1. Movimiento Cinco Estrellas es el nombre del partido más parecido a Podemos en Italia. Fundado por el cómico Beppe Grillo, gobernó, sin embargo, junto a la Lega de Salvini en lo que será recordado como uno de los movimientos políticos más torpes de todos los tiempos en Europa. Peor que una pensión con ratas corriendo por entre las camas. Ahora penden de un hilo. Las elecciones de Emilia-Romaña, una de las zonas más ricas del país transalpino vivirán unos comicios regionales pronto en las que, si la Lega arrasa, le pondría muy difíciles las cosas al gobierno de coalición entre los socialdemócratas del PD y los antisistema arrepentidos (ay, como tantos otros) del M5S. Hasta aquí lo que ya sabíamos. Sin embargo resulta interesante mirar a nivel europeo ahora que casi nadie lo hace. Casi nadie en la calle, se presupone. Si Italia vuelve a ser fruto de la inestabilidad y en España se logra armar un gobierno de izquierdas, por muy escandaloso que pueda parecerle a la derecha nacional(ista) -siempre en poder de decir lo que está bien y lo que está mal en este país, respaldados por la ideología única de cuarenta años de dictadura- Sánchez puede volver a apuntarse el tanto a nivel europeo que le descontaron con la fallida repetición electoral y el auge, esta vez sí, de la ultraderecha. Infierno burocrático y blablabla, pero la Unión Euroepa -y Nadia Calviño lo sabe, así como Pablo Iglesias- es uno de los últimos reductos en la política libres de locuras y aspavientos descontrolados. De momento. Hablar de Sánchez es interesante porque es hablar del poder.

 

  1. Mi WhatsApp, hasta ahora libre de esos vídeos que tan bien controla la ultraderecha de Bannon, ha sido testigo en los últimos días por vía familiar -ya se sabe, las Navidades- de varios videos reflejando lo sinvergüenza que es Pedro Sánchez, a la sazón, Presidente del Gobierno, por sus cambios de opinión fruto del error mayúsculo de las segundas elecciones. Decía que con Podemos “ni a coger monéas” -permitidme el gaditanismo- y ahora pacta con ellos. Decía también que con los independentistas no, nunca, y ahora se sienta con ERC en una mesa de negociación.. Sin comulgar con muchas de las ocurrencias del tándem Sánchez-Redondo cabe apuntar que, según acaba de anunciar Ábalos (figura interesante y curiosa la de este político), ERC acaba de renunciar a la unitaleralidad. ¡Hostia! Parece que hablando se entiende la gente. Incluso confía en una investidura para el 30D, que permitiría a un Sánchez acosado por las malas decisiones cambiar de año y conciliar un sueño reparador después de comer las uvas. Además de plantear un nuevo mapa político en Catalunya con una posible reedición del tripartito nacional. No hay conclusiones porque la situación en España es tan surrealista que quizá el caos sea la única manera. Ya lo decía Bob Dylan, “Yo acepto el caos, pero no sé si el me acepta a mí”.

 

  1. Es enternecedor ver a Inés Arrimadas pedir con la débil voz que le dan sus diez diputados -repito, menos que ERC- un gobierno de coalición PP-PSOE-Ciudadanos. Como si su partido fuera necesario ahí, en un pacto entre los que se han repartido el poder en España en los últimos cincuenta años. No te necesitan, Inés. Ya no. Ciudadanos peca -o lo que es peor, quiere pecar- del mayor defecto en lo personal y en lo político: no darse cuenta cuando uno es prescindible. Si hay algún incauto que, de verdad, pueda convencerse de que Ciudadanos es lo que necesita España después de proponer un gobierno a tres en la que los únicos que no tienen nada que perder son ellos, enhorabuena. Como si me para un desconocido por la calle y me dice que soy un irresponsable por no hacer un trío con él y con mi ex-novia.

 

  1. Cómo echamos de menos algunos a Mariano. Gracias a su sangrante reforma laboral muchos jóvenes estamos trabajando. Por cuatro duros, con muchas menos garantías, pero trabajando. La culpa de que el Estado del Bienestar que se inventó el capitalismo mientras duró la URSS para que los trabajadores del mundo no pensaran que quizá bajo la hoz y el martillo estarían mejor y que empezó a desmantelar incluso antes de que el régimen comunista se viniera abajo -al empezar a intuir la espantada de Gorbachov- esté ya palideciendo a nivel mundial, asediado por populismos y líderes iliberales que están trasladando a sus pueblos que quizá la democracia no sea tan necesaria como hemos creído las últimas décadas no es del PP. Si hay un motivo para confiar en que Sánchez sabrá ver lo bueno que hizo el gobierno de Rajoy y lo tocará lo menos posible es su ambición desmedida (en eso se parece a C. Tangana). Si Sánchez quiere ser -y lo quiere ser- un capo de la UE de aquí a diez años, debe gobernar ese periodo con una imagen intachable en el extranjero donde, ya lo comentábamos, aunque parezca mentira en esta joven España democrática, lo de pactar con independentistas da bastante igual. Sánchez tiene la última carta de una maltrecha socialdemocracia que, como esté en el gobierno en otro periodo de crisis, perderá la débil confianza que los españoles han depositado en ellos.

 

  1. Podemos ha empezado a emular a Neruda en vez de a Allende. A toda España nos gusta cuando callan porque están como ausentes. No era tan difícil. En casa de Iglesias se escucha el llanto de su tercer hijo y, mediante interfono camuflado en un oso de peluche, los llantos en casa de Errejón. Quizá con eso sea suficiente para desactivar a los que luchaban en la calle por nuestros derechos. Vox empieza a retratarse un poco más ideológicamente hablando. Hay dos opciones, que la España moderada empiece a ver cuánto cojean del pie derecho o que consigan arrastrar a esos moderados (en realidad, muchos de ellos, desideologizados) a posturas extremistas y antieuropeas. De la Cumbre del Clima hablamos en otro momento.