Menos de un siglo separa a los bombardeos que Gaza sufre estos días de la proclamación del Estado de Israel (1948). La semana pasada nos quedamos a las puertas de este acontecimiento. Para comprender cómo, a partir de lo que ocurrió entonces hemos llegado hasta ahora, es necesario recorrer una intrincada cadena de violencia cuya complejidad involucra a mucho más que dos bandos definidos.
“Los palestinos no existían como un pueblo unificado en los años cuarenta”
No obstante, para que estas páginas aprovechen a quien las lee, es fundamental desmentir dos grandes malentendidos del conflicto:
- Los palestinos no existían como un pueblo unificado en los años cuarenta. Ni siquiera podemos decir que tuvieran conciencia nacional.
- Israel no nace por una resolución de las Naciones Unidas que crea este Estado junto a otro Palestino.
En el imaginario colectivo occidental, arrastramos una tendencia a simplificar el mundo, con una mezcla de maniqueísmo y paternalismo. Enseguida hacemos dos bandos homogéneos, cuando en la realidad hay muchos más. El bando se convierte en el malo, si alguna vez hace el bien, sólo es por error. Su rival nos parece un dechado de angélicas virtudes al que hay que disculparle cualquier atrocidad, porque es la víctima. Y si este proceder lo advertimos en nuestras realidades más cercanas, qué no haremos con los sucesos que se distancian de nosotros en la geografía y la cultura.
“Israel no nace por una resolución de las Naciones Unidas”
Cuando te paras escuchar a otros sobre conflicto palestino, mucha gente lo resume así: los palestinos eran un pueblo, una nación, que a finales de los cuarenta sufrió una especie de invasión judía, una migración masiva de supervivientes de El Holocausto. Este tópico ya lo desmentimos la semana pasada.
A partir de ahí, en lugar de integrarse dentro del país de Palestina, los judíos demandaron un Estado. La ONU partió en dos el territorio, pero Israel no respetó el acuerdo y atacó a los palestinos hasta ocuparlos totalmente.
“En el imaginario colectivo occidental, arrastramos una tendencia a simplificar el mundo”
Ciertamente, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Resolución 181 (II) en 1947 dando por buena la creación de un Estado judío y otro árabe en Palestina. Ahora bien, recordemos que los documentos aprobados Asamblea General no son vinculantes. Se trata de meras recomendaciones u orientaciones. Por cierto, la Declaración Universal de Derechos Humanos es una resolución de la Asamblea General
El Derecho Internacional deja muy claro que corresponde a la potencia colonial dirimir el proceso de descolonización. Por tanto, aquí lo relevante no es lo que dijera la Asamblea General, sino lo que dijo Londres. El Plan de Partición de Palestina en un Estado judío, un Estado árabe-palestino y Jerusalén, administrado por la ONU.
“El Derecho Internacional deja muy claro que corresponde a la potencia colonial dirimir el proceso de descolonización”
Sólo esta última cuestión requería el consentimiento de Naciones Unidas, ya que no se podía obligar a la organización a contraer obligaciones sobre una ciudad, contra su voluntad. Por supuesto, el gobierno británico de Attlee no desconocía las tensiones políticas que rodeaban la descolonización del Protectorado de Palestina. Con el nacionalismo árabe en auge y el horror de El Holocausto tan reciente, resguardarse, o más bien, ocultarse tras la ONU aminoraría su responsabilidad histórica en lo que se preveía iba a ser, de un modo u otro, una descolonización desastrosa. Visto en retrospectiva, la jugada les ha salido redonda ¿no? ¿Quién se acuerda de Inglaterra cuando piensa en el conflicto palestino-israelí?
Aunque el apoyo de la ONU tenía un gran valor político en aquellas circunstancias, debo insistir en que, dentro del plano legal de la cuestión, Reino Unido podría haber descolonizado Palestina en los términos que hubiese querido. Por cierto, basta con echar un vistazo al mapa para darnos cuenta de aquella partición era poco realista, por decirlo amablemente.
Tan pronto como la ONU aprobó su resolución, el plan de descolonización británico echó a andar. Los judíos no perdieron el tiempo. En una humilde pero solemne sesión, el 14 de mayo de 1948, Ben-Guirón proclamó el Estado de Israel y su gobierno provisional en el Museo de Arte de Tel Aviv. El reconocimiento internacional del nuevo país fue un éxito fuera del mundo árabe. No ocurrió lo mismo con la demanda hebrea de que Jerusalén fuera su capital.
Pero el gobierno provisional y las demás instituciones judías se trasladaron enseguida a la Ciudad Santa y ahí siguen. Incluso si no iba a ser su capital, los israelíes demandaban que los dos Estados tuvieran acceso y control sobre la ciudad del rey David. Sin embargo, a día de hoy, pocos países reconocen esa ciudad como su capital, en lugar, de Tel Aviv.
“Reino Unido podría haber descolonizado Palestina en los términos que hubiese querido”
¿Qué hicieron los palestinos? Pues, la versión corta es que nunca se proclamó el Estado Palestino, lo que, a la postre, se rebeló como un error fatal. No es que occidente no quisiera reconocer una República de Palestina es que no podían reconocer a un Estado que no se proclamaba. Después, la ocupación de las zonas palestinas por el propio Israel y otros países árabes hizo inviable dicha proclamación.
A diferencia de los judíos, los palestinos no respondían ante una autoridad unificada. De hecho, sigue siendo objeto de una profunda discusión académica, si el pueblo árabe-palestino ha existido históricamente como etnia. Para hacernos a la idea, la primera persona en la historia que se describe como “palestino”, fue el novelista Khalil Beidas, en 1898.
“el 14 de mayo de 1948, Ben-Guirón proclamó el Estado de Israel”
Por otro lado, hasta los años ochenta del siglo pasado, el nacionalismo árabe adoptó la forma de panarabismo. Todos los pueblos árabes -no musulmanes, árabes- debían buscar una fórmula nacional colectiva. El proyecto, al final, sólo ha dado para hacer la Liga Árabe, una organización internacional de considerable poder, pero que ni por asomo se acerca a ser un Estado.
¿Por qué fracasó el panarabismo? Pues lo cierto es que no por falta de apoyo popular. La mayoría de árabes se identificaban con este proyecto de forma tan abrumadora como entusiasta. El problema surgió por las disputas entre las élites de cada país y la elección de un líder. Por no hablar de que el panarabismo era implícitamente republicano y, relativamente (muy relativamente) laico. ¿Qué pasaría con las monarquías árabes si alcanzaba el éxito? ¿Y con el poder de las castas religiosas?
“nunca se proclamó el Estado Palestino”
En ese sentido, el grueso de la población palestina se sentía árabe, más que palestina. Como decíamos, tampoco habían acordado con una autoridad común para todos ellos, equivalente al gobierno provisional de Israel.
Al frente de la facción moderada, encontramos a Raghi al Nashashibi, alcalde de Jerusalén entre 1920 y 1934. Los llamados nashashibis eran árabes eran partidarios de negociar con los judíos y los británicos. Por desgracia, se vieron drásticamente superados por la facción radical de los al-Husaynis, liderados por Musa Kazim al-Husainy, estrecho aliado del gran muftí de Jerusalén, Hajj Amin al Husayni, quien como vimos simpatizó con los nazis más allá de la necesidad defendiendo públicamente El Holocausto. Este grupo negaba cualquier derecho a los judíos a fundar un Estado en Tierra Santa y, en gran medida, su propio derecho a existir como comunidad organizada.
“los palestinos no respondían ante una autoridad unificada”
La facción radical intentó fundar un órgano político, que llamaron Congreso Árabe Palestino. Pero más que solucionar problemas, esta institución creó otros nuevos, ya que en su seno se hicieron evidentes las rivalidades entre los propios radicales. Por eso prefirieron posponer la proclamación del Estado palestino. Primero expulsarían a los judíos y, una vez controlaran el terreno, ya si eso se pondrían de acuerdo en qué hacer en Palestina.
En mayo de 1948, con apoyo de Jordania (entonces Transjordania), Arabia Saudí, Siria, Líbano, Egipto, Irak, el hoy inexistente Reino de Yemen (o Yemen Norte), voluntarios del Ejército Árabe de Liberación y los Hermanos Musulmanes, los palestinos atacaron a Israel. Para empeorar las cosas, el mundo árabe consiguió que comunistas y capitalistas levantaran un bloqueo de venta de armamento a Israel durante algunos meses. Únicamente Checoslovaquia siguió vendiendo armamento a Tel Aviv.
“La facción radical intentó fundar un órgano político, que llamaron Congreso Árabe Palestino”
El pronóstico era la derrota segura de los judíos, sin embargo, el mundo en general y los árabes en particular subestimaron a los hebreros. A comienzos de la guerra, Israel contaba con menos de 30.000 soldados, los árabes con más de 50.000. Sin embargo, los soldados israelíes se habían adiestrado profesionalmente, muchos de ellos en el ejército británico, en la década de los treinta. Habían hecho acopio de un nada desdeñable arsenal. Sobre todo, contaron con una capacidad extraordinaria de reclutamiento y formación, terminaron la guerra con 117.500 soldados. A los árabes les quedaron 40.000 entre muertos y heridos.
Por otro lado, las divisiones palestinas arruinaron cualquier oportunidad de una coordinación total. En lo que hoy es Gaza, el gran muftí Hajj Amin al Husayni se autoproclamó Presidente del Protectorado de Toda Palestina en 1948, revindicando con apoyo egipcio el liderazgo de todos los palestinos.
“En Gaza, el gran muftí Hajj Amin al Husayni se autoproclamó Presidente del Protectorado de Toda Palestina”
En cambio, en Cisjordinia, la facción radical se agrupó entorno a un líder paramilitar, Abdul al-Qadir al-Husayni, comandante en jefe del Santo Ejército. Apoyado por la mayor parte de la Liga Árabe, al-Qadir no reconoció el Protectorado de Toda Palestina. Tampoco aclaró qué quería hacer con Palestina. Según parece era partidario de integrarla en Jordania. Estas intenciones se clarificaron con la Conferencia de Jericó, celebrada el 1 de diciembre de 1948. Allí unos doscientos delegados palestinos propusieron formalmente la integración de Palestinaen Jordania como paso previo a la unificación árabe.
Por extraño que resulte, esto por cierto no hizo mucha gracia al rey de Jordania, Abadalá I, quien sabía que los palestinos no tenían vínculo de lealtad alguno con su dinastía, la familia Hachemita. Como un cáliz envenado, la anexión de Palestina en su reino era el paso previo a la gran República Panarabista.
“en Cisjordinia, la facción radical se agrupó entorno a un líder paramilitar, Abdul al-Qadir al-Husayni, comandante en jefe del Santo Ejército”
Mientras la Nakba (catástrofe) estaba en marcha. El bloqueo de armas a Israel terminó. Los países árabes arrastrados por sus propias divisiones entre monarquías y repúblicas, etnias y desacuerdos históricos no quisieron involucrarse más en Palestina. Israel obtuvo una contundente victoria y dejó los territorios palestinos reducidos a su espacio actual, Egipto ocuparía Gaza y Jordania Cisjordania.
En 1956, Israel apoyó a Inglaterra y Francia durante la crisis del Canal de Suez. Pese a la independencia de Egipto, este importante paso marítimo seguía administrado por la Compañía del Canal de Suez, inglesa. En la práctica, podemos decir que Londres seguía gobernando el paso del canal. El Presidente egipcio, Nasser, nacionalizó entonces el canal y lo cerró.

Temerosas por la crisis del petróleo, Francia e Inglaterra invadieron el Sinaí y el Canal de Suez, desde Israel. Pese a la arrolladora victoria militar, la URSS y Estados Unidos prefirieron dejar el Canal en manos de Nasser, a cambio de que este lo internacionalizara, es decir, que no cobrara. La presión internacional forzó la retirada de las potencias europeas y se saldó con la dimisión del Primer Ministro británico, Anthony Eden.
Aquí volvemos a las dos versiones. Israel mantiene que su intervención en este conflicto fue principalmente defensiva. Incluso aunque no hubiese participado, antes o después los árabes le habrían atacado de nuevo. Los árabes, en especial, los egipcios niegan la necesidad defensiva de la maniobra, si bien es indiscutible que los líderes árabes seguían hablando abiertamente de borrar a Israel del mapa.
“En 1956 Francia e Inglaterra invadieron el Sinaí y el Canal de Suez, desde Israel”
Unos años más tarde, Nasser, Presidente de Egipto reavivó la lucha contra Israel. Nasser había llevado el sueño panarabista más lejos que nadie fundando la República Árabe Unida que convirtió por un breve lapso de tiempo (1958-1961) a Siria y Egipto en un único país. El proyecto, como vemos fracasó enseguida. Nasser culpaba de ello a la existencia de Israel, que estaba literalmente, en medio de ambos países. Aunque es imposible saberlo, me atrevo a posicionarme con los biógrafos de Nasser que creen que le dolió más el fracaso de la República Árabe Unida, para el que necesitaba encontrar a un culpable, que la invasión del Sinaí.
En paralelo al enfriamiento del panarabismo, los palestinos empezaron a sentir la necesidad de definir una identidad propia mediante la que defendieran sus intereses. En mayo de 1964 las facciones palestinas constituyen la Organización de Liberación Palestina. En junio crean el Consejo Nacional Palestino, una especie de parlamento. Al frente de la O.L.P. se puso Ahmand Shukeiri.
“las facciones palestinas constituyen la Organización de Liberación Palestina”
Tras años de esperas, retrasos y preparativos, el 5 junio de 1967, Egipto, Siria, Jordania, Irak, Líbano y Arabia Saudita atacan a Israel. En gran medida su armamento lo proporcionó la URSS, que se sentía engañada por Israel. Stalin esperaba que Israel adoptara un socialismo de corte Yugoslavo, lo que facilitara su desembarco en el Mediterráneo, por eso apoyó su creación.
Después de que Ben-Guirón, como Primer Ministro, aclara que eran un país totalmente independiente y que quería comerciar con occidente sin reservas, los judíos que quedaban en la URSS pagaron el precio. Entre 1948 y 1949 hubo una purga de “judíos burgueses”, con deportaciones al extremo más oriental de Siberia. La Noche de los Poetas asesinados (12-13 de agosto de 1952), los 13 poetas y escritores de lengua yaddish (un hebreo popular típico de los países eslavos) fueron ejecutados. Para rematar, el 1 de diciembre de 1952, el dictador soviético declaró en el Politburó: “Todo judío nacionalista es un agente de los servicios secretos americanos”.
“el 5 junio de 1967, Egipto, Siria, Jordania, Irak, Líbano y Arabia Saudita atacan a Israel”
Aunque dulcificaron su trato a los judíos rusos, los sucesores de Stalin mantuvieron un acérrimo antisemitismo. Así que no se lo pensaron dos veces cuando Nasser se ofreció a virar el mundo árabe hacia una especie de socialismo islámico, ideología en que Gadafi inspiraría su Libro Verde y dictadora sobre los libios.
El 10 de junio, la que pasaría a la historia como la Guerra de los Seis Días terminó con la derrota sin paliativos del mundo árabe. No sólo Gaza y Cisjordania fueron ocupadas, sino que Israel ocupó a Siria los Altos del Golán y toda la Península del Sinaí.
Al inicio de la guerra, el líder palestino Shukeiri dio dos discursos en que habló de “echar a los judíos al mar”. Tras la derrota árabe, el Presidente de la Organización de Liberación Palestina mantuvo que esa frase no era una invitación al genocidio, sino una metáfora, de que expulsarían a los judíos a Europa por el mar.
No convenció a mucha gente. La represión hebrea que siguió a la guerra hizo a Shukeiri impopular entre los suyos. Así que en diciembre de 1967 abandonó su cargo. Le sucedió Yahya Hammuda, una figura anodina, que dos años después dejaría paso al carismático Yasser Arafat.