Nuestras elecciones locales quizás hayan causado un terremoto institucional, pero ni punto de comparación con las municipales que Kósovo celebró el 23 de abril. Aunque la pequeña nación dista de ser una balsa de aceite, la tensión y la violencia urbana ha escalado de manera preocupante en las últimas semanas.
Aprovechando la cumbre de líderes europeos, el jueves pasado en Chisinau, Moldavia, el Presidente francés y el Canciller alemán lanzaron la propuesta de una repetición electoral, al menos en algunos municipios. Aunque el responsable de la política exterior de la UE, Josep Borrell, que en estos momentos mantiene conversaciones con Serbia, no ha confirmado que la solución germano-gala represente la postura oficial de la Comisión Europea, se muestra favorable a esta solución.
“Kósovo celebró el 23 de abril elecciones municipales”
Desde su escisión unilateral en 2008, las relaciones entre Kósovo y Serbia han alternado conflictos, desafíos y amenazas. El núcleo de estas tensiones se encuentra en los municipios fronterizos de mayoría étnica serbia. Periódicamente, estas localidades desafían la autoridad del gobierno de Pristina.
Además de tiras y aflojas de corte más bien simbólico, como retirar las banderas kosovares y poniendo tricolores serbias en su lugar, o aprobar bandos municipales en serbio, marginando el albanés, los desafíos a la autoridad Estatal de esos municipios ha llegado al extremo de intentar pagar sus tributos a la Hacienda de Belgrado, en lugar de a la kosovar. Hace unos menos, Pristina intervino, o más bien trató de intervenir, esos municipios mediante la policía. Su éxito fue relativo.
“El núcleo de las tensiones entre Kósovo y Serbia se encuentra en los municipios fronterizos de mayoría étnica serbia”
En principio, los comicios municipales estaban convocados para diciembre, pero el gobierno Kosovar decidió posponerlos hasta el 23 de abril antes una seria acumulación de dificultades. No era fácil redactar el censo de las ciudades de mayoría serbia. Además, se detectaron empadronamientos fraudulentos tanto por parte de serbios no residentes en Kósovo, como de albanokosovares que se empadronaban en ciudades serbias.
Para colmo, los grupos civiles serbios decidieron declarar el boicot. Pese a los intentos de negociar, las autoridades kosovares se vieron incapaces de llegar a un acuerdo satisfactorio con su población serbia. Sin apenas participación serbia, los alcaldes electos pertenecen todos a la etnia albanokosovar, aunque algunos han sido electos con una abstención o votos nulos por encima del 70%.
“Sin apenas participación serbia, los alcaldes electos pertenecen todos a la etnia albanokosovar”
Desde que cerraron las urnas, con tan paupérrimos datos de participación, se barajó la posibilidad de repetir elecciones, o bien, paralizar la toma de posesión de los alcaldes, poniendo gestoras multiétnicas al frente de los ayuntamientos. Al final, se impuso la postura más intransigente: que tomaran posesión todos los alcaldes.
Situaciones como esta dan pie a distinguir entre Derecho y legalismo. Por supuesto, como regla general, si alguien no acude a las urnas, después no debe lamentarse de que no le guste el resultado. Ahora bien, el boicot organizado de unas elecciones es un escenario diferente a que simplemente haya una elevada abstención. Si es un éxito tienes una crisis política de primer orden que cuestiona no sólo la legitimidad de tus cargos electos, sino de la de tu propio sistema.
“el boicot organizado de unas elecciones es un escenario diferente a que simplemente haya una elevada abstención”
En Kósovo llueve sobre mojado. A partir de la Segunda Guerra Mundial, los albanokosovares empezaron a reclamar autonomía política dentro de la Yugoslavia comunista. Sensible al carácter multiétnico del país, el Presidente, Tito, le otorgó cierta autonomía a esta región, que, pese a integrar el corazón geográfico de la Serbia medieval, su demografía se había vuelto abrumadoramente albanesa. No obstante, a Kósovo nunca se concedió el estatus de República Federativa, como lo eran Bosnia y Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro, Eslovenia o Serbia.
Después de la muerte de Tito (1980), su Estado socialista multiétnico empezó a hacer aguas. Poco después del colapso económico del país, el nacionalismo extremista serbio se dispara con la llegada a la Presidencia de Serbia de Milošević en 1989. Yugoslavia se disolvió en medio de una sanguinaria guerra civil.
“Sensible al carácter multiétnico del país, el Presidente, Tito, le otorgó cierta autonomía a Kósovo”
El gobierno serbio se lanzó a la conquista del máximo territorio para fijar sus fronteras. Si bien, por aquello de guardar las apariencias, los aspectos más brutales se confiaron a grupos paramilitares, que oficialmente actuaban al margen del ejército regular.
Legitimados por el proceder de los serbios, los líderes croatas empezaron a seguir sus pasos. En medio, la población bosnia, de mayoría musulmana, como los albaneses, herencia de la dominación turca sobre los Balcanes entre los siglos XV-XIX. En una guerra civil cuyos bandos se delimitan por etnias, el idioma y la religión se suman enseguida a la lista de excusas para cometer atrocidades.
“la población bosnia es de mayoría musulmana, como los albaneses, herencia de la dominación turca sobre los Balcanes”
El nacionalismo serbio no sólo aspiraba a una Gran Serbia, como sucesora internacional de Yugoslavia, en términos parecidos a Rusia respecto a la URSS en esa misma época. Su objetivo era una serbia de serbios, lo que implicaba una limpieza étnica, es decir, forzar a marcha o asesinar a todos los no serbios.
No se hizo esperar la violencia contra la población albanokosovar, por parte de los serbios, a principios de los noventa. Aunque en Kósovo no se vivieron episodios tan atroces como la matanza Srebrenica o el cerco de Sarajevo. En gran medida esto es mérito de Ibrahim Rugova, líder albanokosovar y tenaz defensor de la resistencia no violenta. Además, su defensa de la independencia kosovar, se unía a una noción plurinacional del país, donde la minoría serbia viera salvaguardados sus derechos.
“en Kósovo no se vivieron episodios tan atroces […] mérito de Ibrahim Rugova, líder albanokosovar y tenaz defensor de la resistencia pacífica”
Sin embargo, no todos los albanokosovares compartían el radicalismo pacifista de su presidente. Rugova empezó a verse contestado por varios sectores de su sociedad que veían como la resistencia pacífica sólo daba alas a los abusos serbios, sin que Belgrado hiciera concesión política alguna.
A mediados de los noventa, surge el Ejército de Liberación de Kósovo, un grupo paramilitar que defiende la idea de la Gran Albania. En otras palabras, todos los albaneses han de reunirse en un único Estado, mediante la anexión de Kósovo a Albania.
“A mediados de los noventa, surge el Ejército de Liberación de Kósovo, un grupo paramilitar que defiende la idea de la Gran Albania”
A lo largo de la Guerra de los Balcanes (1991-2001), que integra la Guerra de Kósovo (1995-1999) se estima que entre 4.000 y 12.000 albanokosovares murieron o desaparecieron. La cifra resulta difícil de concretar. Otros 120.000 albanokosovares fueron obligados a huir a Albania. La posterior ocupación del territorio por parte de OTAN, amparada por la ONU, abonó el terreno para que el pequeño país proclamara unilateralmente su independencia en 2008.
Pese a que ha conseguido un gran reconocimiento internacional, lo cierto es Kósovo dista de ser una balsa de aceite. A sus conflictos étnicos, se le suma un país empobrecido, que literalmente no puede pagarse su propia moneda. Compran euros en el mercado de divisas y los utilizan sin permiso de la UE, como, por cierto, también hace Montenegro. Para rematar, desde 2010, parece que Kósovo se ha convertido en el lugar desde el que se gestiona la trata de personas a nivel europeo, sobre todo, la prostitución forzada venida de Europa del este y Asia. Las víctimas llegan allí, donde quedan en espera, hasta que las remiten a otro país europeo.
“entre 4.000 y 12.000 albanokosovares murieron o desaparecieron […] y 120.000 albanokosovares fueron obligados a huir a Albania”
Con semejante panorama, las tensiones étnicas causan especial miedo. En Chisinau, Macron y Scholz se entrevistaron con el Presidente de Serbia y la Presidenta de Kósovo. Se asegura que las impresiones fueron buenas y casi seguro que es cierto. Sin embargo, Serbia y Kósovo son repúblicas parlamentarias, gobernadas por un Primer Ministro. Sus presidentes, apenas juegan un rol más bien ceremonial.
Ojalá los municipios serbios de Kósovo encuentren pronto una solución que permita hallar el tortuoso camino de recuperar el diálogo entre poblaciones que, pese al daño infligido, están condenadas a entenderse ni que sea por su proximidad geográfica.