Siguiendo nuestro recorrido por la isla, encontramos Khirokitia, Choirokitia o Jirokitia, un yacimiento neolítico muy importante para la Historia de la Humanidad, inscrito desde 1998 en la Unesco y habitado entre el VII y el IV milenio a.C. El lugar fue descubierto en el año 1934 por el director del Departamento de Antigüedades de Chipre, el doctor P. Dikaios, y su asistente, J. Du Plat Taylor, que llevaron a cabo seis campañas de excavación entre los años 1934 y 1946.
La importancia de Khirokitia se debe a que representa el periodo Neolítico Acerámico, donde no existían ni la alfarería ni la cerámica. Consistía en una aldea cerrada, aislada del exterior y separada de la ribera del río Maroni por un fuerte muro de piedras. Las casas de la aldea eran, básicamente, estructuras circulares juntas entre sí, cuya parte baja se hizo de piedra. Solían contar con hornos, para cocinar y calentarse, bancos y ventanas y, en algunos casos, se han encontrado evidencias de columnas para sostener un piso superior. Los arqueólogos han detectado enterramientos debajo de las casas, con muertos sepultados junto con ajuares y alimentos, por lo que se considera que debió existir un culto a los antepasados. La sociedad estaba bastante desarrollada y organizada, dedicándose sobre todo a la recolección, la caza y la ganadería, junto con una agricultura cerealística.
En torno al año 6000 a.C., la aldea fue abandonada de forma repentina, por causas que aún a día de hoy se desconocen.

Después de conocer este importante enclave nos desplazamos a Lárnaca, la tercera ciudad más grande de Chipre. Cuando visitamos Chipre, lo más habitual es acceder a la isla a través de los aeropuertos de Pafos o de Lárnaca, por lo que una de estas ciudades va a ser la primera impresión que recibamos del país. Yo no puedo olvidar la mía; veníamos de pasar unos días en la populosa Atenas (con muchos servicios en huelga el tiempo que estuvimos allí) y nuestra última imagen fue la del Partenón. Estábamos expectantes por conocer Chipre, un lugar que nos pareció muy lejano y recóndito, pero sobrevolando la isla, mi compañero exclamó: “¿Es Lárnaca eso tan feo que hay ahí abajo?”. La verdad es que la vista desanimaba, sobre todo si la comparamos con el Partenón que aún teníamos grabado en nuestra retina, ya que sólo veíamos una gran ciudad moderna con un enorme lago seco. Sin embargo, no tardamos en descubrir que nos equivocábamos y, a día de hoy, considero a Lárnaca como mi segunda casa.
En cuanto a su situación, la ciudad se localiza en la costa sureste de la isla, con el segundo puerto y el aeropuerto más importante de Chipre. Muy cerca de Lárnaca se encuentra la base militar de Dhekelia, propiedad del Reino Unido, y una antigua refinería de petróleo. Su situación geográfica y el hecho de contener uno de los principales aeropuertos, hace que Lárnaca sea una de las ciudades más turísticas de Chipre.
En cuanto a sus orígenes, Lárnaca fue fundada por los fenicios, siendo conocida en la Antigüedad como Kition. Como la mayor parte de las antiguas ciudades chipriotas, Kition perteneció al Imperio Persa y tomó parte en muchos de los enfrentamientos entre éste y los atenienses. Siguió el curso de los acontecimientos históricos de Chipre, pasando por manos otomanas y británicas entre otras, aunque ocupó un lugar bastante secundario. De hecho, hasta la situación de la invasión turca de 1974 Lárnaca fue una bastante desconocida fuera del país, pero poco después (con la construcción de un nuevo aeropuerto internacional) su población comenzó a desarrollarse convirtiéndose en un importante centro turístico.
Aunque es una gran ciudad, su centro histórico es bastante pequeño. Uno de los lugares más importantes es la iglesia de San Lázaro, construida a finales del siglo IX. Toma su nombre de Lázaro de Betania, el amigo de Cristo al que éste resucitó de entre los muertos tras haber fallecido y ser enterrado. La tradición ortodoxa cuenta que, en algún momento después de la Resurrección de Cristo, Lázaro tuvo que huir de Judea, refugiándose en Chipre donde San Pablo y San Bernabé le nombraron primer obispo de Quitim (nombre con el que se conoce a Lárnaca en la Biblia). Allí estuvo unos treinta años, dirigiendo a la comunidad cristiana chipriota y, a su muerte, fue enterrado en el lugar donde se construyó posteriormente la iglesia. Se considera que San Lázaro fue fundada sobre el año 900 d.C. por obra del emperador bizantino León VI el Sabio (886-912 d.C.), que quería homenajear al santo y a la ciudad, convirtiéndose en uno de los principales lugares de culto cristiano de la isla por su vinculación con el amigo de Cristo. Curiosamente, el 2 de noviembre de 1972 se descubrieron unos restos humanos en un sarcófago de mármol situado en el altar, que fueron identificados como parte de las reliquias del santo, lo que demuestra para los ortodoxos que no todos sus restos fueron trasladados a Constantinopla en época medieval.
Sin duda alguna, San Lázaro es la iglesia más conocida y famosa de Lárnaca (y de Chipre), por lo que siempre es confundida con la catedral de la ciudad, que realmente se corresponde con el moderno edificio de la Catedral de la Santa Transfiguración del Salvador.
Otro importante lugar de culto en Lárnaca es la mezquita de Hala Sultan Tekke o Umm Haram, muy cerca del Lago Salado. Umm Haram (Hala Sultan en turco) era la nodriza de Mahoma, que viajó con su marido a la isla durante la conquista árabe. Se cree que falleció en el lugar donde se levantó la posterior mezquita, construida en torno a su tumba, y que debe a ella su nombre. El complejo de Hala Sultan Tekke no se compone sólo de una mezquita sino que incluye un mausoleo, un minarete, un cementerio y alojamientos para hombres y mujeres, asumiendo esta forma alrededor de los años 1816 y 1817. El término tekke (literalmente, convento) se aplicaba a un edificio utilizado para las reuniones de la hermandad sufí, que debió poseer en tiempos pasados la propiedad de la tumba por lo que se añadió al nombre del complejo. Actualmente, la mezquita es un edificio abierto a todos los musulmanes, por lo que no pertenece a un único movimiento religioso y es visitable, a excepción de las horas que coincidan con la oración. Como curiosidad, existe actualmente cerca de la mezquita un refugio de gatos, que han hecho del lugar su casa y son cuidados por los vecinos de Lárnaca.
Desde Hala Sultan Tekke es posible admirar el Lago Salado, que se llena de rosados flamencos que migran hasta aquí cada invierno. Ver amanecer sobre el Lago Salado es toda una experiencia, puedes contemplar cómo se refleja el sol y la mezquita sobre el agua, duplicando de un modo casi mágico la imagen. Y si visitáis en verano Lárnaca, podéis andar sobre las “aguas” del Lago, ya que éste se seca, quedando convertido en una gran salina.
Otro de los monumentos interesantes de Lárnaca es su castillo, una fortaleza defensiva construida para defender las costas del sur de Chipre de posibles ataques. Se sitúa en el paseo marítimo de la ciudad, llamado Finikoudes, justo a la orilla del mar.
Se cree que se construyó a finales del siglo XII, como una pequeña fortificación para defender la costa, pero entre los años 1382 y 1398 el castillo fue remodelado, aumentando su capacidad y sus defensas. A partir de este momento, cobró mucha importancia en la defensa de la isla, hasta que llegó el siglo XVIII, cuando fue abandonado. Volvió a convertirse en un lugar defensivo durante la I Guerra Mundial, ya que fue utilizado como puesto de avanzada por los militares alemanes. Al finalizar la guerra, el castillo fue tomado por los británicos, convirtiéndolo en una prisión con horca para ejecutar a los prisioneros. Actualmente, contiene un pequeño museo en su interior y el patio se utiliza para realizar algunas representaciones.

Muy cerca del castillo, en el antiguo barrio turco tradicional o Scala, encontramos la Gran Mezquita de Lárnaca. Originariamente era una iglesia católica (la antigua capilla de la Santa Cruz) de tres naves, que fue convertida en mezquita, probablemente la primera de la isla. Por dentro, ha perdido todo su encanto aunque sigue siendo visitable, siempre fuera de los horarios de culto.
Otra interesante visita es el antiguo emplazamiento de Kition, la antigua ciudad-reino que existió dentro del territorio de Lárnaca. Los actuales emplazamientos de este yacimiento representan una pequeña parte de lo que realmente ocupó Kition, por lo que a veces es difícil hacerse una idea real de la importancia de este lugar. Sin embargo, pese a todo, es una visita que merece la pena para conocer el glorioso pasado de la ciudad, una visita que se puede complementar yendo al cercano Museo Arqueológico Municipal de Lárnaca.
Como ciudad costera, uno de los principales atractivos de la ciudad es el paseo Finikoudes o paseo de las Pequeñas Palmeras. Es una zona bulliciosa, llena de cafés, tiendas y restaurantes que suponen el verdadero corazón de Lárnaca. El paseo comienza en el castillo y termina en el puerto privado o Marina, donde están amarrados los yates.
Terminamos nuestro recorrido por Lárnaca visitando la capilla de Agia Faneromi, una iglesia ortodoxa relativamente moderna. Su atractivo radica en la catacumba que alberga, una antigua tumba fenicia a la que se le atribuyeron poderes curativos. Quienes visitaban este lugar dejaban ropa y mechones de pelo con la esperanza de poder recobrar la salud, una costumbre que ha perdurado incluso a día de hoy.
Tras la visita a Lárnaca, volvemos a dar un salto hacia la parte ocupada de la isla (nunca habléis de zona turcochipriota o de la República Turca del Norte de Chipre con un chipriota, os corregirán muy acertadamente indicando que es una parte de su país ocupada por fuerzas invasoras) visitando Famagusta. Esta ciudad fue fundada por el rey de Egipto, Ptolomeo II Filadelfo en el año 285 a.C., aunque los primeros restos que encontramos se fechan a partir del siglo VIII. Desde este momento, Famagusta comenzó a prosperar hasta convertirse en un enclave muy importante de la isla, de hecho, en el siglo XII fue escogida por Guy de Lusignan para que le coronasen rey de Jerusalén y de Chipre. La ciudad mantuvo vínculos importantes con los príncipes francos, quienes fortificaron Famagusta y construyeron la catedral de San Nicolás, transformada en mezquita (Lala Mustafá Pasha) tras la invasión turca de 1974. La ciudad fue conquistada por los genoveses en 1374 pero su gobierno duró poco, ya que en 1389 cayó en manos de los venecianos, quienes gobernaron en la zona hasta 1571, momento en que el Imperio Otomano tomó Famagusta. A día de hoy, Famagusta es definida como “ciudad fantasma”, debido al abandona y a la despoblación que sufrió tras 1974. Su situación fronteriza con la “Línea Verde” ha marcado a Famagusta, convertida a día de hoy en un lugar prácticamente abandonado.
Tras la visita a Famagusta, a tan sólo seis kilómetros, nos encontramos con la antigua ciudad de Salamis o Salamina, otro de los yacimientos arqueológicos imprescindibles de Chipre.
Los hallazgos arqueológicos más antiguos en Salamis se fechan en el siglo XI a.C., momento en el que Chipre se convirtió en uno de los nudos más importantes de las redes comerciales del momento, debido a que poseía una gran cantidad de cobre que exportaba a muchos otros lugares. Sin embargo, el mito ha fechado la fundación de la ciudad en el año 1202 a.C. cuando Teucro, el hijo de Telamón, que no podía volver a su hogar tras la guerra de Troya por no haber sido capaz de vengar a su hermano Áyax, se asentó en esta zona. En cualquier caso, se considera que Salamis entró plenamente en la Historia ya a partir del siglo VIII a.C., cuando encontramos las primeras emisiones monetarias e inscripciones que mencionan a la ciudad por su nombre. Desde este momento, Salamis quedó integrada en la órbita persa, griega y romana como un participante político más. De hecho, fue la época romana la que mejor sentó a la ciudad, ya que de este periodo datan la mayoría de las ruinas conservadas.
Salamis fue finalmente abandonada tras la conquista árabe del 648, momento en el que sus habitantes se desplazaron a la actual Famagusta, ciudad que se vio muy favorecida por este acontecimiento.
En cuanto a los restos conservados, son espectaculares. Destaca una gran necrópolis, situada al este de la ciudad, cuyas tumbas más antiguas se fechan en el siglo XI a.C. Ya en la propia Salamis, la mayor parte de los edificios conservados son de época romana. Entre ellos hay un gran gimnasio con una palestra rodeada por un pórtico que, aunque fue construido por primera vez en época helenística, sufrió una gran reforma en época de Augusto y de Adriano. En la parte sur del gimnasio se encuentran los restos de un teatro con proscenio y una orchestra de 27 metros de diámetro. Este gran teatro podía acoger a unos 15.000 espectadores, pero fue destruido por los terremotos del siglo IV. Cerca de este edificio encontramos los restos del ágora griega y del foro romano, además de una basílica cristiana dedicada a San Epifanio. Otro interesante edificio es el templo de Zeus, que se dice que fue fundado por el propio Teucro, pero cuyos restos actuales se fechan a finales del periodo helenístico. Asimismo, también podemos encontrar termas, letrinas públicas e incluso un antiguo muelle.

Nuestra siguiente parada se encuentra en la costa norte de Chipre, dentro de la zona invadida por los turcos y se trata de la ciudad de Kyrenia. Como muchos de los enclaves chipriotas que hemos conocido, el origen de Kyrenia es muy antiguo. Las excavaciones arqueológicas realizadas en la zona muestran que existió un asentamiento ya desde el Neolítico (5800-3000 a.C.). Sin embargo, lo cierto es que las primeras referencias las encontramos en relación a Cefeo de Tegea, considerado el fundador de Cerinea, un emplazamiento sobre el que ahora se encuentra Kyrenia. Desde la Antigüedad, la ciudad se benefició de su situación privilegiada, dedicándose a los intercambios comerciales con las costas de Asia Menor y el Egeo. La historia de Kyrenia se encontró muy ligada a la época medieval, momento en el que se fechan sus principales monumentos, y con la invasión turca de 1974, ya que desde entonces quedó en manos de las fuerzas invasoras que conforman la República Turca del Norte de Chipre.
Antes de entrar a la ciudad de Kyrenia propiamente dicha, todo aquel que se acerque a esta zona debe visitar el impresionante monasterio de Bellapais. Se encuentra al pie del monte de Pentadaktylos, enfrente del mar Mediterráneo, en un enclave privilegiado. El monasterio consta de una iglesia de tres naves, construida en el siglo XIII, con un gran claustro de dieciocho arcos (donde puedes encontrar dos sarcófagos a modo de decoración) y un refectorio. Bellapais fue fundada sobre el año 1200 por Aimery de Lusiñán, quien encargó a los monjes premonstratenses[1] que se hiciesen cargo del monasterio, conocido durante mucho tiempo como la Abadía Blanca por el color del hábito que llevaban estos religiosos. La abadía creció en poder y riqueza hasta la llegada de los genoveses a la isla, momento en el que Bellapais comenzó su declive. La conquista turca de 1974 respetó las ruinas del monasterio y lo convirtió en un lugar turístico, visitable a día de hoy.

Ya en Kyrenia, la visita debe comenzar acercándonos a su castillo, situado junto al puerto, un sitio pintoresco al que podemos dedicar un largo paseo para conocer sus edificaciones, fechadas en su mayoría a partir de 1878. En cuanto al castillo, sabemos que existió una primitiva fortaleza defensiva fechada en periodo helenístico y romano, pero no se conoce apenas nada de este edificio, por lo que los primeros restos existentes se fechan en el siglo VII, momento en el que los bizantinos construyeron la base del castillo para defender Kyrenia de los ataques de los árabes.
Dentro del castillo nos encontramos con la iglesia de San Jorge y el Museo del Naufragio, donde se conservan los restos de un navío mercante con su carga, que se encontraron en el mar a un par de kilómetros al noreste de Kyrenia. La carga del desafortunado navío constaba de unas 400 vasijas con vino, almendras y piedras de molino, todo ello expuesto en el museo. Los análisis de la carga y del barco han llevado a deducir que se trataba de un mercader del siglo IV a.C. que navegaba por la costa de Anatolia, realizando intercambios comerciales, y que naufragó cuando estaba a punto de alcanzar el puerto de Kyrenia. Sin duda, una de las visitas más interesantes del castillo.

Nuestra última parada va a ser el macizo montañoso de los Troodos, en el centro de la isla y en su parte greco-chipriota. El Troodos es la mayor cadena montañosa de Chipre, y su cumbre más elevada es el Monte Olimpo (como el griego), de 1952 metros de altura. Las colinas bajas del lado sur del macizo de Troodos forman la región de Kommandaria, donde se elabora el vino que lleva este nombre con dos tipos de uva (xinistery y mavro) y que es la denominación de origen más antigua del mundo. De hecho, Ricardo Corazón de León sirvió este vino en su boda y se dice que lo declaró “vino de reyes y rey de los vinos”, lo que nos habla de su calidad y de su antigüedad. Los chipriotas afirman que este fue el vino que se bebió en la Última Cena, una discusión que para ellos no admite réplica. Ademas de ser un precioso paraje natural, su importancia histórica es evidente, como vemos con la región de Kommandaria.
La visita a los Troodos es una de las más especiales ya que, además de un espléndido entorno natural, podemos encontrar muchas iglesias y monasterios bizantinos salpicando el paraje. Estos lugares sacros son tan importantes que encontramos que diez de ellos (Archangelos Michail, Monasterio Agios Ioannis Lambadistis, Panagia tou Moutoulla, Agios Nikolaos tis Stegis, Panagia tis Podithou, Panagia Forviotissa (Asinou), Stavros tou Agiamasti, Panagia tou Araka, Iglesia de Timios Stavros e Iglesia de la Transfiguración del Salvador) se encuentran dentro de la lista del patrimonio de la Unesco debido a la belleza de sus pinturas al fresco. En invierno la mayoría de ellos están cerrados y no se puede visitar su interior, por lo que quien desee conocerlos tiene que hacerlo durante el verano.
De entre todas estas iglesias destacan especialmente tres: Agios Nikolaos tis Stegis, Asinou y Panagia tou Araka. La primera se encuentra al norte de Kakopetria y sus murales se datan entre los siglos XI y XVII. Las paredes del interior contienen unas espectaculares pinturas de santos, de Cristo y de la Virgen María, quien aparece en un fresco único amamantando al Niño. Asinou, en Nikitari, es del siglo XII y se encuentra dedicada a la Virgen María, protagonista de la iglesia. En cuanto a Panagia tou Araka (a las afueras de Lagoudera), del siglo XII, contiene algunos de los mejores frescos de estilo de época de los Comneno de toda la isla.

En el Troodos también se puede visitar el monasterio de Kykkos, el más sagrado para los chipriotas, ya que alberga la tumba del arzobispo Makarios III, considerado como el padre de la independencia de Chipre. Su construcción original se fecha en época bizantina, pero fue reconstruido en gran parte durante los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, conservó su esencia bizantina con numerosos frescos e iconos adornando todas las estancias.
Los montes Troodos tienen también varias cascadas, parajes naturales ideales para pasar un día en un entorno idílico. La más espectacular es la de Chantara, con dos niveles, donde el baño es posible aunque el agua está muy fría. Las otras dos, las de Kalidonia y las de Millomeris, también son espectaculares y se encuentran a poca distancia entre sí.
Con la visita a los Troodos concluimos este paseo por la isla de Chipre. Muchos lugares (Lefkara, Akamas, Agia Napa, Amatunte, Enkomi…) se han quedado atrás por falta de espacio, pues no quería saturar al lector que me ha acompañado en este recorrido con más información, pero creo que los que aquí aparecen son la mejor muestra de lo especial que es esta isla. Os invito nuevamente a que os acerquéis, si podéis, a conocer Chipre con la mente y los ojos bien abiertos para descubrir toda su magia, su historia y su encanto. Os prometo que no os defraudará.
[1] Orden religiosa católica de canónigos regulares fundada por Norberto de Xanten en el año 1120, cuya vida monástica se basa en la Regla de San Agustín.