pequeños trozos, un papel que contiene al parecer un nombre”. Este último objeto, el trozo de papel, al parecer un volante médico del Hospital La Fe de Valencia para el tratamiento contra la sífilis, contenía un nombre: Enrique Anglés Martins. Enrique presentaba discapacidad intelectual y era el hermano de Antonio.
Agentes de la Guardia Civil se personaron en el domicilio de Enrique Anglés, sito en la localidad de Catarroja (escasos kilómetros de Alcàsser). Allí se encontraban su hermana Kelly, el novio de esta, y su madre Neusa Anglés. En el transcurso del registro llegaron dos hermanos más de Enrique, Mauricio y Ricardo, acompañados del mismo Miguel Ricart, el cual fue reconocido como el mejor amigo de Antonio, ya que en anteriores ocasiones ambos habían sido detenidos juntos por realizar otros delitos. Todos ellos menos la madre fueron enviados hasta un Cuartel de la Guardia Civil de Valencia.
Más tarde se averiguaría que ese volante médico iba realmente prescrito para Antonio Anglés, quien se había hecho pasar por su hermano para conseguir la medicación, por lo que se dejó en libertad a Enrique y se inició la búsqueda entonces del delincuente más buscado de todos los tiempos de la historia de España.
» ¿Cómo es posible que se hallara un papel suelto (el volante médico) en esa zona después de tanto tiempo transcurrido»
¿Cómo es posible que se encontraran tantos objetos alrededor de los cadáveres? ¿Fueron dejados allí a propósito, o el lugar era frecuentado por excursionistas? Y si así era, ¿por qué no se hallaron antes los cuerpos de las tres pobres chicas? ¿Cómo es posible que se hallara un papel suelto (el volante médico) en esa zona después de tanto tiempo transcurrido y con los fuertes vientos que hay en la zona? Y retornando con el inicio de este tema ¿Qué hizo que el Juez Instructor del caso, José Miguel Bort Ruiz, pidiera un traslado? ¿Qué casualidad llevó, además, a que fuera sustituido por la Titular del Juzgado de Instrucción 2 de Catarroja, Alicia Valverde Sancho?
¿Por qué digo casualidad? Pues porque precisamente esta jueza fue la encargada de llevar a cabo las primeras diligencias de registro en casa de la familia Anglés, en Catarroja.
– ¿Qué contó Miguel Ricart sobre los hechos?
En la medianoche del día 27 de enero de 1993, Miguel Ricart testificó ante la Guardia Civil. Horas después y debido a las contradicciones en las que incurrió, su amistad con Antonio Anglés y sus antecedentes, además de que tenía un coche blanco igual que el visto por los testigos, se procedió a su detención. Entonces confesó el crimen.
Miguel detalló en un primer momento todo lo concerniente al secuestro, violación, tortura y asesinato de las tres chicas. De hecho, la autopsia de los cadáveres concordó con todo lo que Miguel dijo. No repetiré aquí las barbaridades a las que fueron sometidas las pobres chicas (ya se han dicho en muchas ocasiones), pero cabe reseñar dos cosas en cuanto a lo que Miguel contó:
- En todas las declaraciones, tanto en la primera cuando confesó el crimen como en posteriores, la de los días 30 de enero y 2 de marzo, mantuvo la misma versión. En todas ellas delató que Antonio fue el artífice del crimen, y que él solo le ayudó a algunas cosas debido al temor que le inspiraba.
- Solamente cambió su versión en la declaración del juicio oral, en la que llegó a afirmar que tanto él como Antonio fueron meras cabezas de turco, que los autores eran otros, gente importante, y que la Guardia Civil le obligó a confesar el crimen tras torturarlo.
«la autopsia de los cadáveres concordó con todo lo que Miguel dijo»
¿Por qué, si Miguel Ricart le tenía tanto miedo a Antonio, como así afirmó en sus declaraciones el propio Miguel, y solamente le ayudó a hacer ciertas cosas, también refirió que violó a las chicas? ¿Se puede violar a alguien por miedo a una posibles represalias de un amigo con mal carácter, como era Antonio? ¿Por qué Miguel mantuvo siempre su autoinculpación en todas sus declaraciones, pero cuatro años más tarde y ya en el juicio oral, reculó y negó haber cometido el crimen? ¿Acaso su abogado cambió de estrategia? ¿Se enteró de que toda la opinión pública del momento afirmaba que los verdaderos autores eran ese grupo de personas importantes e influyentes pertenecientes a estamentos elevados de la sociedad? ¿Cómo es posible que no siendo Miguel ni Antonio los autores detallara, en cambio, las torturas y vejaciones a las que sometieron a las chicas y que estas coincidieran plenamente con los resultados de las autopsias? Por cierto, Miguel Ricart afirmó en su momento que había sido torturado para obligarle a confesar el crimen, sin embargo, su versión contrastaba totalmente con el parte médico emitido en el que no aparecía reflejada ningún tipo de lesión.
– ¿Qué se sabe de Antonio Anglés?
Antonio Anglés Martins nació en el año 1966 en Sao Paolo, Brasil. Su familia se trasladó a vivir a la localidad de Catarroja, en Valencia, cuando él tenía un año. Desde bien pequeño, como asi lo testificaron en su día sus vecinos y gente del mismo pueblo, se le conoció por su carácter violento. De hecho, tenía antecedentes por robo, atraco, tráfico de drogas y secuestro. En el año 1990 fue condenado a dos años de cárcel por secuestrar, encadenar y maltratar a su por entonces novia, Nuria Pera Mateu, la cual pudo salvar su vida gracias a la intervención de uno de los hermanos de Antonio.
Desde el principio de la investigación, Antonio emprendió la huida. Estuvo escondido, según la versión oficial, por los alrededores de Valencia. Una peluquería de la ciudad dio la voz de alarma al afirmar que atendieron a un cliente cuya descripción se correspondía con la fotografía emitida por la autoridades policiales; este cliente pidió que le tintaran el pelo. Más tarde se trasladaría hasta la localidad de Minglanilla, en Cuenca, último punto de España en el que se le vio. A partir de aquí existen diversas teorías: que subió de polizón a un barco con destino a Irlanda, que fue en un barco con destino a Brasil, o que incluso, y según los defensores de la teoría conspirativa, que fue asesinado para que no delatara a los verdaderos autores.
«Hoy en día, Antonio Anglés sigue siendo el delincuente más buscado por la Interpol»
De estos teóricos conspirativos cabe indicar un dato: siempre han puesto en duda incluso la versión de Nuria, la antigua novia de Antonio, ya que su relato apareció pocos días después (muy pocos, para estos teóricos) en el periódico El País; con prisa y para convencer a la opinión pública “se encontró”, qué casualidad, a una chica que logró escapar de la misma situación que las chicas de Alcàsser, y que además nunca se ha podido constatar que lo que Nuria contó fuera verdad.
Hoy en día, Antonio Anglés sigue siendo el delincuente más buscado por la Interpol.
– Frontela y sus análisis
Luis Frontela Carreras es un médico forense de reconocido prestigio y muy conocido, no solo a raíz del Caso Alcàsser, sino por otros casos tales cómo El Crimen de los Galindos o los casos que se atañen al Síndrome del Aceite de Colza. Los defensores de la teoría conspirativa recurrieron a su autopsia para afirmar sin lugar a duda que en el crimen participaron muchas más personas que refiere la versión oficial, todo ello al hallar entre los cadáveres, varios pelos cuyo ADN no corresponde ni con Antonio Anglés ni con Miguel Ricart. Sin embargo, sus detractores, hablan de una persona oportunista con gusto televisivo que siempre ve gato encerrado donde no lo hay, poniendo en duda la versión oficial; cosa que gusta a determinados medios televisivos que no dudan en acudir a él para que dé algún titular que llame la atención.
Lo que no hay que poner en duda es que esos pelos fueron hallados. ¿Pero por qué los encuentra él tras una segunda autopsia y no antes? La primera autopsia la realizó un equipo compuesto por seis médicos forenses de Valencia, encabezados por Fernando Verdú Pascual. Entonces, y partiendo de la hipótesis de la conspiración ¿Mintieron todos ellos? ¿Escondieron datos? ¿Se les puede acusar de algo? Afirmar esto sería pecar de valiente, en todo caso.
– El colgante de Cruz de Caravaca.
Durante la segunda autopsia se halló entre las vértebras lumbares 3 y 4 un colgante ajado de una Cruz de Caravaca. En su día, los periódicos publicaron que este objeto fue el que le sirvió al padre de Miriam para reconocer el cadáver, si bien, meses después este hecho fue desmentido por el propio Fernando García. ¿Por qué se afirmó en un primer momento que él había reconocido al cuerpo de su hija por esta cruz? ¿Realmente lo hizo y luego cambió de opinión para apoyar la teoría conspirativa? Y lo verdaderamente importante para un servidor, ¿cómo es posible que una primera autopsia no encontrara este colgante?
«¿Cómo es posible que una primera autopsia no encontrara este colgante?»
A mi juicio hay dos apartados o puntos relevantes: las declaraciones de Miguel Ricart, y la forma de llevar a cabo la investigación policial. Comenzaré por lo segundo. La definición de investigación policial (o investigación criminal) es aquella investigación que tiene por objeto la búsqueda de la verdad mediante la reconstrucción de los hechos que permitan conocer, en relación con un hecho delictivo, qué ocurrió, dónde, cómo, cuándo, porqué y quién lo hizo. Una investigación ha de ser, entre otras cosas, metódica, técnica, fiable, objetiva, exhaustiva, analítica y sintética. Francamente y desde mi humilde opinión, la llevada a cabo por los compañeros de la época no lo fue. No digo que no se siguiera una buena línea de investigación, sino que personas concretas y en determinados momentos, fallaron estrepitosamente. ¿Ineptitud o intencionalidad? Nunca se sabrá.
La otra cuestión para destacar es la versión ofrecida por Miguel Ricart. ¿Por qué en un primer momento confiesa el crimen, aportando datos y pruebas que solamente una persona presente en el asesinato podía ofrecer y después cambia su versión? ¿Por qué si sabía quiénes eran realmente los culpables nunca dijo sus nombres? ¿Y si estas personas fueran tan influyentes, como se afirmó en su momento, por qué no movieron sus hilos de poder para “silenciar” definitivamente a Miguel durante su estancia en prisión y así evitar que pudiera confesar esa verdad paralela? ¿Por qué no ha hablado ahora, actualmente, que ya nada se lo impide? Seguramente, la forma de hace televisión hoy en día, pagaría una buena cantidad de euros por una exclusiva de ese calibre.
Los partidarios de la teoría conspirativa incluso llegaron y llegan a afirmar que todos los testigos de esa tarde fueron “puestos” a conciencia por los verdaderos culpables: la supuesta llamada de teléfono de Miriam a su padre, el adolescente del ciclomotor que ve a las chicas, la pareja que las recogió en su coche, la mujer de la ventana… ¿La razón? Afianzar una hora del secuestro distinta a la que realmente fue. ¿Pero qué importancia puede tener la hora o si realmente tenían intención de ir o no hasta la discoteca? Numerosas dudas. En mi profesión he tenido que oír en declaración a muchas personas, algunas de ellas víctimas, otras testigos y otras autoras de delitos. En la mayoría de las veces ninguna de ellas recuerda en qué hora y minuto exacto ha ocurrido el hecho que les atañe. Usted que me lee ¿recuerda a qué hora concreta – con sus minutos y segundos – comenzó a cenar ayer, se lavó los dientes o salió a casa para ir al trabajo?
Siguen surgiendo dudas. Partiendo de que la llamada de Miriam a su casa no hubiera sido ella, sino alguien haciéndose pasar por ella ¿pudo confundir a su propia madre? ¿De verdad – le vuelvo preguntar a usted que me lee – le llamara alguien por teléfono haciéndose pasar por su padre, su madre, su hijo o hija, o algún familiar, en una conversación de un minuto de duración no podría distinguir si realmente es esa persona? Otra más: ¿por qué no se halló ADN de las chicas en el coche de Miguel Ricart ni en la caseta de campo abandonada donde según este se produjeron los hechos?
La madre de Desirée, Rosa Folch, nunca apoyó la teoría conspirativa, acusando al padre de Miriam, Fernando, de hacer creer a los medios de comunicación una versión paralela que no se correspondía con lo que había pasado. Conviene recordar que esta teoría conspirativa tuvo como máximos defensores al propio Fernando García y al periodista y escritor, ya fallecido, Juan Ignacio Blanco. El propio Fernando fue recaudando dinero para llevar a cabo una investigación distinta a la oficial. Rosa, la madre de Desirée, le prohibió que utilizara el nombre e imagen de su hija para este fin.
Después de todos estos hechos y datos, a mi juicio los más importantes (seguramente me dejo alguno en función del grado de validez personal que cada uno le otorgue), son los que sirven para afianzar o derribar la teoría conspirativa. Como ya dije al comienzo de este artículo, mi intención no es apoyar ni una ni otra, solamente ofrecer un paisaje global a la par que detallista. Reitero lo dicho: cuantos más datos poseemos de un hecho, más dudas salen a relucir.