Permitidme que comience describiendo un lugar donde el paso de los años le imprime olor a libro y quienes lo habitan lo han convertido en un templo. Hablamos del Ateneo de Madrid. ¿Cómo describir una presentación literaria, más bien esta novela, en tan emblemático lugar? Creo que la mejor forma es a través de las sensaciones vividas, pues sitio y novela sugieren tal relato.
El pasado 13 de mayo acudí a la puesta de largo de Otoño y Nueces. A media tarde me sitúo frente a la centenaria puerta de entrada y ante mí se alzan orgullosas dos escaleras laterales más una central. Todos y cada uno de sus peldaños presumen de quienes los utilizaron, e incluso un par de ellos sonríen maliciosos al recordar aquel encendido reproche entre Galdós y Emilia Pardo Bazán. Tras subirlas encuentro una biblioteca donde aún resuenan secretos literarios allí susurrados y entonces, un poco más arriba y en una sala abarrotada de personas con un centenar de asientos que resulta insuficiente, descubro un libro con olor a otoño y sabor a nueces.
Me pregunto por qué una autora ha despertado tanto interés y la respuesta aparece sola al escuchar, no solo a ella sino a quienes le acompañan en una mesa de talante culto y discurso adictivo. Francisco Cánovas, historiador y Presidente de la sección de Historia del Ateneo, en calidad de moderador y Ángeles Lozano y Pedro López Arribas en la de presentadores, descubren a una Mónica Moreno Fernández Santa Cruz más ilusionada yemocionada que como cabría esperar en semejante situación, nerviosa,
Al comenzar su exposición Francisco Cánovas dice de la autora:
─…aporta su singular mirada tratando de envolvernos en aquel pensar y sentir de un tiempo convulso…
Así, poco a poco voy notando despertar en mí la atracción por conocer la mirada de una escritora que según ella misma confiesa prácticamente vive en el Congreso de los Diputados, pues su labor como letrada en Cortes y directora de Recursos Humanos en dicho Parlamento, como mínimopromete ser interesante.
El moderador cede la palabra a los presentadores quienes nos hablan, entre otras cuestiones, primero de la autora y segundo, de la novela.
Toma la palabra Ángeles Lozano autora y su profesora de escritura creativa hace seis años. Califica la prosa de Mónica: de «carácter al igual que ella», para añadir que ya en aquellos años, como hoy en estas páginas, demostró ser una «autora de gran calidad narrativa, firme pulso pausado y profundo, con eminente capacidad verbal, imaginación desbordante, creadora de personajes redondos y alta tensión dramática».
A continuación es el turno de Pedro López, alguien cuya opinión es para tener en cuenta, pues nos encontramos ante el socio bibliotecario ateneísta de la junta de gobierno. Me asombro al pensar cuántos libros habrán pasado por sus manos y cuantas letras por sus ojos. El presentador, entre palabras de gran fluidez oratoria y en un tono que conecta de forma genuina con el público, nos da su particular opiniónsobre el significado de un libro y de la literatura que aborda. Inicia la presentación confesando su especial predilección por Otoño y Nueces, que por cierto releyó en mas de una ocasión. Dice;
─…me impresionó vivamente y me llamó la atención desde la dedicatoria que reza así: “para ti mamá que viviste aquellos días y me trasmitiste los sentimientos que han inspirado esta novela”.
Continúa calificándola de estilo ágil y de pertenecer a ese tipo de libros cuya lectura estás deseando retomar. Pedro López cita obras y autores como Galdós, Cánovas, Unamuno, Baroja, Azaña, Arturo Varea… para destacar, como sucede en Otoño y Nueces, la fractura de la sociedad que refleja la literatura de las guerras civiles en general donde unas minorías bien armadas son capaces de sobreponerse a mayorías a las que someten.
Por último interviene la escritora protagonista y lo hace a través de un dialogo cómplice y animado entre Ángeles Lozano y ella. Es aquí donde Mónica nos habla con un lenguaje franco, en ocasionesdivertido y las más sentido, de su obra.
─ Son personajes cotidianos con una vida ordinaria que de pronto, vuela por los aires… Situarte cuando no tienes noticias… he conseguido hacer una historia que brota del corazón… una historia con minúscula de las gentes que hacen la Historia con mayúscula, de héroes con letra pequeña que no aparecen en los libros de Historia…
Quizá sus palabras se puedan resumir en la descripción que ella misma nos hace del libro.
«Una historia dentro de la Historia, ambientada en los interminables días que azotaron España de 1936 a 1939, haciendo volar en metralla los sueños de quienes se vieron envueltos en una guerra que no habían provocado ni tampoco entendían, como los protagonistas, Ramón y Rosario, dos jóvenes encerrados en un Madrid hostigado, donde se harán adultos entre la incertidumbre y el miedo, y a través de quienes conoceremos a los que defendían ideales que se difuminaban bajo la lluvia en la realidad más cruenta, a personajes detestables que lo serían en cualquier bando y a héroes que despuntaron en los pequeños detalles que no han recogido los libros de Historia, como las madres que se guardaban el hambre tras una sonrisa e inventaban guisos con mondas de patata y cáscaras de naranja para sus hijos.
Escucho y cada vez me siento más atraída por esta mujer de complicada tarea diaria y a la vez, sonrisa tan limpia y fresca como la ilusión de aquellas ateneístas que la precedieron. No puedo evitar compararla con las sufragistas de principios del XX, y así la siento, valiente por contar una historia en la guerra de personas como nosotros, decidida por afrontar el reto, osada por contar lo que sintió cuando su madre se lo trasmitió y sensible para hacernos vibrar con una historia tan dura. Gracias Mónica por hacernos partícipes de todo aquello que tu madre te reveló y que tanto pueden enseñarnos.