Uno mira las noticias y se pregunta por qué todo es tan complicado. Por qué lo hacen todo tan mal. Cómo es posible que nos obstinemos en enredarnos en cuestiones tan absurdas, que acaban generando auténticas cataratas de odio. En enfrentarnos. En buscar los cosas que nos separan en asuntos estúpidos y alejados del sentido común.

Mi cabeza parece funcionar a un ritmo diferente al de esas personas que, colocadas en puestos de responsabilidad, dirigen nuestros destinos mediante leyes o decisiones políticas. Me comparo con ellos y parecemos de planetas diferentes. De universos paralelos. Alienígenas que ni siquiera hablan el mismo idioma. Acabo por no comprender nada. Por desconectar. Por buscar con desesperación algún referente en el que apoyarme.

Puede que TeBeO Labordeta no vaya de eso, pero es para eso para lo que sirve. Para aclarar ideas. Para asentar conceptos. Para visualizar otros caminos. Para redescubrir sendas holladas por personas que querían ser distintos pero no diferentes. Que buscaban la concordia diversa y llena de las particularidades propias de cada uno. Que trabajaron por un todo en el que todos pudiéramos encajar, sin importar nuestra procedencia, nuestras virtudes o nuestras manías.

La vida de José Antonio Labordeta es un mosaico abrumador por su diversidad. Es el reflejo fiel de la huella dejada por un hombre con inquietudes inagotables. Profesor, cantautor, poeta, político, estrella de la televisión… Sus días parecían tener más horas que los del resto de la humanidad. Figura clave sin la que es muy difícil entender el Aragón actual, su influencia y la repercusión de sus enseñanzas siguen resonando a niveles de los que quizá ni siquiera somos conscientes. Quizá por esa tendencia inexorable y arraigada que nos lleva a olvidar a nuestros ídolos con la misma facilidad con la que los levantamos, obras como este cómic biográfico son doblemente necesarias para iluminar y poner en contexto personalidades clave que, aunque siguen muy presentes en el recuerdo de los mayores, han desparecido del espectro de una juventud que vive lo cultural a la velocidad supersónica y borrosa de las redes sociales.

La mayor virtud de la historieta escrita por Daniel Viñuales, dibujada por Carlos Azagra y coloreada por Encarna Revuelta es, precisamente, la de ilustrar entreteniendo. No es sencillo abordar cómics biográficos tan anclados a lo local y conseguir plasmar lo universal de figuras que lucharon por su tierra con herramientas fáciles de identificar por todo el mundo. Existencias tan azarosas y tan llenas de actividad como la de Labordeta son difíciles de resumir en el limitado espacio que proporcionan las viñetas de un tebeo. Hay que escoger, cribar y quedarse con aquellos episodios más característicos que pueden representar mejor aquello que se quiere comunicar. Es una tarea complicada en la que el criterio es fundamental, y Viñuales consigue un guión entrañable, cercano y que retrata de manera magistral el carácter y los logros de este aragonés inmortal. Apuntalando la imagen general con los pequeños detalles, TeBeO Labordeta es una foto excepcional de un periodo trascendental para la historia española, así como de la evolución social y política de una región, de un país, que quizá cambiaría de rumbo si recordará de dónde viene.

En la parte gráfica, el dibujo de Azagra es aplastante en su regularidad. Fiel a su estilo directo y espontáneo, las líneas del maestro contienen esa frescura salvaje del que dibuja a tinta sin esbozar con el lápiz. Es un trazo instantáneo, potente, fresco, tan casual como acertado al reflejar una época y a los personajes que la vivieron. Y, sobre todo, es un dibujo en el que se nota el respeto y el cariño que el dibujante profesa por la figura de Labordeta, un cariño que nace de una entrañable relación profesor-alumno cuyo impacto y recuerdo puede sentirse en cada una de las páginas.

Como siempre, el trabajo del gran Azagra se ve realzado por los indispensables colores de Encarna Revuelta, titán de la acuarela y una de las pocas coloristas que todavía utiliza métodos tradicionales alejados del ordenador y el Photoshop. Esta artesanía resalta el aspecto feroz del dibujo, y logra una cohesión natural en la que se evidencia los muchos años de colaboración que unen a esta pareja de excepcionales creadores. Es una delicia pasearse por cada una de las ilustraciones que llenan este cómic, llenas de ternura, humor y respeto y que acaban componiendo un perfecto resumen no solo de una personalidad, sino de la idiosincrasia de toda una región orgullosa y olvidada.

Emoción. Ese es el resumen más ajustado que puedo hacer de esta obra. Como aragonés, es imposible no sentirla. Sin embargo, no creo que este sentimiento se circunscriba al lugar donde naciste. Más allá de su parte pedagógica y divulgativa, TeBeO Labordeta consigue llegar a los lugares que reconfortan, que te hacen sentir mejor. Es una historieta para todo el mundo, que pone en valor a un personaje único, irrepetible, que pasará por derecho a la historia más allá de anécdotas parlamentarias ligadas a la escatología o a la composición de canciones que han acabado transformados en himnos imperecederos a la libertad. Un tebeo ejemplar que nos habla de valores. De referentes. De figuras. Porque más allá de batallas y descubrimientos, son las personas las que crean la Historia.