Volver y mirar al pasado siempre es complicado. Cualquier experiencia vivida pierde parte de su esencia y de su verdad cuando tratamos de reproducirla a posteriori. Y es que las aristas de la memoria son muy complejas y las interpretaciones de un mismo hecho acontecido, múltiples. ¿Qué es, por tanto, verdad y qué no?, ¿existen tantas verdades como interpretaciones o relatos se hagan sobre un mismo suceso? Sobre todo esto reflexiona Juan Manuel Gil en su última novela publicada, Un hombre bajo el agua.

“Qué poco me interesan la verdad o la mentira. Ni en la calle ni en la literatura, que para mí, con el paso de los años, se han convertido en una única cosa. ¿A ti sí? Todos construimos una vida, que no es otra cosa que un relato. Y nos enamoramos de ese relato. También nos hartamos de él claro. Nos aburrimos o nos divertimos. Nos emocionamos. Tú eres un relato y yo soy otro. Con evidentes semejanzas y diferencias naturales”.

La historia se inicia con dos jóvenes rivales al borde de una balsa en el verano de 1993. Esa tarde descubren el cadáver de otro habitante del pueblo, un hecho que marcará sus vidas para siempre, especialmente la del protagonista, que años después volverá sobre ello para intentar buscarle sentido y encajar las piezas de un hecho que su memoria ha luchado por ignorar.

«Juan Manuel Gil rompe de algún modo los límites entre realidad y ficción, entre vida y literatura; jugando con ambos y mostrando las distintas visiones que los personajes del libro tienen sobre el fallecimiento de Eduardo Huergo»

El libro está escrito de un modo muy dinámico a base de capítulos cortos, unos más narrados y otros más dialogados, que van dando luz poco a poco a los recuerdos que el autor tenía escondidos y olvidados en su memoria. El formato podríamos decir que es como un borrador lleno de notas que un escritor toma para la creación de su nueva obra. Así, nos encontramos con una novela que acopla capítulos que retoman ideas y sucesos pasados con su presente, hilvanando unos con otros y creando una historia que habla sobre el propio ejercicio de la escritura. Juan Manuel Gil rompe de algún modo los límites entre realidad y ficción, entre vida y literatura; jugando con ambos y mostrando las distintas visiones que los personajes del libro tienen sobre el fallecimiento de Eduardo Huergo, el hombre al que el protagonista se encontró muerto cuando era un niño.

Lo más destacado, además de las reflexiones sobre la evolución de los recuerdos y su aceptación y repercusión en el presente y el futuro, es la naturalidad con la que todo está tratado y es que los personajes fluctúan entre lo bueno y lo malo, no son personajes planos, sino todo lo contrario, están llenos de matices, son y se sienten reales. Especialmente el protagonista que, a pesar de sus sombras y malos actos y hasta por ellos, nos hace empatizar con él. Juega también un papel fundamental el pueblo murciano en el que ocurren los hechos del pasado y la manera en la que se refleja. Es un protagonista más del texto y el autor no se deja llevar por la nostalgia a la hora de mostrarlo. No lo idealiza, al igual que tampoco lo hace con la infancia. Como todos los pueblos o barrios tiene una cara dulce y una amarga que nos hace querer huir de él y del efecto dañino que en algunas ocasiones puede tener en nuestras vidas.

En la contraportada del libro pone que se trata de «una novela inclasificable, adictiva, brutal. Un ejercicio a la altura de muy pocos» y a pesar de que pocas veces hago caso a estas frases que corresponden más a marketing que a otra cosa, hay ocasiones en las que lo que dicen es cierto y esta es una de ellas. Un hombre bajo el agua es un libro diferente, que no se puede enmarcar en un único género y que está maravillosamente escrito, algo que ya se prevé tan sólo leyendo la primera página. Funcionan las partes narradas y funcionan los diálogos y lo mejor es que todo fluye de un modo tan sencillo y natural que parece que al autor no le ha costado nada escribirlo.

«Un hombre bajo el agua es un libro diferente, que no se puede enmarcar en un único género y que está maravillosamente escrito, algo que ya se prevé tan sólo leyendo la primera página»

A pesar de que en la mayoría de las reseñas que escribo me gusta centrarme únicamente en el libro, en este caso quiero dedicar unas líneas a la editorial, Expediciones Polares, ya que todos los libros publicados por ellos que me he leído son especiales. Se nota mucho cuando una editorial hace y publica lo que quiere y les gusta por encima de estándares relacionados con la venta y el marketing.  Es de valorar que le den la oportunidad a autores noveles o semidesconocidos y que se arriesguen con libros que no son “bestselleros”, que son únicos y que tal vez no son para el paladar de todo el mundo. Pero, sobre todo, es digno de valorar que crean en lo que hacen ya que esto que debería ser tan evidente, muchas veces no lo es. Lo vemos en el mimo con el que se trata cada libro, el cuidado con el que está revisado el texto y que hace que no nos encontremos ni erratas ni faltas ortográficas, y en el exquisito gusto con el que se elige la cubierta y la portada del libro. Esto marca la diferencia y hace de la lectura una experiencia completa. Hace que merezca la pena gastarse el dinero para tener el libro en formato físico.

En definitiva, no puedo más que recomendar la lectura de Un hombre bajo el agua ya que creo que no os arrepentiréis de la experiencia de leer un libro honesto, reflexivo, bien escrito y tan enormemente entretenido que os sumergiréis en su historia de lleno y os olvidaréis por unas horas de la vuestra.

 

  • Título: Un hombre bajo el agua
  • Autor: Juan Manuel Gil
  • Tapa dura: 290 páginas
  • Editor: Expediciones Polares
  • Idioma: Español
  • ISBN: 9788494810145