El 11 de marzo de 2015 se apagaba la voz de uno de los contadores de historias más fecundos e imaginativos de la segunda mitad del siglo XX. Ese día yo me sentí un poco más huérfano. Como si un viejo y querido amigo se hubiese ido. En una reacción similar a haber encendido una vela por su alma de ser creyente, subí a twitter una foto de la estantería donde se alojaban sus casi cincuenta novelas traducidas al español y que durante años han ocupado un lugar de honor en mi biblioteca. El pie de foto solo decía: “Espero que donde estés sepas lo importante que fuiste para mí. Gracias, Terry”

Conocí a sir Terry Pratchett mientras caminaba con una amiga por una enorme librería de mi ciudad. Los dos éramos aficionados a la ciencia ficción y la fantasía, ella más que yo, he de decir. En algún momento de nuestro paseo por entre estanterías repletas de libros nos topamos con un ejemplar de El Color de la Magia, primera entrega de la saga Mundodisco. Nada más poner los ojos en él la colorista portada de Josh Kirby me hizo tomarlo entre las manos y lanzarme a leer las primeras páginas, una costumbre que aún hoy mantengo. Aquel fue el acto que selló nuestra unión. A partir de entonces Mundosdisco me atrajo con la fuerza de un agujero negro y no paré hasta devorar las más de cuarenta novelas que forman la serie.

«No sabría cuantificar las cientos de horas pasadas con uno de sus libros en mis manos. Ni cuantas fueron las sonrisas sutiles o las carcajadas a mandíbula batiente que me arrancó su prosa irónica y cargada de flema británica»

Durante casi dos décadas mi biblioteca no paró de crecer, y la estantería de mi casa destinada a guardar la extensa obra de Terry no se quedó atrás. No sabría cuantificar las cientos de horas pasadas con uno de sus libros en mis manos. Ni cuantas fueron las sonrisas sutiles o las carcajadas a mandíbula batiente que me arrancó su prosa irónica y cargada de flema británica. Tampoco sabría decir en cuantas ocasiones me detuve y releí en voz alta para quien estuviese a mi lado un párrafo que acababa de hacerme reír o emocionado.

Nacido tras el final de la II Guerra Mundial en Beaconsfield, Inglaterra, Terry Pratchett comenzó a escribir relatos en diversas revistas mientras estudiaba periodismo. Desde niño se sintió atraído por la astronomía, lo que quizás hizo que desarrollara un gran gusto por la ciencia ficción. Enclavado en este género, publica en 1971 su primera novela: The Carpet People, obra que pasó desapercibida en las listas de éxitos, pero que atrajo buenas críticas. Tardaría cinco años en publicar su segunda obra, The Dark Side of the Sun y otros cinco años más para escribir la tercera, Strata. En ellas ya se atisbaba la prosa ágil y sarcástica de Pratchett, pero sería en 1983 cuando su pluma se desataría en toda su plenitud para dar a luz al Mundodisco. El Color de la Magia fue un éxito al instante. Su mezcla de fantasía y humor y su frescura hicieron que tanto fans del género como lectores ajenos al mismo se sumergieran, libres de prejuicios, en sus páginas. La popularidad de la serie se disparó cuando la BBC creo un serial del libro y crecería hasta convertirse en fenómeno mundial con adaptaciones al cine, televisión, teatro y videojuegos.

Es importante señalar que por aquel entonces, Terry Pratchett trabajaba como jefe de relaciones con la prensa para un consorcio de plantas nucleares, justo en la misma época del accidente de la planta de Three Miles Island. Una vez dijo que le habría gustado escribir sobre sus experiencias en esa época, pero nadie le habría creído. A lo mejor por eso resolvió inventar su propio universo.

Estaba cantado que las historias que podía albergar Mundodisco eran infinitas, y en 1986 aparece la segunda de ellas: La Luz Fantástica. Pero antes de meternos en mayores profundidades, es momento de hablar de Josh Kirby, portadista oficial de la saga hasta su muerte en 2001. Su estilo único y barroco era fruto de una dilatada experiencia como ilustrador de revistas y carteles de cine (La Vida de Brian o El Imperio Contrataca, por citar algunos). Cuando las carreras de Kirby y Pratchett se cruzaron en 1981 ya no se separarían, dando lugar a una de las relaciones escritor/ilustrador más fructíferas de toda la historia de la literatura de ficción. Una vez el escritor dijo que él solo había inventado MundoDisco, el responsable de crearlo era de Kirby. Ta vez sea una afirmación exagerada, pero viendo las ilustraciones que Kirby creó para Mundodisco está claro que supo entender la prosa de Pratchett mejor que nadie.

«Cuando las carreras de Kirby y Pratchett se cruzaron en 1981 ya no se separarían, dando lugar a una de las relaciones escritor/ilustrador más fructíferas de toda la historia de la literatura de ficción»

Volviendo a las novelas, la tercera entrega de la serie, Ritos Iguales, es otro enorme éxito. Esta vez el libro sale con solo un año de diferencia con respecto a la anterior. Ese mismo 1987 saca Mort y un año más tarde dos nuevos libros: Rechicero y Brujerías. El ritmo de escritura de Pratchett se incrementa hasta hacerse demencial y entre 1988 y 2011 publica más de treinta novelas de Mundodisco (algún año salen a la venta hasta tres). Además de otras obras ajenas a la saga. Eso lo convierte en un aspirante con auténticas posibilidades para derrocar a Stephen King como el autor más fecundo de la última década del siglo XX.
Llegados a este punto, el lector ajeno a Pratchett ha de estar preguntándose: pero ¿de qué va exactamente Mundodisco?

No hay una sola respuesta para esa pregunta. Para muchos es una parodia de los libros de fantasía. Para otros una sátira que se vale de elementos fantásticos para criticar el mundo actual. En lo que hay unanimidad es en que Mundodisco es un territorio plano que vaga por el espacio sostenido sobre 4 elefantes, colocados, a su vez, sobre el caparazón de una tortuga de nombre Gran A´Atuin. A partir de tan cósmico origen, Terry despliega toda su técnica y oficio para narrar los acontecimientos de un extraño mundo que no obstante guarda una gran semejanza con el nuestro.

Para mí, Mundodisco es una excusa; una gran excusa para hablar de la condición humana. Porque más allá de unas solventes tramas de corte fantástico, la saga se apoya en unos personajes que son un fiel reflejo de nosotros mismos. Como Cohen el bárbaro, un viejo guerrero que ve como el mundo que ha conocido se muere a medida que envejece, pero que lejos de darse por vencido continúa con su vida de aventuras, pese a que ni su cuerpo ni habilidades con la espada sean ya las que solían ser. O Rincewind, el patoso aprendiz de mago que intenta, siempre sin éxito, escurrir el bulto cuando se trata de lidiar con la adversidad; auténtica metáfora del ser humano corriente y moliente que se enfrenta a diario contra el infortunio con las únicas armas de su miedo y capacidad para sobrevivir. O Yaya Ceravieja y Tata Ogg, dos brujas que sin más conocimientos en hechizos y pociones que cualquier otro mortal fían todo a sus estudios de cabezología, o lo que es lo mismo, mucho sentido común e infundir una pizca de temor en los demás. ¿O qué decir de LA MUERTE, qué con la imagen tradicional de capucha negra y guadaña es el único personaje que aparece en todas las entregas de la serie y es el destino inexorable de todo cuanto habita el Mundodisco? Hombres lobo, soldados de la guardia, vampiros, un golem, enanos, trolls e incluso un baúl andante cuyo instinto asesino sería digno de Annibal Lecter. Todos ellos clichés extraídos de la literatura fantástica, pero que Terry supo combinar sin caer en la caricatura y convertirlos en una imagen en las que es fácil reconocerse.

Estructurada en varios arcos argumentales (uno de ellos, el de la guardia de la corrompida ciudad de Ankh Morpork, está siendo adaptada a televisión por la BBC) no mantiene una estructura cronológica, por lo que existen dos modos de acercarse a Mundodisco. Uno leyendo según el orden de publicación y otro siguiendo estos arcos. Si estás pensando en darle una oportunidad, mi consejo es que lo hagas según el primer método. Así podrás apreciar como el estilo narrativo de Pratchett fue adaptándose y creciendo al ritmo del genial universo que había creado.

En 1998 Terry Pratchett fue nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico, y en 2007 anunció públicamente que padecía Alzheimer, enfermedad que quizás acabó con él, pero nunca lo doblegó. Mientras le dio tiempo de escribir junto a Stephen Braxton la pentalogía de La Tierra Larga, una original y más ortodoxa saga de ciencia ficción. Además publicó otra docena larga de novelas y relatos ambientados en Mundodisco y otros tantos ajenos a la seria, y la trilogía enfocada a un público juvenil gnomos, escrita entre 1989 y 1990. También es inevitable citar la superlativa Buenos Presagios que escribió en 1990 junto a Neil Gaiman, otro de los grandes del género y especialista como él en usar la fantasía para hablar de otras cosas, y donde se servían del terror demoniaco para abordar temas mucho más complejos.

Terry Pratchett escribió mucho y deprisa, casi setenta novelas en menos de treinta años. El hombre del sombrero quizá intuía que su vida iba a ser corta, o simplemente, quizá tenía mucho que contar. Lo cierto es que dejó atrás un legado al alcance de muy pocos.

Si te ha picado la curiosidad y decides adentrarse en alguna de sus obras, este humilde escritor habrá pagado algo de la deuda que tiene con él y que nunca llegará a saldar del todo.

Gracias, Terry.