Desde Perú hasta España, Ezio Oliva nos revela los entresijos de la creación de su próximo disco, marcando su retorno al pop con una sinceridad que se reflejará en cada nota. Desde la inspiración detrás de «Malamor» hasta la introspección que impulsa su música, Oliva comparte cómo este proyecto representa un viaje personal y autocrítico aún por descubrir. Con historias íntimas, como la dedicada a su padre en «Volveré», el artista busca conectar no solo con su propia experiencia, sino también con las emociones universales que espera transmitir en su esperado primer álbum, a punto de ver la luz a finales de año.
¿Qué tal recibimiento en España?
Feliz. Es un reto enorme estar a doce horas de mi país en avión, lejos de mis hijas, de casa. Pero quien no arriesga no gana y querer cruzar fronteras con mi música demanda estar aquí.
Tu último sencillo es «Malamor». ¿Cómo surge este tema?
Tiene una historia particular porque la escribimos entre cinco, con artistas españoles. Hicimos la demo en Madrid pero la grabé entre México y Estados Unidos. Es una canción interesante porque es la primera vez que me hago una autocrítica. Cuando normalmente escribo una canción, hablo de lo que me ha pasado, de cómo se han portado conmigo. Esta vez pensé en si yo había sido un mal amor y la conclusión fue así. Obvio que fui un mal amor. Todos lo hemos sido en algún momento, aunque no quieras.
La canción supone el comienzo de tu primer álbum que saldrá a la luz a finales de año. ¿Cómo lo afrontas?
Lo afrontó como una nueva etapa en la que estoy deseando volver a mis raíces y al pop. A los 17 años tuve una banda, «Ádammo». En el 2015 vuelvo a la música, pero adecuándome a la coyuntura muy urbana. Entonces digo: «ok, yo soy un artista pop pero me toca influenciarme y hacer pop latino, pop urbano…» Pero esta vez ya volví al pop.
¿Existen esos nervios de la primera vez?
Sí, siempre. Además espero que siempre sea así. Espero siempre sentir eso, porque significa que estoy vivo y que le sigo teniendo mucho respeto a esta carrera. En el momento en que dices que ya eres alguien, perdiste la mística en esta carrera.
«Malamor» forma parte del género pop mezclado con sonidos más internacionales pero, ¿hay algún estilo musical que te llame la atención y con el que aún no hayas experimentado?
La bachata nunca la he probado y es un ritmo que me encanta. Creo que es la única pero me atrevería sin problema. He hecho cumbia, salsa, balada, reggaeton. Está bien probar y equivocarse, porque a veces te equivocas, y ya está. Yo soy de los que no tengo miedo de equivocarme.
¿Qué emociones quieres transmitir en tu disco?
Siento que este disco viene muy real. Por ejemplo, mi papá murió cuando yo tenía 18 años y nunca me había atrevido a escribirle algo, a cantar. Le escribí una canción en este disco, que se llama «Volveré». Una canción que por lo menos a mi me conecta mucho pero también creo que va a conectar con la gente que ha perdido a alguien tan querido como mi papá. Es un disco muy autocrítico, personal e introspectivo. He tratado de rebuscar, más que por afuera, por adentro, todo lo que creo que nunca había hablado.
¿Es importante basarse en experiencias personales a la hora de componer o también cuentas historias de otros?
Me centro en lo que yo he vivido porque es una manera más fácil de conectar. Que un amigo me cuente puede ser también, pero no es lo mismo estar subido en un escenario y de pronto acordarte de ese momento y de la persona. Para mí es importante conectarme primero para luego con el público.
Tus inicios como artista se remontan a cuando formabas parte de la banda «Ádammo». ¿Ha evolucionado tu manera de entender la música?
Totalmente. Han pasado un par de años. Yo empecé a los 17 años en la banda. La historia es muy linda porque nos juntamos cuatro amigos y lo único que teníamos eran sueños. Nos presentamos a un concurso de radio en Perú y participaban unas mil bandas. La mía fue la que ganó y eso hizo que tengamos una exposición brutal. Luego empezamos poquito a poquito y terminamos siendo una de las bandas juveniles más importantes de Perú. Nominaciones a Grammys, premios en TV, giras, fiestas… Y se terminó.
Fue duro terminar. Me peleé con la música y conmigo. ¿Por qué no pude manejar mejor mi ego? ¿Por qué no pude manejar mejor mi madurez? Yo y mis amigos. Pero no soy el único responsable. Es bien difícil a los 17, 18 años manejar algo así pero fue una gran experiencia.
¿Seguís manteniendo el contacto?
Sí. Es más, una de las razones por las que estoy en Sevilla, además de por los Grammys, es porque el que era el bajista de mi banda, que hoy es uno de mis mejores amigos, está nominado. Estoy muy orgulloso y feliz por él. Con Nicolás que era el guitarrista, y con Diego el baterista, por supuesto que a veces nos hablamos. No tan seguido, pero nos hablamos. Pero si me preguntas, yo no volvería a tener una banda de ninguna manera. A menos que no sea por una gira puntual o algo así.
Mi época como solista para mí es lo más estable y sólido que he logrado.
¿Crees que es inevitable el cambio de rumbo con el paso de los años?
Tengas una banda, seas solista, lo que sea, la vida va constantemente cambiando de rumbo y hay que aprender a agarrar rápido el ritmo. Porque uno falla cuando se queda ahí y de pronto no se sabe reinventar.
Por aquel entonces ya fuiste galardonado con un premio MTV Artista Revelación y nominado a un Latin Grammys, entre otros. ¿Esperabas que siendo artista independiente lograrías la repercusión que tienes hoy día?
Cada etapa tiene lo suyo. La música y la industria hoy en día son completamente distintas. Me siento muy satisfecho por lo que estoy logrando como solista. Y los premios y las nominaciones ya llegarán. A mí sí me importan. Para ser muy honesto, sí me importa llegar a Sevilla y poder ganar un lugar. Un lugar importante. 5.000, 4.000, 10.000 personas. Los premios y las nominaciones por supuesto que son relevantes pero no es nada más.
Has trabajado con Camila y Alejandra Guzmán, entre otros artistas. ¿Has aprendido de las personas con las que colaboras?
Muchísimo. Les agradezco mucho la oportunidad de haberme subido a sus giras. Eso es invaluable. Que un artista tan importante como Camila en México o Alejandro Guzmán me den la mano y me permitan subirme 15 minutos a su escenario con 15.000 o 20.000 personas al frente es todo. Ojalá me toque la oportunidad de hacer lo mismo aquí en España.
Me encantaría subirme a una gira de Bisbal, de Morat o Yatra. En realidad cualquier artista que me dé la oportunidad.
Se dice que en la actualidad la música que «da de comer» es la comercial. ¿Estás de acuerdo?
Sí. Es importante tener una estructura de negocio y lo comercial no tiene una etiqueta de música. Significa que la gente lo consume y lo compra. Puedes hacer música con una botella de agua y con una piedra y si con eso llenas 25 mil personas en un estadio, esto se convertirá en algo comercial. Hay un pequeño malentendido entre el concepto de comercial y a veces se le ha etiquetado como algo malo y es algo completamente bueno. Hacer de tu música algo comercial es lo mejor que te puede pasar.
Como autor y artista de temas románticos y mensajes profundos, ¿piensas que se están perdiendo cada vez más las letras sinceras?
Lo que no estoy de acuerdo es que hagas algo con lo que no te sientas identificado. Si es profundo, si no es profundo, eso depende porque es subjetivo. A mi esto me puede parecer negro y a ti carbón y podemos quedarnos horas. Para ti puede ser algo profundo y para mí no y viceversa, pero es importantísimo es que hagas lo que hagas, te sientas identificado y lo quieras defender. Si no eres tú no lo recomiendo.
Ya no solo tienes influencia en Perú sino que has pasado fronteras. ¿Cómo es sentir que tu música llega a tantas partes del mundo?
Muy emocionado y agradecido. Igual siento que me falta la vida entera a donde yo quiero llegar. Creo que lo puedo lograr y es cuestión de tiempo y de picar piedras. No hay imposibles. Eso de que no me van a mirar porque no soy colombiano son estupideces y límites mentales. Quizás el 90% de los artistas no son colombianos pero mi mayor sueño en la música es llenar un estadio. En mi país, acá, donde me diga. Llenar un estadio y que hayan 50.000 personas cantando mi canción.
Superas los 20 millones de streaming en plataformas digitales pero, ¿qué tal llevas el tema de las expectativas?
Sí, pero antes más. A partir de la pandemia bajó muchísimo esa ansiedad. No sé si estar tan pendiente de los números es bueno o malo, pero yo estoy más tranquilo. Hay gente que se obsesiona con los números. Que si no llega al millón la música no sirve. No necesariamente. Íñigo Quintero es lo último más grande de España porque se acaba de hacer viral su canción que tiene un año y recién revienta. Hace 8 meses tenía 10.000 visitas y ahí puede haber dicho la disquera, o cualquier persona que sepa del negocio, que no funcionaba y te vas con eso a tu casa. De pronto, aparece en TikTok y es número 1 del mundo.
Los números hay que mirarlos con mucho respeto. Son importantes y nadie dice lo contrario.
¿Cómo llevas tus redes?
Voy por momentos y depende de lo que me esté pasando. Ahorita no estoy subiendo mucho de mi vida personal porque siento que tengo mucho que contar acerca de España y lo que estoy haciendo. Pero cuando estoy una o dos semanas en mi país y la cosa está como muy normalita, subo de mi vida. Veo a las redes sociales como algo necesario pero hay que tener cuidado.
Las críticas siempre van a estar pero hay que decir lo que uno piensa, siempre y cuando no se falta ese respeto. Puedes decir que no estás de acuerdo pero siempre con respeto. Si se mantiene eso, uno puede navegar por la vida tranquilo.
¿Qué podemos esperar de Ezio OLIVA en un futuro?
Mucha música en directo. Eso es lo que más quiero. Subirme a escenarios acá en Sevilla, en Madrid, en Barcelona. Donde se me presente la oportunidad. Yo siento que eso es lo mío porque es lo que más disfruto. Ir en directo y dejarme fluir.