Creo que ya os conté que con Isabel San Sebastián me inicié en la novela  histórica convirtiéndome en una fiel devota, tanto de la escritora como del género, aunque entonces pensé que todo acababa ahí. ¡Pues no! 

Ahora con ella y su empeño por novelar la Reconquista de España comienzo a entender, comprender y sobre todo a desenredar el intrincado de reinos, cristianos y musulmanes, tan complicados en mis tiempos de estudiante. Hasta tal  punto su novela es entretenida, didáctica y aclaratoria que desde estas líneas propongo, a quien corresponda con un mínimo de interés por la difusión real de la Historia, la inclusión de los libros que componen este periodo en el programa educativo. ¿Qué mejor manera de aprender?

Con su magnífica idea de relatar un tiempo de nuestra Historia, crucial y apasionante, estoy viviendo mediante aventuras y desventuras, amores y engaños,  intrigas y lealtades, honor y ambición un tiempo remoto que hizo de nosotros lo que hoy somos, por  mucho que algunos renieguen de ello. 

En La dueña, la escritora dice querer rendir homenaje a la labor anónima de aquellas mujeres que custodiaron y defendieron sus tierras, pero que fueron olvidadas o relegadas a un segundo plano a lo largo de la Historia. Nos traslada al siglo XI, un momento muy diferente en cuanto a los avances de hoy en día, sin embargo y si bien no resultaba cómodo debemos recordar que ellos sentían igual que nosotros porque a pesar  de que las hojas del calendario caigan al vacío, el corazón continúa latiendo al mismo ritmo por mucho que la vida cambie.

Una novela donde la obediencia, en todas sus variantes es algo más que una norma. Deben acostumbrarse al dolor de la pérdida, sufrir por guerras, convivir en matrimonios de más o menos suerte y luchar por sobrevivir. Un tiempo de sometimiento entre vasallo y señor así como de acatamiento hacia el padre o el esposo.

Varias mujeres desde reinas hasta parteras conviven en estas páginas y por encima  de todas ellas destaca Auriola. En La Dueña conoceremos a la niña cuyo destino era marchar lejos de sus raíces para no volver más, a la joven fiel y honesta al servicio de una reina y a la mujer batallando en la soledad del hogar mientras su esposo Ramiro lo hace junto al rey en el campo de batalla. Una existencia donde ambos cumplen con la obligación de sobrevivir en la terrible vida de fronteras.  

Auriola se muestra firme en el gobierno de sus tierras, severa como la  etiqueta le exige y sobre todo, cariñosa y sensible como la mujer, madre y abuela que es.  Diego, su nieto y heredero, pone de manifiesto que aún con la misma sangre pueden ser muy diferentes. Mientras ella se rige por el golpeo rítmico de un corazón diamantino, el joven cuenta cada gota que fluye por sus venas para honrar la muerte de su antepasado Tiago (protagonista de Las campanas de Santiago)  

En la novela encontré un párrafo que me  gustaría compartir con vosotros por aquello que parece esconder.

Los sufrimientos y los avatares en los días  pasados de Auriola  le habrían convertido en una mujer fuerte y en  apariencia fría o quizá severa, pero la llegada de su nieto  Diego le devolvió la capacidad de enternecerse.

Y yo me pregunto, ¿cuánto hay de autobiográfico en estas líneas…? Tengo la impresión que Isabel es una mujer “Auriola”. Una persona sensible en un interior revestido por  la dura coraza de la vida que deja ver en palabras como las anteriores y en otras,  que personalmente me han emocionado hasta el infinito y que a continuación os desvelo, pues la autora me dio permiso para ello. 

Hacia el final de la novela, con Auriola convertida en una anciana, continúa siendo la mujer de siempre, aunque sus capacidades físicas se vean deterioradas por unas cataratas. Isabel me confesó que la relación mantenida con el mundo de la discapacidad visual al que yo pertenezco fue quien le inspiró tal semblante en la protagonista… ¿podeis imaginar como me siento tras escucharla? Mi cariño hacia ti será eterno querida Isabel. 

Con La Dueña, Isabel San Sebastián demuestra una vez más que no solo sabe contar la Historia, sino que es la mejor.  La Historia es la que fue y La Dueña forma parte ya para siempre de la misma.