Hace tiempo que, a la ONG estadounidense, International Justice Mission (IJM), le rodeaban rumores que cuestionaban su trabajo en el África subsahariana. En las últimas tres semanas, sin embargo, la especulación incierta ha dejado paso a las evidencias. Un bien documentado reportaje de la BBC demuestra que la IJM separaba a niños de sus familias de manera arbitraria. Pocos días después de su publicación, el 12 de julio, el escándalo irrumpió en parlamento de Ghana de la mano de la diputada, Betty Krosbi, quien propuso a sus colegas abrir una investigación gubernamental y revisar las relaciones con esta u otras ONG.

Cualquier crimen contra la infancia resulta atroz de por sí. Pero su repugnancia se acrecienta cuando vemos que su autor es alguien que estaba llamado a proteger a los niños: sus padres, otros familiares cercanos, profesores, médicos, monitores, sacerdotes…; u ONG que aseguraban existir para proteger a los pequeños.

“a la ONG estadounidense, International Justice Mission (IJM), le rodeaban rumores que cuestionaban su trabajo en el África subsahariana”

Todavía es pronto para condenar a IJM, pero los testimonios en contra de sus actuaciones se multiplican. Esta ONG nació de la mano de un abogado estadounidense millonario, Gary Haugen, en 1997. Para trabajar o colaborar activamente en la IJM es imprescindible ser cristiano. En algunos medios se ha dicho que es una ONG evangélica, una de las ramas más conservadoras del cristianismo reformado o protestante. Esto es una verdad a medias.

Haugen pertenece a la Iglesia Anglicana de Norteamérica. Se trata de una «denominación» u organización administrativa estadounidense que acoge a cristianos anglicanos, pero también congregaciones evangélicas y carismáticas. Los cristianos carismáticos son distintos grupos de iglesias reformadas luteranos, anglicanos, presbiterianos, pero también católicos (desde 1962) caracterizados por su rígida ortodoxa y el énfasis que le dan al carisma o dones espirituales del bautismo y el Espíritu Santo. No obstante, su seña de identidad más reconocible quizás sea la práctica de milagros ante el público.

“Todavía es pronto para condenar a IJM”

Por tanto, la IJM no es exactamente un grupo evangélico, aunque abunden los evangélicos entre sus miembros. Sí es, sin margen de duda, un grupo ultraconservador.

Me parece importante hace estos matices porque se especulado con la posibilidad de que los presuntos robos de niños de la IJM tuvieran un móvil religioso, del tipo convertir a los niños a la verdadera fe. En África, la mayoría de misiones evangélicas no suelen caer simpáticas en las comunidades donde operan. A diferencia de otros misioneros cristianos, como los católicos u otras ramas protestantes, que priorizan las labores humanitarias sobre la difusión de su fe, el proselitismo ocupa la mayoría de los esfuerzos de las misiones evangélicas. Y lo que es peor, a partir de su interpretación rígida del Antiguo Testamento, obligan a los africanos que se convierten a su fe a cortar relaciones con el resto de sus paisanos animistas, por considerarlos «idólatras».

“En África, la mayoría de misiones evangélicas no suelen caer simpáticas en las comunidades donde operan”

Sin embargo, el reportaje de la BCC apunta una motivación más pedestre, más de este mundo. Sí, el vil metal.

A lo largo de los años, la IJM se ha distinguido por intervenciones en países en crisis. Ha trabajado en Filipinas, Tailandia, Ghana y otros países africanos, ayudando a niños en situación de riesgo. En poco tiempo, se especializó en la prevención de la trata infantil. Ahora que se ha abierto la caja de los truenos, se cuestiona gran parte de esta trayectoria. Quizás, se dice, la ONG ha exagerado sus cifras referentes al número de personas que ha ayudado, para asegurarse las donaciones y otras fuentes de ingresos.

Pues quizás…, quizás sí lo ha hecho, pero tampoco podemos negar que la IJM ha actuado como un convencido actor contra la trata. Tanto es así que Ghana y otros países han firmado importantes acuerdos de colaboración con la IJM.

“la IJM se ha distinguido por intervenciones en países en crisis como Filipinas, Tailandia, Ghana”

La confianza en la ONG llega al extremo que cuando denuncia un caso de maltrato infantil o riesgo para la integridad de un niño, la policía ghanesa toma al niño y lo lleva hasta uno de sus orfanatos. Al abuso de esta confianza ciega le atribuye la BBC el origen de los abusos.

En los alrededores del lago Volta y otras poblaciones de Ghana se multiplican las denuncias de familias que un día vieron como la policía se llevaba a sus niños sin más explicaciones. Los testimonios de los pequeños resultan aún más dolorosos.

“Ghana y otros países han firmado importantes acuerdos de colaboración con la IJM”

Fátima, tenía once años y jugaba con otros tres niños más pequeños en una cabaña de su pequeña aldea, Mogyigna. Con poco más de unas decenas de habitantes, los adultos de Mogyugna se dedican a la agricultura. Sus padres estaban en la granja cuando cuatro coches con oficiales de policía armados llegaron al pueblo, irrumpieron en la cabaña y tomaron por la fuerza a la aterrorizada niña y a sus compañeros de juegos. Impotente su abuela, suplicaba a los agentes que no se llevaran a los niños o que al menos les dijeran a donde iban.

Sin dignarse a dar explicaciones, Fátima fue llevada a cuestas entre pataleos y lágrimas hasta uno de los coches y ha tardado más de un año en reunirse con de nuevo con su familia. La historia de los niños de Mogyigna, por desgracia, parece que no es un caso tan aislado.

“La confianza en la ONG llega al extremo que cuando denuncia un caso de maltrato infantil la policía ghanesa toma al niño y lo lleva hasta uno de sus orfanatos”

¿Los rescatadores se han convertido en secuestradores? Lo único que sabemos seguro es que la policía ghanesa concede plena verosimilitud a las denuncias de la IJM. Así que, si esta les dice que un niño está en peligro con su familia, no hay debates ni vacilaciones. Ni siquiera se contrastan versiones.

Sólo el tiempo nos dirá si aquí ha habido un exceso de celo, una actuación irresponsable por parte de la IJM dando credibilidad a cualquier información o directamente el interés en mantener unas donaciones de particulares en Estados Unidos y subvenciones de gobiernos africanos, como apunta la investigación periodística. Desde luego, es indiscutible, como dice la diputada Krosbi, que hay que revisar los protocolos de actuación de la policía cuando la IJM denuncia que un niño está en peligro.

“¿Los rescatadores se han convertido en secuestradores?”

A veces, parece que las organizaciones especializadas en la ayuda humanitaria no se alegren de que aquellos a quienes ayuden mejoren. Nunca me cansaré de repetir que África no es un pozo sin fondo. Pese a su mala situación, sus países avanzan. Ghana, por ejemplo, carece de un Estado del bienestar y agradece que haya entidades extranjeras que echen una mano en la educación o el cuidado de sus huérfanos en ciertas zonas, pero el país ha mejorado en muchos ámbitos. Entre otros logros, ha combatido con dureza y gran efectividad, la trata de niños. Profesionalizarse de la desgracia ajena no debería convertir a nadie en un necesitado de desgraciados.