En una sociedad donde la maternidad se romantiza y mitifica, Sara Noguera, autora de «Ser madre es fácil (cuando no tienes hijos)», se adentra en la realidad de la maternidad con un enfoque realista. En este libro, Noguera comparte sus conocimientos como profesional de la educación y la crianza, junto con sus experiencias personales como madre. A lo largo de las páginas desafía los prejuicios y las expectativas infundadas que rodean a la maternidad, invitando a las madres a ser auténticas, a escuchar su instinto y a no ceder ante la presión de la perfección.
¿Qué te incitó a escribir este libro?
La necesidad de compartir mis conocimientos como profesional en cuanto a materia de educación y crianza y a la vez mis experiencias como madre para quitar ese aura de perfección que parece que tiene que tener la maternidad.
Como expresas a lo largo del libro, la romantización de la maternidad es habitual pero, ¿como has conseguido desmentir sin tapujos esta falsa percepción desde un enfoque realista?
En el momento que me he dejado ser madre sin tener en cuenta las opiniones de todo el mundo a mi alrededor. Cuando escuchamos más a nuestro instinto que a todo el bullicio de opiniones de fuera todo sale mejor.
¿Crees que es un tema tabú?
No sé si les da miedo hablar pero sí quejarse. Parece que tener quejas, no disfrutar todo el rato de la maternidad o no estar agusto con todo lo que conlleva criar está mal visto. Les cuesta mucho pero cuando lo haces por primera vez compruebas que les pasa a muchísimas más mujeres.
¿Qué mitos has querido negar?
Que se malacostumbran y malcrían si les coges en brazos, que con una bofetada a tiempo se comportan mejor… Las frases que hemos recibido todas las que somos madres tengamos el número de hijos que tengamos. Da igual cómo sea tu maternidad que estas frases las vas a recibir.
¿En qué consiste para ti ese modo de crianza sin patrones fijos del que haces referencia?
Es tener una hoja de ruta más o menos clara. Saber qué tipo de límites poner o qué forma habitual de criar quieres llevar a cabo, pero tener en cuenta que no podemos vivir de expectativas porque los niños no son objetos inmóviles y tienen sus propias decisiones, comportamientos y realidad. También reducir las expectativas en cuanto a la crianza, saber lo que queremos pero dar margen a la improvisación. No lo podemos tener todo controlado, es imposible.
En un mundo en constante cambio, la visión de nuestra realidad, incluida la de la maternidad, ha cambiado. ¿Cuáles crees que son los principales desafíos que enfrentan las madres en la sociedad actual?
Nos enfrentamos a tener que demostrar que ser madre no quiere decir que tenemos que hacer todo bien o llegamos a todo. Nadie tiene que ser perfecta ni deberíamos querer serlo. Debemos poner el foco en que la maternidad es una época de cuidados y eso implica volver a verle valor a ese papel dentro de la sociedad. Parece que si no generas beneficio, lo que haces no sirve para nada, y no hay nada más beneficioso que dedicar tu tiempo de forma altruista a los cuidados de alguien.
Para ti la crianza respetuosa comienza por el respeto a una misma. ¿En qué momento ser madre se vuelve “irrespetuoso”?
En el momento en que nos olvidamos que somos personas además de madres y ponemos las necesidades de todos los demás por delante de las nuestras. En el que pensamos que no nos podemos quejar, que no podemos tomar decisiones que no conlleven prestar atención a terceras personas… Es olvidarnos de que somos muchas más cosas.
Inevitablemente se pierde esa individualidad como mujer. ¿Qué se puede hacer para que no pase?
Primero pedir ayuda, sin duda. Apoyarte en gente que te quiere, en tu pareja si la hay, personas queridas que siempre las hay… Delegar cuando por ejemplo pides que vigilen a alguien, que lo hagan sin tener que estar pendiente de si lo hacen bien o mal. Ser capaces de desconectar cuando no estamos en aquello que hemos delegado porque en las primeras veces es inevitable. Dejas al hijo en algún sitio y te pasas horas viendo fotos de él. Eso no ayuda a desconectar.
Existe la creencia de que si educas a base de excesivas restricciones, a un hijo le atrae cada vez más “lo prohibido”. ¿Crees que cuanta menos libertad se les brinde más ganas tendrán de ella?
Tenemos que tener en cuenta que somos animales que viven a través de experiencias. Cuanto más pospongas una experiencia, más ganas de experimentar hay. Tenemos que poner límites pero dejando que muchas cosas sucedan. No puedes quitar todas las piedras de un camino para que un niño no se caiga. Tienes que estar cerca del niño, avisar que hay piedras y que si se cae, ahí estás tú para ayudarle a levantarse y recordarle que se tiene que fijar. Pero no evitar que las cosas sucedan.
Dices en uno de los capítulos que el humor en la maternidad es importante. ¿Qué aspectos positivos conlleva esta filosofía?
Cuando te lo tomas con humor relativizas más las cosas. Te das cuenta de que no todo es tan grave, serio e importante. Cuando enfocas con humor te das cuenta de que estás quitando el foco en la necesidad de perfección que tiene la maternidad y te centras en lo imprevisible que es estar responsabilizándote de un ser humano pequeño.
Eres maestra, musicoterapeuta y especialista en cuentoterapia, entre otras cosas. ¿Han influido esos conocimientos en tu visión personal de la maternidad?
Totalmente. Creo que la maternidad la tenemos que ver como un momento de disfrutar todos. A través de la música, los cuentos, observar a nuestros niños antes de actuar… Ayuda muchísimo a enfocar las cosas desde una manera menos biologicista y más realista.
¿En qué medida crees que las exigencias son mayores en la maternidad que en la paternidad?
Es una opinión personal un poco cruda pero tiene más que ver con que la sociedad sigue poniendo el foco de los cuidados en la mujer. Esto es una conversación que para que llegue a todo el enfoque social tiene que empezar por las parejas. Somos las parejas las que hablamos primero de carga mental, responsabilidad, ejercicio de crianza… Pero en el momento en el que empecemos a aplicar como pareja se irá extrapolando al conjunto social.
¿Crees que la mujer se autodemanda más a sí misma por una razón más social/tradicional que biológica?
Es biológico sin duda al principio porque lo que nos pide el cuerpo es cuidar a un cachorro que viene de nosotras, igual que el cachorro que busca más a la madre. Pero criar es para hacerle parte de una sociedad. Siempre que haya una persona encargada que muestre cariño a ese niño, da igual que sea la madre u otro adulto. Creernos que solo la madre puede educar o criar, es volver a poner el peso de toda responsabilidad en la mujer.
¿Cómo puede una madre encontrar el equilibrio entre ejercer autoridad sobre sus hijos y evitar ser demasiado totalitaria?
La diferencia entre tener autoridad y ser autoritarista es que todo el mundo necesita autoridad porque necesitamos límites y patrones de conducta para saber interactuar con el entorno y ser alguien social. El autoritarismo sólo indica miedo. Un niño solo te hace caso porque tiene miedo, no porque haya aprendido nada. En el momento en que dejes de aplicar esto el niño no volverá a actuar de la misma manera porque no hay aprendizaje y tú ya no estás para asustar. La autoridad va mucho más despacio a la hora afianzarse pero es un aprendizaje que se queda para siempre y merece la pena.
Desde el comienzo de tu maternidad hasta la publicación de este manual, ¿cuál es la lección más importante que has aprendido?
Que nadie dice la verdad del todo y que no te quedes con los consejos que te da todo el mundo como si fueran oro porque no todo el mundo te cuenta la verdad de su vida. Nada es tan perfecto. Tú también vas a meter la pata ochenta veces aunque estés súper preparada para hacerlo.
¿Has cambiado tu punto de vista con los años?
Muchísimo. Ha cambiado mi forma de ver la vida, mis circunstancias personales y sociales también… Un punto de inflexión muy fuerte fue el encierro del COVID que nos hizo empezar a poner el foco en cosas que dábamos por hecho como la interacción a diario.
En el libro compartes experiencias, anécdotas y situaciones personales que te han ocurrido pero, ¿alguna que quieras destacar?
Una de las que más me marcó y que sabía que iba a contar sí o sí en el libro fue cuando fuí al pediatra sin hija. Es tal el nerviosismo del inicio, tener que ver que está todo controlado y que puedes sola con todo… Llegué al pediatra y cuando saqué las cosas del coche llevaba todo menos a la niña. ¿Cómo vamos evitar que no sucedan estas cosas si no paramos? No pedimos ayuda cuando la necesitamos o creemos que alguien nos puede ayudar.
¿Qué consejo clave le darías a una madre primeriza?
Que no quiera saberlo todo y se queje sin miedo dando margen a descubrir qué era la maternidad y descubrir a su bebé sin creer que se sabía todo por haberse leído un libro. Que los disfrute pero si tiene queja que lo diga en alto porque verá que aunque al principio dé miedo va a conectar con personas que les pasa lo mismo quitándose la culpa más rápido.