Escasas e inciertas, las informaciones acerca del reciente pronunciamiento golpista del Grupo Wagner no sirven para análisis rotundos. Vamos a intentar resumir sintéticamente lo que sabemos. O, mejor dicho, lo que creemos que sabemos. Eso sí, una cosa está clara: el sistema político de Rusia, la dictadura de Putin, ha entrado en una crisis de difícil recuperación.
En los últimos meses, las tensiones entre el líder del Grupo Wagner, Prigozhin, con el Ministerio de Defensa han traspasado la férrea censura que impera en Rusia desde el inicio de la invasión a Ucrania. Algunas protestas de Prigozhin suenan bastante verosímiles, concretamente, las quejas de no le llegaban la munición, las armas y los abastecimientos para sus tropas. Si algo ha quedado claro en este año y medio es que la logística del ejército ruso es, como poco, mejorable.
“tensiones entre el líder del Grupo Wagner, Prigozhin, con el Ministerio de Defensa”
Otras acusaciones de Prigozhin resultan menos creíbles. En concreto, apenas doce horas ante del golpe, aseguró que la artillería rusa había bombardeado a las tropas de Wagner. Mucho más probable es que este antiguo heladero, elevado a jefe de catering de Putin, no viera con buenos ojos el plan de que el Ejército absorbiera o disolvería a sus mercenarios, rumor que circulaba desde hacía tiempo.
Ni corto ni perezoso, el sábado, el líder paramilitar ocupó la ciudad de Rostov, de más de un millón de habitantes. Detuvo a las autoridades civiles y militares que encontró y exigió la destitución del Ministro de Defensa y parte de la cúpula militar del poder por traidores a Wagner.
“el líder paramilitar ocupó la ciudad de Rostov”
Pocas horas después, emprendió una marcha sobre Moscú, quedándose apenas a 200 km de la ciudad. Sin embargo, el mismo sábado, paralizó el avance, replegando a sus hombres para evitar «el baño de sangre».
A partir de aquí entramos en el terreno de las especulaciones e informaciones imposibles de contrastar. Sabemos que poco después de la media tarde, hora local, uno de los siete aviones presidenciales rusos, despegó de Moscú a San Petersburgo. ¿Iba Putin a bordo? El Kremlin lo desmintió, pero no aclaró el motivo del vuelo, cuyo viaje, en ningún momento, negó.

Poco más tarde, un avión oficial bielorruso despegó de Minsk hacia un destino incierto. Quizás aterrizó en alguna república centroasiática o incluso en Arabia Saudí. Se especula que parte de la familia del Lukashenko y una buena cantidad de bienes iban a bordo. Al principio, no se descartaba que el Presidente de Bielorrusia, en persona, viajara en él.
Sin embargo, horas más tarde, se atribuyó a Lukashenko una mediación con Prigozhin. El propio Kremlin le adjudica el mérito de convencer al líder de Wagner para que cesara su rebelión, a cambio de la amnistía. El acuerdo incluye que el paramilitar se exiliara a Bielorrusia y permitiera parte de la integración de sus mercenarios en el ejército ruso. Actualmente, Prigozhin se encuentra en paradero desconocido, aunque probablemente se encuentre ya en Bielorrusia.
“se atribuyó a Lukashenko una mediación con Prigozhin”
Muchos comentaristas se muestran sorprendidos de que Lukashenko desempeñara el rol de mediador. Desde el fraude electoral masivo en 2020, al que siguieron multitudinarias protestas, la continuidad del dictador bielorruso depende de las armas del Kremlin. La semana pasada dio el enésimo paso en su sumisión a Rusia, autorizando la ubicación de cabezas nucleares rusas en Bielorrusia.
En pocas palabras, la pregunta que se repite es ¿cómo un vasallo ha salvado a su amo? Quizás, se exagera la importancia de Lukashenko. Una cosa es ser el mediador y otra ser meramente el cartero, el canal de comunicación. Tampoco debería sorprendernos que pusiera todo de su lado para prevenir una escalada que acabara en guerra civil en Rusia. Después de todo, su destino está atado al de Putin, con un doble nudo marinero.
“Quizás, se exagera la importancia de Lukashenko. Una cosa es ser el mediador y otra ser meramente el canal de comunicación”
Al lado de los ucranianos, combate un batallón de bielorrusos exiliados que, este mismo domingo, hicieron un llamamiento público a los bielorrusos, aseguraron que se fragua una revolución en su país. A Lukashenko, en definitiva, no le escasean razones para que le flaqueen las piernas.
¿Qué quería Prigozhin? Más allá de las especulaciones sobre su estado de salud, Putin va a cumplir los 71 años. Si el año que viene se presenta a las Presidenciales -o si las convoca- emprenderá un mandato de seis años. Mucha gente lleva tiempo especulando con qué vendrá después y qué será de ellos en la Rusia sin Putin. Tal vez, Prigozhin quería introducirse en el aparato de Estado ruso, en persona, o a través de individuos de su confianza.
Recordemos que Wagner es una cosa rara. Se trata de un ejército privado, pero entrenado en instalaciones militares rusas. Sus vías de financiación sus numerosas. Además de sus propios contratos, se les desvían sumas nada pequeñas del erario público ruso.
Aunque hoy suene a chiste, Wagner era un ejército particular del propio Putin, una entidad jurídicamente inexistente, que hasta 2022 no se registró como empresa de seguridad en San Petersburgo. ¿Por qué se montó un ente paramilitar desde el gobierno ruso? Básicamente, podía hacer el trabajo sucio en Siria, el Cáucaso, la guerra librada en el Donbass desde 2014 y las numerosísimas intervenciones rusas en suelo africano.
“Aunque hoy suene a chiste, Wagner era un ejército particular del propio Putin”
Su crecimiento y autonomía lo han convertido una organización difícil de controlar, en la medida en que ya dispone de intereses propios, distintos a los de sus impulsores. Ahora bien, Wagner no puede desmantelarse de golpe integrándola en el ejército, al menos no, totalmente. Esto obligaría a Rusia a asumir que en países como Costa de Marfil, Sierra Leona y otros lugares ha desplegado tropas, algo que como hemos dicho no desea hacer.

Desde la lógica del Kremlin, lo que más les interesa es asimilar a Wagner en Rusia, pero mantenerla o transformarla en otra -u otras- entidades para mantener esas operaciones extraoficiales en el extranjero. También hay que hacer contención de daños en el frente. La rebelión de Prigozhin no han desestabilizado la línea de fuego, pero puede desmoralizar severamente al ruso medio movilizado sin convicción para luchar en Ucrania.
“Wagner no puede desmantelarse de golpe integrándola en el ejército, al menos no, totalmente”
Pero lo más grave, lo que más debe inquietar ahora mismo a Putin y a su círculo es las facilidades que los mercenarios encontraron para avanzar hasta las mismas puertas de Moscú. La historia militar nos muestra que, en el suelo ruso, los grandes avances de tropas no siempre se traducen en la sólida conquista del terreno.
Vienen a la mente las primeras semanas después de que los soviets tomaran el poder en 1917. En pocos días, Trotsky dispuso que grupos militares comunistas recorrieran Rusia en trenes con un puñado de ametralladoras, asegurando al Politburó que se habían hecho con el control del inmenso país en pocos días. Semanas más tarde, ante la imposibilidad de conseguir su repatriación, la Legión extranjera de voluntarios checoslovacos, que habían luchado junto a los rusos contra alemanes y austrohúngaros, con apenas 60.000 hombres, sorprendía al mundo conquistando toda la Siberia. ¿Cómo? Pues dándose un paseo en el Transiberiano. Por supuesto, su control no era más sólido que el que antes habían ostentado los comunistas.

Incluso si hubiese tomado Moscú, Prigozhin no hubiese tenido garantías de éxito. Sobre todo, teniendo en cuenta que carecía de líneas seguras de suministros. Pero lo más aterrador para el Kremlin es que nadie opuso resistencia. Apenas un par de aviones militares fueron abatidos. En un país tan militarizado, casi ningún oficial entre Rostov y Moscú parecía predispuesto a parar los pies a los mercenarios. Los gobernadores de las regiones, muchos de ellos nombrados a dedo por Putin, tampoco dieron señales de vida. Y lo que aún es más grave: ¡nadie se dio la fuga! ¿Acaso tantos oficiales políticos y castrenses de Putin no se sentían amenazados por los golpistas?
A menudo las dictaduras se imaginan como sistemas políticos monolíticos armonizados en una sagrada jerarquía piramidal. En realidad, en la dictadura, la posición del líder no se discute, pero siempre existen facciones: oligarcas económicos, ejército, sectores políticos favorables al régimen. El éxito de la dictadura depende de que el dictador sea reconocido como un árbitro válido de esas facciones, así como de que estas teman el escenario en que ese arbitraje desaparece.
¿Aún reúne Putin estas condiciones?