Pese a que el protagonismo de la migración no cesa de aumentar en el debate político europeo y norteamericano, seguimos sin atender a sus causas en origen. La semana pasada, Nigeria se vio definitivamente desbordada por una crisis alimentaria. Su gobierno intervino el mercado de alimentos para detener la inflación desbocada que impedía a muchos nigerianos acceder a los abastos más básicos.

Quizás a muchos no nos parezca extraordinario que un país africano enfrente problemas para alimentar a su población. Pero esta percepción no puede estar más distorsionada.

Las hambrunas ya no son frecuentes en el continente negro. Si revisamos las estadísticas de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, apreciaremos que el hambre persiste en la franja central del continente. Si bien, por lo general, más que a la total ausencia de comida, el hambre hoy agrupa distintas modalidades de desnutrición.

“La semana pasada, Nigeria se vio definitivamente desbordada por una crisis alimentaria”

La imagen homogénea que muchas veces tenemos de África guarda poca relación con la realidad. El continente no es una extensión de poblados tribales, tierras agrietadas por la sequía y estómagos inflamados por el hambre. Sus países albergan realidades totalmente distintas.

Más aún, el mismo país puede presentar diferencias abismales. Sin ir más lejos, Nigeria se divide drásticamente entre sur y norte. A menudo, se recurre a explicaciones simplistas para explicar esta división reduciéndola a una cuestión religiosa. Sí, el sur es de mayoría cristiana, mientras que casi todos los nigerianos norteños practican el islam. Pero la cosa va mucho más allá de la fe.

“La imagen homogénea que muchas veces tenemos de África guarda poca relación con la realidad”

Antes de la colonización, el norte de Nigeria lo gobernaban varias monarquías musulmanas. Cuando llegaron los ingleses, cerraron un acuerdo con esos reyezuelos. En pocas palabras, podían seguir gobernando a cambio de garantizar cierta libertad comercial a los ingleses, quienes tampoco tuvieron una gran presencia en la zona, sobre todo, si lo comparamos con el sur. En esa zona del país se asentaron muchos más colonos, lo que intensificó su influencia sobre la población local, precozmente interesada en la democracia representativa. Además, la actividad mercantil inglesa hizo esa zona del país más rica. Todavía hoy perviven estas diferencias.

A pesar de estos y otros problemas, Nigeria es un ejemplo de superación y liderazgo en África. La corrupción persiste en cuotas desproporcionadas, pero su democracia se consolida, a la vez que sube su nivel de vida. Mayor mérito tiene su crecimiento económico si advertimos la cohesión social que le acompaña. Y es que, entre los nigerianos, engrosa sus filas una todavía frágil pero pujante clase media.

“Nigeria es un ejemplo de superación y liderazgo en África”

El auge de su economía la ha convertido junto a Kenia, Tanzania, Sudáfrica, Botsuana y, en menor medida, Etiopía, en un motor del continente, además de en un destino preferente para la migración. Sí, en contra de lo que creemos, la migración africana es interna es abrumadoramente intracontinental.

Sudáfrica y Botsuana reciben migración de las zonas del centro y el sur del continente. También Namibia y Angola empiezan a despertar interés como destinos migratorios. Tanzania y Kenia son lugares de destino de gentes que proceden del Cuerno de África y el este del Congo. Respecto a Nigeria, recibe migrantes del Sahel y toda la Costa del Oro.

Ya debe verse claro el riesgo ¿no? Si Nigeria sufre carestía de alimentos, se generará un auténtico efecto salida. Por no hablar de que si Nigeria está así, ¿cómo estarán sus vecinos más desfavorecidos? La migración rara vez entiende de “llamadas”. Cuando se produce de forma masiva, suele venir impulsada de las crisis humanitarias como guerras, desastres naturales o hambrunas.

“si Nigeria está así, ¿cómo estarán sus vecinos más desfavorecidos?”

Poco respeto me merece que la xenofobia y el racismo se disfracen de economía y sociología. A sus muchas mezquindades le añaden la cobardía. No obstante, hemos de admitir que ninguna región del planeta puede absorber olas migratorias sin límite.

Nadie debería despreciar la importancia de las problemáticas derivadas de la mala política migratoria. Me refiero a los hacinamientos de la migración en barrios obreros, con la consiguiente pérdida de valor de la única propiedad de familias humildes. Problemas de seguridad y delincuencia, en gran medida producto de la imposibilidad de muchos migrantes de entrar legalmente en el mercado laboral y un largo etcétera.

“Nadie debería despreciar la importancia de las problemáticas derivadas de la mala política migratoria”

Sin embargo, por más que se esgrima la retórica belicista. Ni estamos siendo invadidos, ni recibimos millones de migrantes cada año. Pero esto último podría llegar a suceder, si no prestamos más atención y ayuda al continente africano.

Aún es pronto para aterrorizarse con la crisis de Nigeria. No sabemos cómo evolucionará esta crisis. Como norma general, la intervención radical del mercado de abastos rara vez trae algo bueno. Las políticas de racionamiento suelen llegar acompañadas del mercado negro, aún más especulativo, o directamente el desabastecimiento. Bien es verdad que, a veces, puede ser el menor de los males.

“Ni estamos siendo invadidos, ni recibimos millones de migrantes cada año”

Como país Nigeria dispone herramientas para afrontar esta crisis. Pero llueve sobre mojado. El aumento de las temperaturas y la falta de lluvia hace más vulnerable a todas las naciones del Sahel en términos de alimentación. No es menor el problema de acceso al agua potable.

Hay que involucrarse en esta crisis y otras muchas, como la crisis política que atraviesan Senegal, Mali, Chad o Burkina Faso. Más lejos, el gobierno de Zimbabue ha aprobado esta semana una nueva ley para perseguir a la oposición. En Etiopía la guerra no cesa. Sólo entonces empezaremos a comprender el fenómeno migratorio y gestionarlo de verdad.