La extremeña Yolanda Regidor presenta en The Citizen su última novela titulada “La última cabaña”. Una obra sobre la soledad y la vida salvaje protagonizada por El Escolta, una explotación de la idea de “búsqueda de felicidad por instinto”. Un diario cargado de reflexiones, que entrelaza conceptos como la culpa, el amor y la soledad. 

A parte de se la autora de “La última cabaña”, ¿Quién es Yolanda Regidor?

Pues, a parte de escritora, soy una persona normal. Me cuesta a veces incluso decir que soy escritora. Yo empecé a escribir tarde, porque me dedicaba a los programas de reinserción social y nunca me había planteado escribir. Y bueno, se acabó un proyecto, me quedaban unos meses por delante en los que no iba a tener nada de trabajo. Entonces, me retaron a escribir una novela, soy así, muy competitiva y dije que vale. Me salió el primer capítulo y luego seguí, me dijeron que estaba bien escrito. Por ese sentido de vanidad, seguí escribiendo y ya así estoy en mi cuarta novela. 

¿Cuál es el último libro que ha leído? 

El último libro que he leído es un libro maravilloso de Irene Solá que se titula “Yo canto y la montaña baila”. Me ha parecido muy original, está tremendamente bien escrito, me ha gustado mucho. Ahora estoy con otro libro de Cristina Sánchez Andrade, que se titula “La nostalgia de la mujer anfibio”. Me está gustando mucho la mezcla que hace de realismo y subrealismo, es muy original. Siempre tengo como dos o tres en la mesa. Estoy también con unos cuentos que no había leído, que dejé atrás.

En su libro, el protagonista se instala en una cabaña alejada totalmente de su país, ¿cómo encuentra la inspiración? ¿Le gusta retirarse espiritualmente?

Pues sí, creo que me gustan además las cabañas, porque son de madera y eso es como una vuelta a los árboles, es algo muy primitivo. Yo cada vez que siento la llamada del campo, tengo que irme. Desde que era muy pequeña, los primeros años de mi vida, hasta los seis años, he vivido en una casa a las afueras de un pueblo, dónde estaba mi casa, un cementerio abandonado y el colegio. Yo uno de los primeros recuerdos que tengo, es imaginándome una conversación con un escarabajo pelotero. O sea, todo ese, fue el entorno en el que yo crecí. Aunque nos fuimos de ese pueblo, nunca he dejado de tener contacto con la naturaleza y sobre todo, con el campo. Me gusta mucho la zona de Ávila, la zona de Gredos… es fundamental para mí, volver cada cierto tiempo, me pone las pilas y vuelvo a conectar con ese instinto básico, ese instinto animal que tenemos. 

¿Cuando escribe, suelta sus propios demonios?

La verdad que sí se sueltan los demonios. Las novelas al final, reflejan claramente las experiencias que uno tiene y las reflexiones personales. El espíritu que refleja esta novela, son claramente biográficas, parten de eso, de mi experiencia y mis reflexiones personales. Luego las pongo en una trama que no tiene nada que ver conmigo. En las obras de ficción es dónde se muestra claramente la vida del autor, no en los libros biográficos. Ahí está lo que quieren contar. Realmente, si se quiere leer, la verdadera biografía del autor está en las novelas, en las de ficción pura. De todas formas, como decía Bécquer, “me pregunto si a pesar de mis precauciones, no estaré hablando de mi”. 

Haciendo un poco de balance, ¿se arrepiente de algo?

Todos tenemos cosas de qué arrepentirnos, quién no tenga culpa por algo no es humano, yo creo que la culpa bien llevada además, en un sentido de responsabilidad, una culpa sana y responsable es fundamental. Nos hace no volver a caer en errores. Y claro, sí que tengo culpas, remordimientos y cosas que he hecho mal. No he matado nunca a nadie, no he robado ni nada de eso pero, siempre al final sí que te das cuenta que hay gente que ha sufrido por ti o has sido cruel con alguien, se te ha ido la pinza o la mano. Al final, somos humanos y es lo lógico. 

¿Quiénes son sus referentes literarios?

Pues mis referentes literarios siempre han sido autores que escriben un poco mezcla de clásico y lírico. Por ejemplo, Herman Hesse, es uno de mis referentes, Delibes, Kundera… esos son mis grandes referentes. Como prosa lírica de podría hablar de Joseph Conrad, Nabucco, Paco Umbral… esa prosa poética que me encanta y me sale un poco sin darme cuenta. 

Adentrándonos en la cabaña, ¿a qué público va dirigida la novela?

Esta novela va dirigida a un público que le guste reflexionar, es una novela intimista en la que yo he querido reflexionar, mezclar un poco lo que es la prosa, la lírica y la filosofía. Entonces, puede gustarle a gente que le guste esa narrativa un poco lírica y a su vez le haga pensar. Tampoco he maltratado al lector, no es un tratado filosófico, es una novela de ideas. Hay conceptos filosóficos, pero todo queda en lo que es la trama, en lo que es el argumento. Yo le asigno unas ideas y maneras de pensar a los personajes, no llevo el concepto por el concepto. Llevo el concepto aplicado a la idea, unas ideas que te hagan sentir. A mi lo que me gusta de una reflexión, es que te haga sentir. Una reflexión sin sentimiento no es nada. 

¿Es este libro un reseteo en su trayectoria literaria? 

Bueno, reseteo en cierto sentido sí. En el sentido del tiempo, puede ser un reseteo porque llevaba tiempo sin escribir y de momento es algo en lo que dices, estoy otra vez en marcha. Esta novela no parte de cero, parte de una idea que se quedó colgando en la última, que era “La espina del gato”, la protagonista que era una mujer de 80 años iba recordando su vida y se acordaba de lo mal que lo había pasado en la guerra. Ella quería seguir siendo feliz, quería terminar sus días siendo la más feliz posible. Ese fleco se me quedó un poco ahí, yo quería escribir sobre esa idea, quería escribir sobre eso, sobre la búsqueda de la felicidad hasta el último suspiro. De ahí partió, hasta que está rondando esa idea, hasta que vi el personaje que lo iba a decir. Entonces, hago que el personaje de la novela escriba sobre ello. Funciona como una metáfora de la gran idea que quería expresar. 

¿Hay algún motivo concreto por el que la división de la novela se encuentre en cuadernos?

Me pareció´una buena manera de estructurarlo por muchos motivos. Él lo que realmente tiene s un diario, tiene cuadernos, no tiene un ordenador ni nada. Los cuadernos tienen las hojas limitadas, necesitaba que la novela funcionase en tres cuadernos. Me vino bien que fuera en cuadernos, porque queda muy bien delimitada la primera de la segunda parte. Acaba el primer cuaderno diciendo que acaba el cuaderno y su vida, también. Cierro cuaderno y cierro mi vida, a la vez, pero luego tiene que empezar otro cuaderno porque no le han ido las cosas como el pensaba. Fue así, la estructura fue algo natural. 

¿Ha sido difícil adentrarse en la piel de un hombre?

Pues no me parece nada difícil. Ya lo hice con “Ego y yo”, siempre me dijeron que había sido un éxito, la gente pensaba que la había escrito un hombre. No me resulta nada difícil porque yo he tratado con muchísimos hombres en mi vida. Siempre he tenido más relaciones laborales con hombres que con mujeres. En mi vida personal también, he tenido más amigos, me ha gustado mucho observarlos, detenerme a ver lo que pensaban, lo que sentían, cómo se movían o hablaban. No me ha costado por eso, porque les he observado muchísimo. Luego también, he leído a mucho autor masculino, ahí está la clave. Yo cuando escribo no pienso que soy mujer, pienso en el personaje que sea, si ahora ha tocado un personaje masculino, escribo como él. 

¿Le ha dado pudor desnudar una historia tan sincera?

Yo cuando me pongo a escribir no pienso en nada, no pienso en el lector, escribo libremente y tengo libertad intelectual absoluta. Porque es una sensación de decir, si tengo algo que arreglar, luego lo arreglaré, luego no arreglo nada porque lo leo y pienso que está ahí por algo. Si ha salido es por algo, me cuesta mucho borrar, no borro absolutamente nada. Puedo cambiar un párrafo, para que se vea mejor, cambiar alguna palabra, pero no soy de las que desecho páginas, no he desechado una página en mi vida. Aunque te de pudor, aguántate y ya está. Otros autores, a lo mejor, hacen una novela de trescientas y se quedan con ciento cincuenta, desechan la mitad. Desde el primer momento, no soy consciente de estar atreviéndome a nada, lo suelto todo. 

¿Desde qué perspectiva observa el amor propio?

El amor propio es lo fundamental en la vida, tiene muchísima más importancia que cualquier otro sentimiento, es encontrarte bien contigo misma, es tener la seguridad de estar haciendo lo correcto. Si te falta el amor propio, te atacan muchas cosas, te ataca la inseguridad, la culpa… sino tienes amor propio, vas a caer en las peores manos del amor. Si te falta amor propio, no vas a hacer bien las cosas porque la inseguridad va a hacer que todo lo que hagas sea un error, simplemente por esa indecisión. No te vas a atrever a hacer ciertas cosas maravillosas, porque no tienes seguridad en ti misma, porque no te amas. Creo que el amor propio es lo más básico, pero sobre todo es una defensa. Si tienes amor propio, estás protegida. 

En las nuevas generaciones, ¿se quiere menos o se quiere diferente?

Yo creo que hay una equivocación con respecto a lo que es el amor hoy día. A la gente le da miedo enamorarse, es normal que les de miedo enamorarse porque las relaciones son muy básicas. Casi todo tiende al sexo y poco más. La gente se conforma con tener pasión y no va más allá, no quieren profundizar en las relaciones amorosas, quizás para no sufrir. Antes no nos lo replanteábamos tanto, no había esa apertura de Tinder. Al fin de cuentas, cuando la persona se enamora, se enamora igual porque el amor no ha cambiado, lo que ha cambiado son las relaciones sociales. Cuando la gente se enamora se enamora igual que en la Edad Media, va a por todas, se sufre igual… el amor está ahí. Hay gente que dice que el amor es un constructo teórico, que no quiere decir eso que no exista. Si el constructo teórico es lo que relaciono con algo sexual, esa relación puede ser lo que yo llame amor. No significa que no exista, porque si lo hace. Entonces bueno, el amor da mucho de sí, tiene muchos tratados. Hay que diferenciar lo que es el amor de verdad respecto al enamoramiento. El amor es sano. 

¿Cómo busca Yolanda Regidor la felicidad por instinto?

Pues igual que El Escolta, yéndome al campo. Cuando estoy un poco baja o que he perdido un poco la fé en la vida o en la gente, cuando estoy harta de mi misma, siento esa llamada de la naturaleza. Vuelvo al campo, vuelvo a conectar y me viene estupendamente, como a todo el mundo. 

¿Es un libro basado en lo cotidiano o hecho para remover conciencias?

Está hecho para mover conciencias, lógicamente en cada capítulo hay reflexiones por todas partes. Aunque esas reflexiones las haga El Escolta a raíz de lo que ha pasado en su vida, todos nos vamos a sentir identificados en lo que siente, en sus reflexiones. Si habla de la culpa, no hace falta haber matado a tu hermano, la culpa está ahí, sea por una cosa u otra. Si habla del suicidio, a quién no se le ha pasado por la cabeza, no al extremo, pero la persona se va a sentir identificada. Si habla del amor, exactamente igual, aunque no hayan vivido un amor tan poco sano, pero todos nos vamos a identificar con una relación así. Todas las reflexiones que haga El Escolta a lo largo del libro, son plenamente identificables para cualquier persona porque la naturaleza del hombre es la misma. Y vaya a dónde vayas, te vas a encontrar con lo mismo, con el miedo, la culpa, la desesperación, la ternura, la amistad… al final, las relaciones y sensaciones son las mismas. 

¿Qué proyectos tiene a corto plazo?

Pues a corto plazo, ahora me imagino que pasaré un tiempo con la promoción de esta novela, no me dará tiempo a hacer nada más. Pero, en cuanto pase un poco, quiero retomar un proyecto que tengo en la cabeza desde hace meses, es una nueva novela, tal vez relacionada con una de las anteriores. Si se me cruza algo entre tanto, a lo mejor escribo otra cosa, no me puedo fiar de mi misma. No tengo hoja de ruta, esa idea me ronda bastante la cabeza y probablemente la lleve a cabo.