El nombre de Tahití es bien conocido y a casi todo el mundo le suena al menos de haberlo oído alguna vez. Pero la isla, en sí es muy desconocida por el gran público y es normal pues se encuentra en medio de “ninguna” parte o al menos no está cerca de nada, o mejor dicho, de ningún sitio o país grande. Y es que Tahití, la isla principal de Polinesia Francesa se encuentra a unos 5.000 kilómetros del conteniente más próximo, en medio del Océano Pacífico. Y aunque parezca increíble, sus primeros pobladores llegaron a la isla tres siglos antes de Cristo, en canoas de madera.

Hoy es mucho más fácil viajar a Tahití, aunque a día de hoy sigue siendo un viaje largo. Eso sí, la recompensa merece la pena. Llegar por aire a la capital, a la isla y poder disfrutar de las magníficas vistas que ofrece la selva y montañas que la componen es formidable. Y claro está, una vez en la isla hay infinidad de actividades que hacer y cosas que ver. Pero fundamentalmente es la naturaleza del interior de la isla lo más impactante de Tahití. Por ejemplo, si quieres disfrutar de playas turquesas, la isla que está situada al lado de Tahití, llamada Moorea las tiene mejores o más vistosas al menos.
Tahití, aparte de ser una isla habitada por gente muy amable y muy simpática (cosa conocida desde hace siglos y que se puede corroborar con la infinidad de libros escritos sobre las primeras veces que los europeos arribaron a sus costas), tiene una riqueza natural increíble. Cascadas visibles junto a la carretera que rodea la isla, selvas por las que no pasa a penas nadie y donde no hay animales peligrosos. Vistas que sobrecogen con colores verdes que no se pueden encontrar aquí. Sin duda, más que puntos concretos, lo que merece la pena de Tahití es la isla en su conjunto. Y por supuesto, si te gusta el surf, en la parte sur-este de la isla, llamada Tahití Nuí, está Teahupoo que como sabes es una de las olas más famosas del mundo.

Además, está claro que si viajas más de un día y medio (más o menos) en llegar hasta allí, también querrás visitar más islas y no solo la principal. Por lo que es muy recomendable, que si tienes intención de viajar a Polinesia Francesa, te guardes unos cuantos días para visitar Tahití (al menos cuatro) y luego el resto para la infinidad de islas que se dividen en las cinco archipiélagos de Polinesia Francesa. Es decir, si vas a ir, cosa del todo recomendable, has de ir más de quince días porque hay mucho que ver y cada isla es diferente y cada archipiélago mucho más diferente aún.
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